You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Una fiestita BDSM (relato sissy)

AVISO: Todos los hechos que relato aca son reales. Solamente cambié los nombres de las personas y la ciudad donde ocurrió la fiesta, para preservar sus privacidades.
Una fiestita BDSM (relato sissy)
Hace ya como mes y medio (al momento de escribir el relato), asistí a la feria del libro de Buenos Aires, una experiencia siempre grata, que como amateur en la escritura de mis propias ficciones, disfruto cada año. Para esta ocasión, asistí con un abriguito negro de un grupo de k-pop, una falda corta y ajustada negra, de engomado, y unos zapatitos medio cómodos. Las piernas, las tenía abrigaditas con una de estas pantimedias con abriguito por dentro que tan de moda se pusieron. 

Dentro del lugar, tras recorrer un largo rato, choco accidentalmente, por distraerme mirando stands, con una pareja bastante joven, Fernanda y Jeff. Ambos extranjeros pero radicados actualmente en Argentina. Tras unas disculpas y comentarles que me dedico a la escritura del género erótico, ellos me comentan que también se dedican al mismo género. Luego, continuo la charla especificando que me gusta escribir bondage y sadomasoquismo (o simplemente: BDSM), y ahí entra el plato fuerte, pues ellos me comentan que practican BDSM en la vida real. La curiosidad me llevó a continuar la charla hasta que fue hora del final de la jornada y hubo que abandonar el lugar. 

Estando los tres fuera del establecimiento, intercambiamos números de teléfono, y yo regreso a mi casa. En la mañana del día siguiente, recibo un mensaje vía WhatsApp de uno de ellos, el chico. Invitándome a su casa a seguir la charla y pasar un día agradable. Acepté, rápidamente lavé y peiné mi peluca favorita, me maquille elegante y me vestí con una calza engomada que me encanta por hacerme parecer el culito mucho mas grande, unas botas acordonadas y camperita de cuero. Tuve todo un viaje, puesto que debí moverme desde donde vivo, en ciudad de La Plata (en Provincia de Buenos Aires - Argentina), unos cuantos kilómetros hasta la ciudad de Tigre. 

Una vez llego allá, me encuentro con ellos al descender del tren, me esperaban en la estación. Con un auto moderno, me llevaron durante unos minutos hasta una casa en una zona residencial tranquila, un dúplex bastante bonito. Me invitan a pasar, y ahí dentro seguimos la charla que nos había quedado pendientes. Les comenté que siempre me había gustado e interesado el mundo del BDSM, pero nunca había tenido la oportunidad de practicarlo mucho. Fue entonces cuando me hicieron una invitación.

Unos días después, dentro de esa misma casa, iban a celebrar una fiesta sexual BDSM, donde muchos hombres y mujeres solteros, así como parejas, se iban a reunir para vivir una noche agradable donde predomine la extrema dominación de unos, y la extrema sumisión de otros. Confirmé mi participación, y me preparé para regresar a mi casa.

Luego de unos días, donde todo el tiempo mantuve conversaciones varias con los dos, finalmente empecé a prepararme para esa fiesta BDSM. Volví a ponerme mi peluca favorita, y me maquillé con un delineador negro, sombra oscura, y un labial negro opaco. Me vestí con un vestido rojo cortito a la vez que bien abrigado, un saquito negro, las botas acordonadas y esas pantimedias abrigaditas por dentro. El reloj marcaba las 22:00 horas, cuando un auto negro y de vidrios oscuros que imposibilitaban totalmente ver el interior, estacionó en la puerta de mi casa. Yo me encontraba esperando afuera, puesto que sabía que me pasarían a buscar. El conductor de aquel auto, se acercó a mi para confirmar que se trataba de mí a quien venían  a buscar.

Una vez ingreso en el interior del vehículo, tomo asiento delante, del lado del acompañante. En los asientos traseros se encontraba un hombre grande, de alrededor de cincuenta años, vestido con un traje elegante. Junto a él, se encontraban dos chicas jóvenes universitarias, totalmente desnudas, que aspiraban cocaína que tenían puesta directamente sobre el miembro viril de ese hombre. 

La situación dentro del auto, no cambió para nada durante todo el viaje. Al llegar, me recibe Fernanda, quien me esperaba afuera con un vestido de látex, super corto y ajustado y unos zapatos taco aguja. Ella abre la puerta de su casa, y desciendo del auto. El hombre de cincuenta años, ingresa tras empujar a Fernanda e insultarla. Las dos chicas jóvenes que iban totalmente desnudas, entran corriendo lo mas rápido que pueden mientras se reían a carcajadas. Fernanda me da un abrazo y me invita a pasar.

Una vez me encuentro dentro, me doy cuenta el descontrol en el que me metí. Por un lado, una chica en un disfraz erótico de policía, bailando en un caño, con varios hombres alrededor gritándole obscenidades de todo tipo. En un segundo lado, un hombre mantenía a una chica con correa como si estuviera paseando a un perro, y la obligaba a tomar con la lengua, como si de un perro se tratara, de un bol lleno de una mezcla de semen y orina. En un tercer rincón, cuatro hombres se turnan para azotar con látigos a una chica de rasgos asiáticos, aquella chica tenía toda la espalda roja e incluso morada en ciertos sectores, con algunas lastimaduras que sangraban un poco. En un cuarto lugar, un hombre de piel oscura (posiblemente africano o afrodescendiente), dejaba que entre tres chicas super jóvenes, con dieciocho años apenas cumplidos, le chuparan su miembro de tamaño impresionante. 

En un quinto rincón, me esperaba Jeff, el hombre que conocí en la feria del libro. Estaba parado justo debajo de un marco de madera. Cuando llego hacia él, Fernanda se nos acerca y se saca el vestido de látex, revelando su cuerpo lleno de marcas y moretones por todo el torso y espalda. 2 chicas aparecen de la nada, y me desnudan totalmente, mientras una tercera, agarra una fibra para escribirme en la frente, la palabra "Puta". Tras terminar, estas tres me susurran al oído que ya soy como ellas. 

Jeff me para debajo de aquel marco, trae una soga y ata mis manos a la parte superior de ese marco. Después, con unas esposas, me inmoviliza los pies. Los cuatro hombres que azotaban a la chica asiática, se acercan a mi y continúan con los latigazos, pero ahora contra mi propia espalda. Cada uno dolía mas que el anterior, me daban con los látigos como si me odiaran, como si desearan verme agonizando. Llegué a gritar por piedad, e incluso lloré...pero de alguna forma, me gustaba. A pesar del dolor fuertísimo e insoportable, lo estaba disfrutando. 

Después de un largo rato, Jeff me desata las manos y me hace caer al suelo. Otros tres hombres aparecen y se tiran encima mío. Dos de ellos, empezaron a penetrar mi culito al mismo tiempo, mientras que el tercero, decidió penetrar mi boca y garganta. Jeff siguió dándome latigazos en la espalda, aunque no con tanta fuerza como los anteriores, mientras que Fernanda empujaba mi cabeza contra la entrepierna del hombre que disfrutaba mi boca, para poner a prueba la profundidad y el aguante de mi garganta. 

Una vez que los tres hombres habían eyaculado, y me dejaron ambos agujeros bien rellenos de semen. Fernanda me lleva hacia el centro de la fiesta, mientras anuncia a todos que era el invitado de lujo de esa noche, y por eso me iban a dar una noche especial. Absolutamente todos detienen todo lo que estaban haciendo, y empiezan a caminar hacia mi con caras de lo mas aterradoras y perversas, mientras Fernanda me empieza a vendar los ojos.

A partir de ahí, no tengo del todo claro que sucedió, pero al instante, empecé a sentir un pene de tamaño gigante penetrando mi culito con un salvajismo indescriptible, que nunca había visto ni sentido. No tengo palabras para expresar lo super doloroso y tortuoso de esa penetración. 

Muchas voces empiezan a corear la palabra "Puta", mientras empiezo a sentir algunos penes mas usando mi boca, algunas patadas en mi torso, latigazos en el abdomen, choques eléctricos, e incluso, como algunas personas aprovecharon la situación para orinar y hasta defecar sobre mí. Era raro...pero encontraba algo agradable en todo eso...era como una tortura, pero lo estaba disfrutando muchísimo. 

Luego de unos momentos, dejo de sentir absolutamente todo, y todo el mundo vuelve a corear la palabra "Puta", aun con mas fuerza y como cierto odio, mientras estaba teniendo un orgasmo prostático. 

A la mañana siguiente, ya me encuentro de nuevo con la ropa que había llevado, bañado y perfumado, listo para regresar a mi casa como si absolutamente nada hubiera pasado...bueno, salvo por las pequeñas marcas rojas y moradas por mi torso y espalda, pero...no tienen por qué verlas, ja, ja, ja. 

En el momento de escribir esto, las marcas en su mayoría ya desaparecieron y solo quedan algunos pocos moretones que apenas se notan. Mantengo el contacto a diario, tanto con Fernanda, como con Jeff, por si vuelve a organizarse una fiesta de este tipo, para poder volver a estar presente. 

Dejo una fotito del outfit con el que asistí a la fiestita. 


putita

0 comentarios - Una fiestita BDSM (relato sissy)