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Pete al delivery (pete N° 6mil)

Hoy me levanté de la siesta con un hambre de locos, pero estaba en esos días que no querés cocinar ni un huevo frito. Eran como las nueve de la noche, y después de vaguear todo el día en casa, me pintó pedir algo rico por PedidosYa. Abrí la app, scrolleé un rato y me decidí por una hamburguesa zarpada, de esas con cheddar derretido, panceta crujiente y unas papas fritas que te hacen suspirar. Hice el pedido, tiré “enviar” y me quedé tirada en el sillón, en pijama, con una remera vieja sin corpiño y una tanga bien metida en el orto como me gusta usar.

Cuando sonó el timbre, me puse una bata finita —de esas que no tapan mucho, pero hacen el amague— y bajé a buscar la comida. El delivery era un pibe joven, de unos 25, flaco pero con pinta de que se cuida. Tenía una gorrita de PedidosYa, una mochila térmica colgada y una sonrisa medio tímida que me hizo arquear una ceja. “Buenas noches, acá tenés el pedido”, me dijo, pasándome la bolsa. Olía a gloria, pero yo, en mi modo puta total, ya estaba pensando en otra cosa. Lo miré fijo, con esa cara que sé que descoloca, y le tiré: “Che, ¿querés una propina especial?”. El pibe me miró, medio confundido, pero con un brillo en los ojos que gritaba “esto no me pasa todos los días”.

“¿Qué propina?”, me contestó, haciéndose el boludo, pero ya se le notaba que estaba intrigado. “Pasá un segundo y te muestro”, le dije, dándole una sonrisa pícara mientras abría la puerta de mi depto. El tipo dudó un instante, miró la calle como si alguien lo fuera a cazar, y al final dijo: “Bueno, pero rapidito, que me esperan otros pedidos”. Subimos, y apenas cerró la puerta, puse la bolsa con la comida en la mesita del living y me le acerqué. “La propina va a ser un pete que no te vas a olvidar nunca”, le solté, sin rodeos. Sus ojos se abrieron como platos, pero no dijo que no.

Lo hice sentarse en el sillón, todavía con la mochila puesta, porque me pareció gracioso y hot a la vez. Me arrodillé frente a él, le desabroché el cinturón y le bajé el pantalón con todo. La pija ya estaba a media asta, y yo, como buena petera, me relamí. Saqué un forro de mi mesita,porque esta puta no juega sin protección, y se lo puse con una mano, mientras con la otra le acariciaba los huevos para calentar el ambiente. “Preparate, porque esto va a ser épico”, le dije, y me mandé de una.

Empecé despacito, porque me gusta ir de menos a más. Le pasé la lengua por la punta, dando vueltitas, sintiendo cómo se ponía más dura a través del látex. El pibe suspiró hondo, y yo lo miré a los ojos, porque sé que eso los vuelve locos. “Qué bien la chupás, boluda”, me dijo, y yo me reí con la pija en la boca, porque me encanta que me lo reconozcan. Fui subiendo el ritmo, metiéndomela más profundo, dejando que me llenara la boca. Hacía esos ruidos húmedos que suenan a puro vicio, mientras mi mano le apretaba la base y la otra le rascaba suave los huevos. Él estaba en otra, con la cabeza echada para atrás, gimiendo bajito, y yo sentía ese poder que me da ser una petera de ley.

Aceleré, chupando con ganas, moviendo la cabeza como si estuviera en una misión. Cada tanto le daba un respiro, lamiendo los costados, jugando con la lengua en la punta, y después me la mandaba entera otra vez, hasta que sentía el látex rozarme la garganta. El pibe ya no sabía ni cómo se llamaba, solo atinaba a decir cosas como “la concha tuya” entre gemidos. Yo estaba en la mía, disfrutando cada segundo, porque para mí un buen pete es arte puro. Lo trabajé un buen rato, alternando ritmos, apretando con los labios, usando la lengua como si estuviera escribiendo mi nombre en su pija.

De pronto, me agarró el pelo con las dos manos, no muy fuerte, pero lo justo para que sintiera que él también quería mandar. “Me vas a hacer acabar, loca”, me dijo, con la voz entrecortada. Y yo, obvio, no paré. Seguí, más rápido, más intenso, hasta que sentí que se tensaba todo. Se vino con un gemido largo, y yo no aflojé hasta que terminó, dejando que el forro se llenara mientras yo seguía chupando suave, exprimiendo hasta la última gota. Cuando levanté la vista, el pibe estaba desarmado, con la cara de alguien que acaba de ganar la lotería. Le saqué el forro y me lo vacíe en la boca, me encanta la leche, no me importa de quien venga.

Me limpié la boca con el dorso de la mano, me paré y le tiré: “Esa fue tu propina, ahora andá a repartir”. Él se rió, todavía medio en shock, y se subió el pantalón como pudo. “Sos una bestia, flaca”, me dijo, mientras se acomodaba su mochila. Lo acompañé a la puerta, todavía con la adrenalina a full, y cuando se fue, me tiré en el sillón con mi hamburguesa y mis fritas, sintiéndome la reina del universo.

Mientras mordía la hamburguesa con restos de leche en la boca, pensé: “Este fue el pete número seis mil, ¡seis mil, la puta madre!”. Seis mil pijas chupadas, seis mil veces que hice lo que mejor sé hacer. Estoy orgullosa, porque ser una petera como yo no es para cualquiera. Cada pete es una historia, una conquista, y este con el delivery de PedidosYa va a quedar en el top. Y lo mejor: no pienso parar. Ya estoy pensando en el próximo, porque esta puta va por más, siempre por más.
Quiero ser la máxima petera del mundo!!!

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Pete al delivery (pete N° 6mil)

6 comentarios - Pete al delivery (pete N° 6mil)

Adri2025030
ufff que nien nada mejor que jn pete tiyo ojala te tomarás mi lechita
Elchino22lp
Que suertuda el pibe...si algún día necesita un Didi moto y vas a pagar con mercado pete o mercado ojete avísame jajaja
manga2000
Falto yo que soy de neco.. quiero mi Pete 🔥🔥
mdqpablo
Muy bueno , .no entendí lo de la protección y despues te tiras la.leche . Chupar un platico es horrible
cacaie
cuando quieras me podes petear a mi...