Aún no dejo de pensar, como aquella tarde de invierno, mientras el frío calaban mis huesos, una solitaria foca era devorada por el deshielo, así como era devorado mi corazón por tu desprecio. Ota vez volvió la primavera y pude sentir, cómo la rica fragancia de las flores del prado inundaban mi ser, así como tú dulce néctar empapaba mi piel, la última noche, que nos perdimos en el placer
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