La chupe como puta

Me arrodillé frente a él, mirándolo hacia arriba mientras bajaba su pantalón.
Su verga saltó libre, gruesa, dura, palpitando frente a mis labios.
Se me hizo agua la boca.

Sin dejar de mirarlo, saqué la lengua y lamí desde la base hasta la punta, lento, dejando un hilo de saliva recorrer toda su longitud.
Él soltó un suspiro ronco, apoyándose contra la pared, con las manos a los costados, dejando que hiciera lo que quisiera.

Pasé mi lengua en círculos alrededor de su glande, saboreando cada gota de su precamino, mientras mis dedos envolvían la base, acariciándolo.
Su verga se sacudía bajo mis caricias, tensa, hambrienta.

Abrí bien la boca y lo tomé despacio, dejando que su grosor me llenara la boca de a poco.
Sentí su piel caliente, palpitante contra mi lengua, y gemí bajito, haciendo que esas vibraciones lo estremecieran.

-La puta madre….-gruñó, enterrando una mano en mi pelo, sin apurarme, pero temblando de necesidad.

Empecé a succionarlo con más fuerza, bombeando con la boca y la mano al mismo tiempo, mientras mis ojos no se apartaban de los suyos.
Cada vez que bajaba más, lo sentía llegar hasta el fondo de mi garganta.
Me costaba respirar, pero me encantaba la sensación de tenerlo tan adentro, tan mío.

Mis labios se movían rítmicos sobre él, mientras lo masturbaba con la mano libre, apretando y soltando, haciéndolo maldecir entre dientes.
Saliva me chorreaba de la boca, resbalando por su verga y mi mentón, haciéndolo aún más sucio, más caliente.

Cada vez que lamía su glande con movimientos circulares, su cuerpo temblaba.
Cada vez que me lo metía hasta el fondo y tragaba, su respiración se rompía.

Sabía que estaba cerca.

Me agarró de la cabeza, empujándome suave, guiándome, sus caderas moviéndose apenas para follarme la boca.
Yo me dejaba hacer, entregada, gimiendo con su carne llenándome.

Y cuando sintió que no podía más, gruñó mi nombre y se vino.
Su semen caliente llenó mi boca en pulsos intensos, y yo no me aparté.
Lo tomé todo, lamiendo, tragando, disfrutando el sabor y el poder que sentía al verlo tan vulnerable, temblando, desarmado frente a mí.

Cuando terminó, le di una última lamida lenta, limpiándolo bien, mirándolo con una sonrisa traviesa.
-Soy toda tuya- le dije mientras subía q darle un beso con restos de el todavía en mi