Hola amigos de Poringa,
Soy otra vez La Tía Gladys… y parece que después de mi debut con Iván, las puertas del deseo se me abrieron de par en par.
Les cuento lo último: hace unos días me llamó Kati, vecina y amiga de toda la vida. Me citó en su casa con su esposo Víctor. Yo pensé que era un café inocente, pero en realidad me estaban esperando con otra intención.
Kati fue directa, con esa sonrisa pícara y el culo apenas tapado por un encaje:
—Gladys, te lo digo de frente… Víctor se muere por cogerte. Y yo también quiero verte disfrutar.
¿Te animás a un trío con nosotros?
Me quedé helada un segundo, pero la idea me encendió de inmediato. A mis casi 60, sentirme deseada por una pareja joven me revolvía la sangre. Les sonreí con malicia y solté:
—Bueno… si lo van a hacer, que sea ahora.
En un parpadeo ya estábamos los tres en la cama. Kati me besaba el cuello, mientras Víctor se acomodaba detrás mío y me palpaba el culo como si fuera suyo de toda la vida. Me sentía una diosa entre dos cuerpos jóvenes.
Ella me abrió las piernas con suavidad, se arrodilló entre ellas y empezó a lamerme con hambre. Yo gemía, con la cabeza apoyada en el pecho de Víctor, que ya me tenía la verga dura rozándome el culo.
—Metete, Víctor…
—le susurré jadeando—
Dame lo que tu mujer quiere que me des.
Y me lo dio. Entró de golpe, profundo, haciéndome gritar, mientras Kati no paraba de chuparme y meterme los dedos. Era una locura: la esposa alentando a su marido a cogerme, a usarme, a hacerme suya.
Sentía las manos de ella en mis tetas, la verga de él abriéndome el culo y la concha húmeda de Kati rozándome la pierna. Acabé dos veces antes de que Víctor explotara adentro mío, rugiendo como un toro, mientras su mujer lo miraba con los ojos llenos de morbo.
Cuando todo terminó, Kati me besó en la boca y dijo:
—Viste, tía… te lo dije, esto era para vos.
Yo solo me reí, con las piernas temblando y el cuerpo sudado.
Soy La Tía Gladys, la de casi 60… y parece que ahora no soy solo la fantasía de un pendejo, sino también la de matrimonios enteros.
Soy otra vez La Tía Gladys… y parece que después de mi debut con Iván, las puertas del deseo se me abrieron de par en par.
Les cuento lo último: hace unos días me llamó Kati, vecina y amiga de toda la vida. Me citó en su casa con su esposo Víctor. Yo pensé que era un café inocente, pero en realidad me estaban esperando con otra intención.
Kati fue directa, con esa sonrisa pícara y el culo apenas tapado por un encaje:
—Gladys, te lo digo de frente… Víctor se muere por cogerte. Y yo también quiero verte disfrutar.
¿Te animás a un trío con nosotros?
Me quedé helada un segundo, pero la idea me encendió de inmediato. A mis casi 60, sentirme deseada por una pareja joven me revolvía la sangre. Les sonreí con malicia y solté:
—Bueno… si lo van a hacer, que sea ahora.
En un parpadeo ya estábamos los tres en la cama. Kati me besaba el cuello, mientras Víctor se acomodaba detrás mío y me palpaba el culo como si fuera suyo de toda la vida. Me sentía una diosa entre dos cuerpos jóvenes.
Ella me abrió las piernas con suavidad, se arrodilló entre ellas y empezó a lamerme con hambre. Yo gemía, con la cabeza apoyada en el pecho de Víctor, que ya me tenía la verga dura rozándome el culo.
—Metete, Víctor…
—le susurré jadeando—
Dame lo que tu mujer quiere que me des.
Y me lo dio. Entró de golpe, profundo, haciéndome gritar, mientras Kati no paraba de chuparme y meterme los dedos. Era una locura: la esposa alentando a su marido a cogerme, a usarme, a hacerme suya.
Sentía las manos de ella en mis tetas, la verga de él abriéndome el culo y la concha húmeda de Kati rozándome la pierna. Acabé dos veces antes de que Víctor explotara adentro mío, rugiendo como un toro, mientras su mujer lo miraba con los ojos llenos de morbo.
Cuando todo terminó, Kati me besó en la boca y dijo:
—Viste, tía… te lo dije, esto era para vos.
Yo solo me reí, con las piernas temblando y el cuerpo sudado.
Soy La Tía Gladys, la de casi 60… y parece que ahora no soy solo la fantasía de un pendejo, sino también la de matrimonios enteros.
3 comentarios - Mí primer trío casi a los 60