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El baile de los espejos

Holis gente linda
Como están está noche de viernes 😃
Yo muy aburrida así que decidí contarles
otra de mis fantasias así conocen un poco
más sobre mis gustos .

El baile de los espejos


El baile de los espejos :

Trata más o menos de una idea que me
vuelve loca de imaginar cuando estoy sola
en casa y entro al baño .

Veo mí mirada al desnudarme para entrar en la ducha y imagino esto :

Me quedé sola en la habitación, desnuda, apenas iluminada por una luz tenue que bañaba los espejos alrededor.

El aire estaba cargado, como si cada reflejo respirara conmigo. Me paré frente al primero… y ahí estaba: yo misma, con los pezones duros, el cuerpo temblando de anticipación.

Deslicé la mano lentamente por mi vientre, rozando el pubis, como si jugara a provocarme. El espejo no mentía: la mujer que me miraba ya estaba húmeda, los labios entreabiertos, los ojos llenos de hambre. Abrí las piernas, sintiendo el cosquilleo que me subía desde la entrepierna hasta el pecho.

Mis dedos encontraron la humedad caliente entre mis labios, y un gemido escapó de mi garganta. Los espejos devolvieron el eco, multiplicándolo, haciéndome sentir rodeada por mil versiones de mí misma masturbándome al mismo tiempo. Un ejército de reflejos que me incitaba a seguir, a ser más descarada.

Me acaricié el clítoris con círculos lentos, mirándome directamente a los ojos. El juego era perverso: yo misma era mi amante, mi público, mi cómplice. Bajé los dedos, mojándolos en mis jugos, y los llevé a mis labios, lamiéndolos despacio, saboreándome como si fuera un banquete prohibido.

Sentí cómo el líquido comenzaba a escurrir por mis muslos, caliente, pegajoso, una confesión que no podía ocultar. Abrí más las piernas, arqueando la espalda, masturbándome con fuerza. Mi respiración se volvió salvaje, jadeante, y cada reflejo me mostraba más puta, más entregada, más sucia.

El orgasmo no vino de golpe, sino en oleadas brutales que me sacudían sin tregua. Mis piernas flaquearon, los músculos dejaron de responderme y me desplomé contra el espejo, resbalando como si mi propio cuerpo se rindiera a la pasión. Sentía que me consumía, que cada espasmo me robaba aire, energía, hasta voluntad.

Caí al suelo temblando, abierta, desbordada, incapaz de parar. Seguía acabando una y otra vez, como si mi sexo no quisiera soltarme, drenándome de fuerza, arrancándome gemidos que ya no eran humanos, sino gritos desgarrados de puro placer.

Quedé allí, tirada frente a mis mil reflejos, sudada, empapada, con la vitalidad escapando de mí… y aún así seguía temblando, convulsionando, atrapada en un orgasmo que no terminaba nunca.

culona

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