
La cuestión es que uno propone, pero no dispone.
Nos despertamos el sábado tipo 10 de la mañana, apenas unas cinco horas de sueño habíamos tenido y daba para seguir, pero nos levantó el barullo del celu de Oscar. Lo llamaba Rodri, uno de los muchachos con los que siempre había futbol y asado. Se estaban juntando y pensaron en arrimarse, porque se enteraron que las chicas no estaban el finde. Nos miramos como lamentando no poder terminar lo que empezamos la noche anterior mezclado con cierto pudor de no saber la idea que tenía cada uno sobre lo sucedido.
Cierto era, que nos quedamos a medias, pero ya se había cortado el clima y en un toque iban a llegar los demás. Nos levantamos y buscamos, sin decirlo, que no haya evidencias de nada extraño en la casa. Todavía seguíamos en bolas. Me levanté para revisar el living y lo veo venir sonriente con la tanga de anoche colgando de un dedo. Cuando la estoy por agarrar, la lleva hacia un lado y hace que estire la mano para ganármela. Al estirar mi mano derecha, siento su mano derecha en mi nalga, subiendo, y sus dedos surcando mi ano. Su cuerpo pegándose al mío y su boca en mi oído diciendo “esto no terminó, todavía, putita!”... Riendo nerviosamente, agarré la tanga al tiempo que el la soltaba y sentí su boca abierta en mi cuello con su lengua chupándome de una forma que me erizó la piel.
Giré la cara lento, ya entregándome a lo que me parecía iba a ser un beso y se fué apartando con su verga ya creciendo, dejándome sin más caricias, sin besos, caliente.
Oscar – Mejor termino de juntar todo, porque si no, este monstruo no me va a dejar tranquilo.
Yo – Si, mejor dejamos todo prolijo.
Me dejó caliente como una yegua, pero no daban los tiempos ni se había hablado nada tampoco.
De todas maneras, cuando me fuí a poner el short, mi verga tenía un hilo de pre semen colgando, ya me había calentado de una manera rapidísima. Me sentí como una minita que se le moja la vagina al estar excitada.
Los pibes vinieron, vimos de preparar todo para un asado, armamos la lista de compras y nos fuimos los cinco en una camioneta a buscar todo.
Pasamos el sábado y domingo entre jugar al truco, la pileta, el asado y algunos partidos en la Play.
Con Oscar, hubo un par de momentos de coincidir solos en la cocina y en algún otro ambiente y no se privó de pasarme cerca y manosear mi cola. Ya estaban dados los roles, yo era su sumisa.
Inclusive, hubo un momento en la pileta, estando todos y se las ingenió para meterme la mano dentro del short y casi me mete un dedo en la cola. Me asustaba que alguien lo llegara a notar, pero ya eran las 8 de la noche del sábado y apenas alguna luz nos llegaba desde el patio.
Fue todo, cada uno durmió el sábado en donde cayó cansado y liquidado por la cerveza.
El domingo nos fuimos despertando, fuimos por unas facturas para el mate y fué día de pile.
Andrea volvía a las 6 en micro, así que antes de salir a buscarla, ya se estaban yendo todos.
Semana normal de trabajo y como Mariana se quedaba una semana más con sus viejos, Oscar quedó que venía el finde.
Llegó el viernes y Andrea me preguntó si venía Oscar, ella la pasaba bien cuando estábamos con él y con Mariana. Quedó en que venía el sábado a la tarde y así fue.
Tomamos unos mates y estuvimos dándole al sol y a la pile. A la tardecita, Andrea amasó unas pizzas y fuimos por unas cervezas y vino. La cuestión es que la charla, luego de la pile, estuvo larga y acompañada de pizza y cervezas. Risas a cada rato y, obviamente, el alcohol que nos hacía reir de todo. Andrea había tomado unas cervezas, pero se le dió por el vino, que le pega algo más, de manera que tipo 11 de la noche, se le cerraban casi los ojos, así que dijo que se iba a tirar un ratito.
Nosotros no estábamos tan bien, así que dijimos que ya nos íbamos a acostar también.
Con Andrea éramos de tener sexo todos los finde, así que me preparé como hacía a veces, limpieza y una tanguita de ella, que la motive. Cuando llegué a la cama, se había puesto una remera cortita y un short del pijama, pero roncaba como una leona. Ya me di cuenta que no iba a poder despertarla y me desilusioné. Me tiré en la cama y las sábanas apenas cubrían las piernas de ella y nada las mías, hacía calor.
Ya casi me dormía y vi la silueta de Oscar en la puerta, que había quedado entornada. Se había acercado y cuando la oyó roncar, se metió despacio a la habitación.
Yo lo miré desesperado haciéndole señas de que no sea loco, pero se venía acercando sonriendo, confiado. Todavía estaba en short y sin remera. Se acercó y señalando hacia Andrea me dijo en voz baja “si pensaste que hoy te iba a dar algo, olvidate, no se despierta más”. El la conocía bien y ya la había visto en un par de ocasiones, tomar vino y cerveza y sabía que eso la dejaba fuera de juego hasta el otro día. Inclusive, una vez que estábamos los cuatro, le habíamos pintado la frente, le colgamos cosas en el cuerpo y le sacamos fotos, que después la terminaron haciendo reir, pero ni hablar de que se despertara.
Oscar se apoyó en la cama y me dijo, haceme lugar. Yo lo miré asustado, pero me dijo “dale, si sabés que no la despierta ni la bocina de un barco”. Tenía razón, así que apenas me moví y pensé que se sentaría, pero se acostó al lado mío. Sentí su aliento en mi oído y dijo “en serio pensaste que Andrea te iba a atender? Te viniste preparada?”
Cuando lo escuché, recordé lo vivido y caí en que tenía la tanga puesta y él tenía razón, me había vestido de manera de darle las señales a mi mujer de lo que haríamos y ahora sabía que eso no pasaría.
Sentí bajar su mano que se había apoyado en mi estómago y me dijo “a ver esa colita”. Ni tiempo de reaccionar tuve y sentí que me acariciaba la nalga y su mano llegaba al final de mi remera, haciendo contacto con mi piel. En ese momento la empezó a subir, recorriendo el borde de la tanga. Su seguridad me mantenía sin reacción, pero lo cierto es que me estaba calentando rápido. Me acarició la cola, llevó su mano hacia abajo y desde allí la metió en mi raya, recorriendo lento hacia arriba y la llevó hacia adelante nuevamente, pero a mi púbis. Se encontró con que mi verga ya se había puesto dura y me la acarició por sobre la tanga. Sentí que así como yo estaba de costado, el se puso igual y su verga dura se apoyó en mi cola, al tiempo que me decía al oído “ya se te paró, cochina”. Acto seguido, ante mi silencio, se dedicó a chuparme el cuello y la oreja, al tiempo que empujaba su cuerpo, haciendo que su verga se acomodara entre mis nalgas. Estaba por frenarlo, pero entre lo que me había calentado y lo que me tranquilizaban los ronquidos de Andrea, más verla casi con los pechos asomados por debajo de su remera, me dejé llevar y disfrutaba ese manoseo tan ardiente. Subió su mano por dentro de mi remera y alcanzó uno de mis pezones, acariciándolo suavemente. Sacó su mano y sentí que la llevó a su boca, volviendo a meterla bajo mi ropa y agarrando mi pecho, pero ahora con su mano empapada de saliva. No se en que momento me volví tan puto pensaba yo, pero al sentir sus dedos mojados acariciando mis pezones, se me escapó un gemido que lo hizo apretarme más las tetas y de un segundo a otro, levantó su cuerpo y su boca alcanzó la mía, que se abrió para recibir su lengua en un beso mojado, mientras me apretaba una teta. Era una posición incómoda, pero no quería dejar escapar su boca y además, empujé mi cola hacia atrás, haciendo que mi culo sintiera mejor el roce de esa barra de carne.
También se sintió incómodo, de manera que se apartó, pero se ocupó de meter su mano en mi cola, dentro de la tanga y me empujó para que quede boca abajo. Sacó esa mano y se chupó los dedos, volviendo a mi ano y sin preámbulos, empezó a hacer resbalar un dedo en mi culo. Mi única reacción fué levantar la cola, lo que hizo fácil la entrada del dedo mayor. Eso lo envalentonó y se puso de rodillas en mi lateral, pasó la mano bajo mi estómago y haciendo fuerza hacia arriba, me hizo poner en cuatro. Me asusté cuando se puso detrás y me quiso bajar la tanga, pero cuando puse mi mano para impedirlo, me la apartó suavemente y al oído vino a decirme “quietita, que no se va a despertar”. En qué momento pensó que todo estaba permitido? Cómo es que se sintió con derecho a todo? pensé. Por supuesto, recordé la vez que el alcohol me hizo hablar de más. Mis relatos detallados de como Andrea me ponía en cuatro, me chupaba la cola y me penetraba con su arnés, agarrando mis caderas, haciéndome sentir hembra.Lo permití... Le permití avanzar. Bajó mi tanga hasta donde mis piernas estaban flexionadas y no perdió más tiempo, sus manos separando mis nalgas allanaron el camino para su lengua, que se hundió en mi culo de punta, dura, mojada, haciendo círculos. No pensé en nada más que en disfrutar. No digo que no me importaba nada, pero gocé cada segundo. Se dió un banquete chupándome el culo, mi verga estaba casi colgando, goteando sobre la bombacha y un hombre me estaba dando un placer enorme. Sus manos en mis pezones, su cara hundida en mi cola, que se dilataba cada vez más y esa lengua que me enloquecía. Sentí cuando se apoyó en mi espalda, también cuando se bajó de la cama, oí el roce de su short de baño cuando se lo quitaba y por supuesto que me pareció una locura enorme, pero yo estaba dispuesto a tener sexo son mi mujer, de manera que ella iba a jugar con mi cola como tantas veces. Me iba a penetrar con sus juguetes, me iba a humillar, me iba a escupir, me iba a pegar en la cola y terminaríamos cuando yo la penetrara para llenar su vagina de semen...Pero nada de eso se iba a dar y yo seguía queriendo lo mío, y estaba a punto de recibirlo de todas formas…
Oscar estaba desnudo detrás mío, lo vi caminar por el lateral de la cama hasta la cabecera, con su verga en alto. Se acercó tomándome de la nuca, su boca se pegó a la mía por unos segundos. Nos besamos lento, como si nos sobrara el tiempo. Chupé su lengua como si de una verga diminuta se tratase, dándole una señal de lo que esperaba. Al alejarse, dejó su mano sobre mi cabeza, acercando su verga, de la que colgaba un grueso hilo transparente a punto de caer. Ni dudé, me apresuré a tomar ese colgante con mi lengua y atrapar su glande en mi boca. No creí que pudiera una verga sentirse con tan alta temperatura. Era como cuando uno toca a alguien con fiebre, pero en este caso, era mi boca la que recibía ese calor húmedo. Todo era silencio para nosotros y era una música el ronquido de Andrea, que nos confirmaba que podíamos seguir en lo nuestro. Me estremecí cuando sentí como Oscar me agarró fuerte del pelo y me empezó a coger la boca lentamente, sin pausa, dejándome sentir cada vena hinchada con mi lengua. Estiré mi mano derecha y atrapé sus huevos, como quien sostiene una fruta mientras la saborea. Estaba su verga atrapada por mi boca que la succionaba, pero la terminó sacando. Se fue a poner detrás mío, sus fuertes manos me agarraron de las caderas y sin esfuerzo me acercaron al borde de la cama. Escupió su mano y me lleno de saliva la cola y también su verga. No tuvo que hacer mucho esfuerzo. Mi colita estaba adiestrada por mi mujer y se abría como un durazno maduro cuando le hunden los dedos. Su glande se adueñó de mi ano, su rugosidad me impactó. Mi verguita era una vertiente de líquido y colgaba como un clítoris enorme saliendo de mi depilada entrepierna. Pensé nuevamante “como puedo ser tan puto?” y me respondí a mi mismo “ni se ni me importa, me encanta!!”. Mi mujer se había movido en sueños y yo no lo había notado, pero cuando la verga de Oscar invadió mi culo por completo, el apoyó su pecho en mi espalda y al oído me susurró “mirala a Andrea”. Giré la cara y la vi, su remerita se había levantado y el pecho izquierdo estaba por completo a la vista. Ella nunca quiso tríos ni incorporar a nadie más, pero era una tentación en ese momento. De todas formas, sólo la miramos, hasta que veo que Oscar agarra apenas el borde del pijama de ella y lo aparta un poco. Al ser muy holgado, dejó casi toda su vagina a la vista, lo que sentí como afectó a Oscar, ya que su verga bombeaba y palpitaba con más poder dentro mío. Aún así, se mantuvo sin avanzar más y se dedicó a hacerme su hembra, su perra. Me cogió lento, sacando la verga por completo y volviendo a meterla sin siquiera agarrarla, sólo la apuntaba y me perforaba. Nunca había sentido tanto fuego y placer. Estuvo casi dos minutos haciéndome la cola y yo gemía por dentro, hasta que empiezo a sentir como su verga da señales de que va a soltar su leche y yo no aguantaba más, sentí que me iba a deslechar sin tocarme, hasta que giro la cabeza y lo vi...el se había mojado la mano y tenía dos dedos dentro de la concha de Andrea. Ella seguía roncando, piernas abiertas y Oscar cogiéndonos a las dos...No pude más, mi semén brotó como una catarata y alcancé a agarrar la tanga para hacer que caiga en ella para no manchar la cama, mientras sentía un calor profundo...el semen de Oscar llenando mi culo, resbalando y saliendo por los bordes de la verga. Lo recuerdo y me empiezo a mojar otra vez, confirmando que soy una putita enamorada de su verga. Estuvo unos treinta segundos dejando mi culo lleno, luego la sacó lento y vino a que le chupe la verga, cosa que hasta el día de hoy le agradezco, porque ansiaba conocer su sabor y él lo sabía. Se la dejé seca y me tragué todo eso que me resultó un néctar imperdible. Al sacarla, lo miré a los ojos mientras agarraba su mano izquierda y me la llevaba a la boca. Metí entre mis labios los dos dedos que habían penetrado a Andrea, cómo un símbolo de lo que me gustaría que nos atienda a ambas por completo.
Me dió otro largo beso, que nos costó terminar y juntando su short de baño, se fué a su cama. Me levanté sosteniendo la tanga en mi cola, para evitar que el semen ensuciara la cama y me fui al baño, sintiendo como me resbalaba su leche desde mi cola, piernas abajo. Me bañé y me acosté a dormir.
Espero sus puntitos si les gustó el relato y gracias por todas las fotos que me llegan.
3 comentarios - El alcohol me hizo hablar de más...2