Cuando era más jóven y me encontraba en la universidad, unos 20 años aproximadamente, me gané la amistad de una tipa que siempre andaba por los pasillos. Cada que salía del aula de clases la veía en las escaleras, cuando salía a embriagarme con mis amigos ella estaba en el mismo bar a un par de mesas alejada de la mía. Hasta que un día me la presentaron, nos caímos también que cada que estaba estresado por las clases, salía del aula y me dirigía a las escaleras con la esperanza de encontrarla y conversar un poco.
Ella tenía tantas historias que me hacía pensar que a su edad tenía una vida aparte. Aunque era mayor que yo por solo un par de años, me hacía pensar que ella vivió demasiado o yo no había vivido nada.
Llegando el tiempo de exámenes parciales me encontraba tan angustiado que salí a su encuentro:
- Oye,¿nunca estás en tu salón? - Se lo dije aunque estuviera contento de siempre encontrarla vagando.
- No, el profe que está ahora para hablando de su vida.
- Bueno, ¿pero no estás en parciales?
- Sí, pero ya tengo mi plagio. - Mostrándome hojas recortadas con escritos en miniatura.
- Ah, bueno. ¿Pero al menos entiendes lo que dice en ese papel?
- ¿Y acaso se necesita? Me estás jodiendo, ¿no?
- Lo siento. Puta, no sé que hacer, me amanecí estudiando y ahora recuerdo poco lo que traté de aprender.
- Estás hasta las webas ¿Quieres relajarte?
- ¿Cómo? No me digas que has metido marihuana a la uni.
- Anda webón, pero si quieres, me avisas. Pero ya, ven. - Invitándome a subir.
- Tengo 20 minutos antes que venga el maricón del profe.
- Sube, webón.
Llegamos al último piso de la universidad:
- Primero un abrazo - Me decía mentras se apoyaba en mi pecho.
Me quedé quieto, mientras sin quererlo respiraba los perfumes de su shampoo.
- Tu relájate, déjame a mí ayudarte.
Su manos desajustaban mi correa, abría el cierre de mi jean, bajaban mi ropa interior. Yo aunque sorprendido, pues tal situación solo la veía en las películas porno, sabía que era lo que venía. Le arreglaba el cabello y al mismo tiempo sentía la calidez y humedad de su lengua y luego el interior de sus mejillas.
Me sentí nadando en ella, en su saliva, era tan húmedo, tan tibio, que no podía mantener mi erección, el pene se me relajaba demasiado, no sabía en dónde terminaba mi miembro y empezaba su músculo oral. Las piernas se me adormecían, ella lo notó y me apoyó en la pared, sin sacar mi verga de su boca.
- Ya voy a terminar - Le decía y con mis manos en su cabello y mentón traté de retirarla. Ella me sostuvo de las piernas y me apoyó más contra la pared, sabía que era lo que buscaba, entonces como venganza me enfoqué en darle un buen sorbo de mi yogurt.
- Ah, mierda, que bueno.
Ella se reía.
- Tamare, ahora como me limpio.
Apenas terminé la frase, me volvió a apoyar a la pared y empezó succionando los restos de fluidos que estaban sobre mis vellos y pelvis, luego con sus manos me apretaba desde la base hasta la punta para sacar las últimas gotas, sostenía mi glande y paso su lengua por todo el borde, orificio, sin olvidar el prepucio. Esto fue mucho más delicioso, pues estaba más sensible. Me subió la ropa interior, el cierre y me puso de nuevo la correa, se paró y me abrazó.
- Cada que estés así, ven o escríbeme.
- ¿Por qué lo hiciste? - Inocente, esperé alguna confesión.
- Somos amigos ¿no?
- Sí, pero...
- Ya, ve a dar tu exámen.
No quise preguntar más, incluso temía preguntar más.
- Bueno, tranqui, me voy.
Ella sacando su celular se volvió a sentar en la escalera, como si ese fuera su lugar.
----------- * --------------
Recién empiezo, contaré algunas fantasías y anécdotas. Sus comentarios me pueden ayudar a mejorar. No tengan miedo de puntuar.
Ella tenía tantas historias que me hacía pensar que a su edad tenía una vida aparte. Aunque era mayor que yo por solo un par de años, me hacía pensar que ella vivió demasiado o yo no había vivido nada.
Llegando el tiempo de exámenes parciales me encontraba tan angustiado que salí a su encuentro:
- Oye,¿nunca estás en tu salón? - Se lo dije aunque estuviera contento de siempre encontrarla vagando.
- No, el profe que está ahora para hablando de su vida.
- Bueno, ¿pero no estás en parciales?
- Sí, pero ya tengo mi plagio. - Mostrándome hojas recortadas con escritos en miniatura.
- Ah, bueno. ¿Pero al menos entiendes lo que dice en ese papel?
- ¿Y acaso se necesita? Me estás jodiendo, ¿no?
- Lo siento. Puta, no sé que hacer, me amanecí estudiando y ahora recuerdo poco lo que traté de aprender.
- Estás hasta las webas ¿Quieres relajarte?
- ¿Cómo? No me digas que has metido marihuana a la uni.
- Anda webón, pero si quieres, me avisas. Pero ya, ven. - Invitándome a subir.
- Tengo 20 minutos antes que venga el maricón del profe.
- Sube, webón.
Llegamos al último piso de la universidad:
- Primero un abrazo - Me decía mentras se apoyaba en mi pecho.
Me quedé quieto, mientras sin quererlo respiraba los perfumes de su shampoo.
- Tu relájate, déjame a mí ayudarte.
Su manos desajustaban mi correa, abría el cierre de mi jean, bajaban mi ropa interior. Yo aunque sorprendido, pues tal situación solo la veía en las películas porno, sabía que era lo que venía. Le arreglaba el cabello y al mismo tiempo sentía la calidez y humedad de su lengua y luego el interior de sus mejillas.
Me sentí nadando en ella, en su saliva, era tan húmedo, tan tibio, que no podía mantener mi erección, el pene se me relajaba demasiado, no sabía en dónde terminaba mi miembro y empezaba su músculo oral. Las piernas se me adormecían, ella lo notó y me apoyó en la pared, sin sacar mi verga de su boca.
- Ya voy a terminar - Le decía y con mis manos en su cabello y mentón traté de retirarla. Ella me sostuvo de las piernas y me apoyó más contra la pared, sabía que era lo que buscaba, entonces como venganza me enfoqué en darle un buen sorbo de mi yogurt.
- Ah, mierda, que bueno.
Ella se reía.
- Tamare, ahora como me limpio.
Apenas terminé la frase, me volvió a apoyar a la pared y empezó succionando los restos de fluidos que estaban sobre mis vellos y pelvis, luego con sus manos me apretaba desde la base hasta la punta para sacar las últimas gotas, sostenía mi glande y paso su lengua por todo el borde, orificio, sin olvidar el prepucio. Esto fue mucho más delicioso, pues estaba más sensible. Me subió la ropa interior, el cierre y me puso de nuevo la correa, se paró y me abrazó.
- Cada que estés así, ven o escríbeme.
- ¿Por qué lo hiciste? - Inocente, esperé alguna confesión.
- Somos amigos ¿no?
- Sí, pero...
- Ya, ve a dar tu exámen.
No quise preguntar más, incluso temía preguntar más.
- Bueno, tranqui, me voy.
Ella sacando su celular se volvió a sentar en la escalera, como si ese fuera su lugar.
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Recién empiezo, contaré algunas fantasías y anécdotas. Sus comentarios me pueden ayudar a mejorar. No tengan miedo de puntuar.
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