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Negra

La negra y la mulatica.

Me desperté temprano, ya erecto pensando en el dia. Me puse solo unos boxers, por una parte porque me excitaba que vieran el enorme bulto en ellos, y por otra parte por el calor. Al salir vi la puerta de la habitación de la chiquilla abierta, y como pensaba las dos habían dormido juntas en la misma habitación.
No me importó. Desayune tranquilamente y miré putitas por Twitter un rato, aunque seguía prefiriendo a las que tenía en casa. 
Un rato después vi que aun no habían salido, probablemente para evitarme todo lo que pudieran. Pero no iba a dejar que eso pasara. Abrí su puerta y entré, viendo a las dos sentadas en la cama, y se notaba que habían estado hablando en voz baja hasta ahora.
Les sonreí, intentando ser simpático, aunque olvidando por un momento que solo llevaba ropa interior y una erección no muy bien disimulada.
- ¡Vamos, hay que desayunar!
Me miraron y la madre asintió, con la sospecha en su cara. Con la luz de fuera podía verlas bien, vestidas con unos pijamas de verano, que dejaban ver gran parte de sus cuerpos. Si hubieran podido elegir a lo mejor habrían elegido ponerse ropa larga a pesar del calor, pero toda la ropa que tenían aquí había sido elegida y comprada por mi.
Iba a salir, pero una mirada a la chiquilla me paró. El pijama era de su talla, a lo mejor un poco estrecho en sus caderas pero nada exagerado. Pero sus pechos, de tamaño medio, pero muy grandes para su tamaño y edad, abultaban la camiseta del pijama visiblemente. Me pase la lengua por los labios, pensando.
- Poneos el bañador y salir, vamos primero a la piscina. Y rápido. - Dije, sonriendo amigable otra vez.
La hija, que no entendía español, siguió mirándome de reojo, pero la madre abrió mucho los ojos, temiéndose lo que podía pasar ahi.
Cogí un lubricante resistente al agua del baño, y les esperé unos minutos al lado de la piscina, hasta que pronto salieron. La madre llevaba otro de los bikinis, igual de pequeño pero de color negro, y con la misma cara de alarma que antes. La hija llegó, tímida y avergonzada, con su bikini rosa del hello kitty, que sin pretenderlo acababa siendo mas sexy que cualquier otro bikini que se hubiera puesto en su lugar. Rápidamente la madre se acercó a mi, y por primera vez desde que llegamos empezó ella la conversación.
- Ella no sabe nadar, se puede quedar fuera. - Dijo, con su acento, y la voz temblando un poco.
- Mejor, asi le enseño. - Le respondí sonriendo.
Ella tragó saliva, no le gustaba por donde iba la conversación.
- Yo me baño contigo. Ella no.
Intentaba darle firmeza a sus palabras, pero no hablaba completamente bien el idioma y le seguía temblando la voz. Aun asi me enfadó, tener a las dos pero usar solo una no era lo que quería. Me acerqué a ella y le dije, sin molestarme a bajar la voz, ya que la chiquilla no entendía nada de español:
- Yo mando. Vosotras obedecéis. Las dos. No voy a ser tan duro con ella como lo he sido contigo, pero o hacéis lo que os digo, las dos, o te vas a la calle. Sin papeles y sin dinero, a prostituirte y pasar lo mismo que aquí pero con muchos hombres y con peligro de otras cosas peores. - Dije sin piedad.
Abrió mucho los ojos, y estoy seguro de que le vi palidecer un poco. Continué:
- Y tu hija no estará mejor. Aquí tiene casa, comida y seguridad. Lo que haga con ella no va a ser peor que lo que le pase fuera si os vais. Pero si no me crees, podéis iros.
Parecía aturdida, mirándome así. Yo quería que ella misma se convenciera de que necesitaban quedarse conmigo. Tragó saliva, y miró a la hija, que nos miraba, pero no se movió.
-Ahora - Dije, seguro de que había ganado - vas a abrir la sombrilla y a acostarte en la tumbona. Y te vas a quedar ahi, pase lo que pase, veas lo que veas, oigas lo que oigas. Si veo que te mueves aunque sea un solo paso, os saco a rastras de aqui. Y desnudas, que la ropa la he comprado yo.
Se quedó mirándome, a punto de llorar, y cuando le señalé la tumbona fue a tumbarse obedientemente. Cogí el lubricante y poniendo una mano en el hombro de la hija la guié hacia la piscina, que se dejó llevar mansamente aunque confusa. Entonces me di cuenta de que aun llevaba los boxers, se me había olvidado ponerme el bañador. No importaba en esa situación, pero el descuido me hizo reír un poco. La chiquilla pareció relajarse al verme reí asi, y incluso sonrió un poco. La sonrisa desapareció cuando me quité los boxers, dejando libre mi polla, cada vez más erecta.
En vez de entrar ya a la piscina, me senté en los escalones de piedra de dentro, con los pies dentro del agua pero sentado en el escalón en el que apenas cubría dos centímetros. A la hija la guié del brazo y la senté de lado entre mis piernas, con sus piernas por encima de mi pierna derecha y con el culito respingón apoyado en mi izquierda. Mi polla quedaba entre su cadera y mi cuerpo, rozando su piel todo el tiempo.
Ella estaba quietecita, como un cervatillo asustado. Me mojé las manos y recorrí su cuerpo con ellas, empezando por sus piernas y subiendo hacia parte mas íntimas. Le sonreí y le susurré relajadamente, aunque ella no me entendía, y aunque ella estaba claramente asustada y nerviosa, me sonrió levemente de vuelta. Si hubiera entendido lo que le decía probablemente no habría sonreído.
- Que putita mas joven eres, ¿verdad? - Le susurraba con cariño como si estuviera hablando a una mascota, mientras acariciaba su cuerpo. - Que follada te voy a meter, perra. Mi pequeña putita personal.
Al fin moví la mano hasta meterla en su braguita del bikini, y comencé a usar los dedos entre sus piernas. Ella respiró hondo y intentó apartarse un poco, pero le agarré del hombro y la paré con suavidad. Seguí masturbándola, y pronto comenzó a respirar profundamente y a gemir en voz baja. Ver como gemía y se sonrojaba con esa carita me excitaba, y cuando intentó apartarse una vez mas, la acerqué mas a mi y la besé. Metí mi lengua en su boca, besando como quise, y ella respondió moviendo la suya un poco, por excitación o por un movimiento involuntario.
Cuando me separé de ella, que me miraba con la saliva cayendo de su boca y con los ojos perdidos, moví las dos manos a su espalda y le desaté el sujetador del bikini, dejando al descubierto esos pechos, firmes y rellenitos, que en su pequeño cuerpo parecían enormes, de color mas suave que su madre tanto en la piel como en los pezones. Al momento los cogí, sobándolos bien, y acerqué la boca para disfrutarlos.
Ella gimió, murmurando algo en su idioma, y siguió gimiendo cada vez que le apretaba, chupaba y succionaba los pezones de esas tetas perfectas, que tenían el tamaño perfecto para mis manos. Ella no se resistía, solo miraba hacia su madre, desorientada, pero la madre seguía tumbada sin mirar, se había tomado muy en serio mi amenaza y no se atrevía a hacer nada.
Sin moverla del sitio le quité la braguita, dejando al descubierto un coñito virgen y suave. Cogí el lubricante, y se lo apliqué entre las piernas, asegurándome de que hubiera de sobra y de que ella notara cada movimiento contra su clítoris. Cuando estuve satisfecho la levanté, colocándola sobre mi, con su carita y sus tetas frente a mi cara, y mi rabo apuntando casi perfectamente hacia el objetivo. Tras maniobrar un poco conseguí colocar mi glande contra su coñito, que desbordaba lubricante, mientras ella tenía sus manos en mis hombros, para sostenerse o para empujarme. Pero en cuanto coloqué mi rabo, le agarré con firmeza y la empujé hacia abajo.
Inmediatamente se le escapó un pequeño chillido cuando le metí la punta. Respiraba pesadamente, con los ojos como platos. Yo notaba el frío del lubricante a la vez que el calor de su vagina, y empujé una vez mas con mas fuerza de lo previsto, metiendo de golpe más polla de la que esperaba. Ella echó la cabeza hacia atrás con un largo gemido, probablemente de dolor aunque me gusta pensar que fue de placer, y me agarró con mas fuerza de los hombros. Mientras tanto mi polla estaba bien apretada y caliente dentro de ella, a pesar del lubricante, y la sangre de su primera vez manchó la piscina.
A lo mejor en ese momento debería haberme relajado y haber sido mas cuidadoso, pero hice lo contrario. La abracé contra mi, notando sus tetas perfectas contra mi piel y sus brazos rodeando mi cuello sobre mis hombros, moví mis manos hacia abajo para agarrarla del culo, y comencé a embestir, no con toda la fuerza que podía, pero sin ningún cuidado, a la vez que la empujaba hacia abajo con mis manos en sus glúteos. La follé como si fuera mi juguete sexual, mientras ella gemía, "Ooooh" y "Aaaaah", sin que llegara a ser un grito pero sin poder controlarse.
Yo tampoco pude controlarme, ni mi deseo ni mi corrida. Aun no había entrado toda mi rabo dentro de ella, estrechita como estaba, y acabé dentro. Seguí embistiendo un poco más, mi polla aun bastante dura, pero poco después paré. Ella seguía abrazada a mi, sin moverse y respirando profundamente, y cuando le vi la carita vi que estaba llorando, aunque sonrojada. Me separé de ella, cogiéndola en brazos, y caminé hacia la casa. La madre se quedó en la tumbona, llorando también, pero no se movió.
Entré en mi habitación con la chiquilla en mis brazos, y la tumbé en la cama. Ella tenía la mirada perdida, y respiraba como si hubiera corrido una maratón. Yo acababa de correrme, pero seguía semi erecto, y sabía que podía seguir. Sin pensarlo dos veces, le abrí las piernas, me coloqué sobre ella, puse mi polla entre sus piernas y empalé su coñito con ella, como hice el dia anterior con su madre.
Por suerte aun estaba bastante lubricada, y se la metí hasta casi la base de mi polla. Ella puso los ojos en blanco un momento, gimiendo o gritando como antes, antes de mirarme con sus ojitos llorosos. Yo ya estaba descontrolado, le cogí del cuello con una mano, y embestí como un loco dentro de ella, una y otra vez, mientras con la otra mano le agarraba y azotaba donde podía. Le di la vuelta sin sacar la polla, intentando ponerla a cuatro patas sobre la cama, aunque ella no podía sostenerse bien y acabo boca abajo, conmigo agarrándole de la cintura y levantando su culito hacia mi mientras seguía follándole, hasta que le agarré de los brazos y tirando hacia mi la levante, quedando su cuerpo perpendicular al mio, en el aire, empalada en mi polla.
Aquello fue demasiado para mi. Las paredes de su estrecha vagina me pedían que la llenara de leche. Sin parar de embestir me corrí dentro de ella, intentando clavarme lo mas profundamente posible. Quedé sobre ella durante un tiempo, y vi como la pequeña, con la lengua fuera y exhausta, me había llenado toda la almohada de saliva. No reaccionó a unos azotes juguetones en el culito, pero cuando le di la vuelta y le retorcí y mordí suavemente los pezoncitos pareció despertar, gimiendo. No parecía capaz de moverse por ahora, así que la dejé descansando en mi cama, y fui a avisar a la madre de que ya podía moverse de la tumbona, que seguía ahi, esperando con los ojos llorosos, mirando la piscina aun ligeramente roja por la sangre de la primera vez de su hijita. Me puse de rodillas sobre ella, aprovechando para sobar un poco esas tetazas.
- Tu hija es un caramelito, ¿sabes?
Ella no respondió, con el labio temblando.
- Esta noche ella duerme conmigo.
Al instante me miró, sorprendida, y abrió la boca para responderme. Le di un suave pero rápido azote en la cara.
- ¡Yo mando, vosotras obedecéis! - Le grité, retorciendo sus pezones. Sonreí. - Esta noche ella duerme conmigo. Si quieres hacerle un favor, intenta convencerme de que te folle esta tarde, y asi no tendré fuerzas para la noche, ¿no crees?
Ella no respondió, y seguí disfrutando de sus melones un rato mas, pensando satisfecho en que esto era solo el principio.

2 comentarios - Negra

nukissy3445
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