La notificación llegó a mi perfil más oculto de una página en la que cuento mis aventuras y que obviamente sé que Alexis ni conoce. Una cuenta sin nombre, apenas una foto de perfil oscura, un mensaje simple:
"Ustedes me recuerdan a una propuesta que hago hace un tiempo, cuándo me encuentro con perfiles que me resultan extremadamente interesantes..."
Sentí una punzada en el estómago. Era él. No tenía cómo saber que esa mujer de la pareja que había mirado en redes, era yo. No sabía que me hablaba a mí.
O tal vez lo sospechaba.
O tal vez sólo lo deseaba.
Le respondí, cuidando cada palabra.
—¿Qué propuesta? Me intriga 🤭.
Su respuesta fue casi inmediata.
"Pagar por mirar a una pareja coger. Pero no de lejos. Estar ahí. Cerca. En un lugar real. Un telo, por ejemplo. Ver todo. Ser un espectador de lujo de una porno real."
Ese mensaje me dejó helada. Era exactamente lo que nos había propuesto aquella vez. Lo que me despertó el morbo como nunca antes.
Dudé mucho antes de responder. Le dejé el visto. Me fui a dormir. Alexis estaba al lado mío, con la mano en mi cintura.
Pasaron dos días.
Entonces volví. Le escribí desde una cuenta anónima.
Le dije que tal vez... Esa persona que había generado todo esto, era el.
Que había estado pensando en cómo podría hacerse sin que mi novio supiera, sin que se notara, sin poner en riesgo nada.
"¿Y si es en un reservado abierto? En algún boliche swinger, donde haya otras personas, pero sin contacto. Solo miradas. Vos sentado en un sillón, nosotros ahí. A metros."
Él me mandó un solo emoji: 🤯
Después escribió:
"¿Y las posiciones que te dije? ¿También podrían ser parte?"
Le dije que sí.
Pero que yo necesitaba una señal clara de su compromiso.
Lo siguiente lo imaginamos juntos: él se cruzaría conmigo en el baño del boliche. Me dejaría el dinero en la mano, de forma rápida y disimulada. No diríamos nada. No haría falta.
Así se pactó. Así se cumplió.
---
La noche llegó.
Sweet era un boliche swinger amplio, oscuro, elegante. Nosotros ya habíamos ido antes con Alexis. Lo conocíamos bien. Habíamos jugado a mostrarnos, a cogernos frente a otros, siempre con cierta distancia.
Pero esa noche era distinta.
Yo sabía que él iba a estar.
Alexis, no.
Me puse el vestido negro, semi transparente y ajustado, pero fácil de levantar, sin ropa interior. Ya era parte del ritual. Caminábamos juntos por los pasillos, hasta que en uno de ellos le dije que iba al baño. Lo dejé en la barra.
Él estaba en el pasillo.
Se acercó apenas, sin mirarme directo.
Rozó mi mano con la suya y me dejó el sobre, como si me pasara un papel.
Fue rápido. Preciso. Como un ladrón de deseo.
---
El reservado era grande. Había sillones, camas, luces suaves. Gente en distintos rincones, tocándose, mirando, entregados al juego.
Nosotros elegimos un sillón cerca del centro, con buena vista. O mejor dicho: donde se nos pudiera ver bien.
Alexis se sentó primero. Me hizo subir sobre él.
Sabía lo que me gustaba: que me sintiera vista.
Pero no sabía cuánto más había detrás de eso.
Empezamos a movernos despacio. Yo encima, casi desnuda, sintiendo el calor de su cuerpo y las miradas alrededor. Pero una era diferente.
Lo vi.
Él estaba sentado frente a nosotros, en un sillón, las piernas abiertas, los ojos fijos en mí.
Relajado. Silencioso.
Perfectamente colocado para verlo todo.
Cada movimiento tenía otro sentido.
Lo monté con las piernas abiertas, como él me había pedido.
Después me bajé, me apoyé contra el respaldo, me abrí las nalgas para que Alexis me entrara desde atrás.
Miré hacia él.
Y supe que estaba cumpliendo su fantasía.
Y que eso me excitaba más que cualquier cosa.
Lo hicimos en todas las posiciones que me había pedido.
Me agaché sobre el piso y me puse en 4, Alexis me cogió fuerte mientras me agarraba del pelo.
Yo me mordía los labios, no sólo para no gemir fuerte, sino para no reírme del vértigo que sentía.
Acabé más de una vez.
Por Alexis.
Y por él, el desconocido que me pagó por ver algo que mi novio jamás sabrá que fue hecho para él... y para mí.
Cuando terminamos, Alexis me abrazó y me dijo al oído:
—No sé qué pasó hoy, pero estabas increíble.
Yo cerré los ojos.
Sonreí.
Y le di un beso suave.
Nunca vas a saberlo, amor.
Pero eso fue para dos.




"Ustedes me recuerdan a una propuesta que hago hace un tiempo, cuándo me encuentro con perfiles que me resultan extremadamente interesantes..."
Sentí una punzada en el estómago. Era él. No tenía cómo saber que esa mujer de la pareja que había mirado en redes, era yo. No sabía que me hablaba a mí.
O tal vez lo sospechaba.
O tal vez sólo lo deseaba.
Le respondí, cuidando cada palabra.
—¿Qué propuesta? Me intriga 🤭.
Su respuesta fue casi inmediata.
"Pagar por mirar a una pareja coger. Pero no de lejos. Estar ahí. Cerca. En un lugar real. Un telo, por ejemplo. Ver todo. Ser un espectador de lujo de una porno real."
Ese mensaje me dejó helada. Era exactamente lo que nos había propuesto aquella vez. Lo que me despertó el morbo como nunca antes.
Dudé mucho antes de responder. Le dejé el visto. Me fui a dormir. Alexis estaba al lado mío, con la mano en mi cintura.
Pasaron dos días.
Entonces volví. Le escribí desde una cuenta anónima.
Le dije que tal vez... Esa persona que había generado todo esto, era el.
Que había estado pensando en cómo podría hacerse sin que mi novio supiera, sin que se notara, sin poner en riesgo nada.
"¿Y si es en un reservado abierto? En algún boliche swinger, donde haya otras personas, pero sin contacto. Solo miradas. Vos sentado en un sillón, nosotros ahí. A metros."
Él me mandó un solo emoji: 🤯
Después escribió:
"¿Y las posiciones que te dije? ¿También podrían ser parte?"
Le dije que sí.
Pero que yo necesitaba una señal clara de su compromiso.
Lo siguiente lo imaginamos juntos: él se cruzaría conmigo en el baño del boliche. Me dejaría el dinero en la mano, de forma rápida y disimulada. No diríamos nada. No haría falta.
Así se pactó. Así se cumplió.
---
La noche llegó.
Sweet era un boliche swinger amplio, oscuro, elegante. Nosotros ya habíamos ido antes con Alexis. Lo conocíamos bien. Habíamos jugado a mostrarnos, a cogernos frente a otros, siempre con cierta distancia.
Pero esa noche era distinta.
Yo sabía que él iba a estar.
Alexis, no.
Me puse el vestido negro, semi transparente y ajustado, pero fácil de levantar, sin ropa interior. Ya era parte del ritual. Caminábamos juntos por los pasillos, hasta que en uno de ellos le dije que iba al baño. Lo dejé en la barra.
Él estaba en el pasillo.
Se acercó apenas, sin mirarme directo.
Rozó mi mano con la suya y me dejó el sobre, como si me pasara un papel.
Fue rápido. Preciso. Como un ladrón de deseo.
---
El reservado era grande. Había sillones, camas, luces suaves. Gente en distintos rincones, tocándose, mirando, entregados al juego.
Nosotros elegimos un sillón cerca del centro, con buena vista. O mejor dicho: donde se nos pudiera ver bien.
Alexis se sentó primero. Me hizo subir sobre él.
Sabía lo que me gustaba: que me sintiera vista.
Pero no sabía cuánto más había detrás de eso.
Empezamos a movernos despacio. Yo encima, casi desnuda, sintiendo el calor de su cuerpo y las miradas alrededor. Pero una era diferente.
Lo vi.
Él estaba sentado frente a nosotros, en un sillón, las piernas abiertas, los ojos fijos en mí.
Relajado. Silencioso.
Perfectamente colocado para verlo todo.
Cada movimiento tenía otro sentido.
Lo monté con las piernas abiertas, como él me había pedido.
Después me bajé, me apoyé contra el respaldo, me abrí las nalgas para que Alexis me entrara desde atrás.
Miré hacia él.
Y supe que estaba cumpliendo su fantasía.
Y que eso me excitaba más que cualquier cosa.
Lo hicimos en todas las posiciones que me había pedido.
Me agaché sobre el piso y me puse en 4, Alexis me cogió fuerte mientras me agarraba del pelo.
Yo me mordía los labios, no sólo para no gemir fuerte, sino para no reírme del vértigo que sentía.
Acabé más de una vez.
Por Alexis.
Y por él, el desconocido que me pagó por ver algo que mi novio jamás sabrá que fue hecho para él... y para mí.
Cuando terminamos, Alexis me abrazó y me dijo al oído:
—No sé qué pasó hoy, pero estabas increíble.
Yo cerré los ojos.
Sonreí.
Y le di un beso suave.
Nunca vas a saberlo, amor.
Pero eso fue para dos.





4 comentarios - El reservado
Muy caliente....
10!