Emilio abrió los ojos lentamente, su mente aún nublada por el sueño. El sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas, iluminando tenuemente la sala. Se incorporó en el sofá, frotándose los ojos con una mano mientras intentaba recordar cómo había llegado allí. La última imagen que tenía en la mente era la de Valeria, su cuerpo desnudo y su risa seductora,
pero le costaba creer que no hubiera sido solo un sueño. Con un suspiro, se levantó y miró hacia la cama. Allí estaba ella, tendida de lado, su piel clara brillando bajo la luz matutina. Su cabello negro caía sobre la almohada como una cascada de tinta,
y su cuerpo, desnudo y perfecto, lo dejó sin aliento. Su polla se endureció de inmediato, respondiendo a la visión como si tuviera vida propia.
Se acercó a la cama con pasos lentos, sintiendo el calor de su deseo crecer con cada movimiento. Valeria llacía inmóvil, su respiración suave y regular, ajena a la tormenta que se desataba en el interior de Emilio. Él se detuvo al borde de la cama, admirando las curvas de su cuerpo. Sus pechos pequeños pero firmes se elevaban y caían al ritmo de su respiración, y su cintura estrecha se ensanchaba en caderas que parecían hechas para ser agarradas. Su mirada bajó hasta su vagina, cubierta apenas por la sabana, y su polla palpitó en sus pantalones.
Sin poder contenerse más, Emilio se desabrochó el pantalón y sacó su polla, ya dura y palpitante. La agarró con firmeza, comenzando a masturbarse lentamente mientras observaba el cuerpo de Valeria. Su mente se llenó de imágenes de lo que había ocurrido la noche anterior, o al menos de lo que creía que había ocurrido. ¿Había sido real? ¿O solo un sueño inducido por el deseo? No importaba. En ese momento, lo único que importaba era ella, su cuerpo y la necesidad ardiente que lo consumía.
Se arrodilló junto a la cama, Con cuidado, abrió sus piernas, Su rica vagina estaba hinchada y rosada, los labios ligeramente separados como si lo invitara a entrar.
Emilio no se lo pensó dos veces. Acercó su rostro y comenzó a lamerla con lentitud, saboreando su humedad mientras su polla se tensaba en su mano. Su lengua trazó círculos alrededor de su clítoris, provocándole un gemido suave que lo enloqueció aún más.
Valeria se removió en la cama, su cuerpo arqueándose ligeramente mientras su respiración se aceleraba. Emilio sonrió contra su piel, saboreando su reacción. Con cada lamida, cada succión, ella se movía más, sus gemidos llenando el aire.
Él sabía que estaba cerca de despertarla por completo, y la idea lo excitaba aún más. Quería que abriera los ojos y lo viera, que supiera que él estaba allí, listo para dominarla y hacerla suya.
De repente, Valeria abrió los ojos de golpe, su mirada nublada por el sueño y el placer. Al ver a Emilio entre sus piernas, un gemido intenso escapó de su boca, su cuerpo retorciéndose bajo su toque. Él levantó la cabeza, mirándola con una sonrisa satisfecha.
—Buenos días —murmuró, su voz ronca y llena de deseo.
Valeria lo miró, su respiración entrecortada, y sonrió débilmente.
—¿Es esto un sueño? —preguntó, su voz temblorosa.
Emilio negó con la cabeza, su mano aún moviéndose sobre su polla.
—No, esto es muy real —respondió, acercándose más a ella—. Y apenas estamos comenzando.
Sin decir más, se puso de pie, agarrando a Valeria del cabello la puso boca abajo . Ella lo miró con ojos brillantes, su cuerpo temblando de anticipación. Emilio no perdió tiempo. Agarró su polla y la guió hacia la boca de Valeria,
empujando con firmeza hasta que sus labios rodearon la cabeza.
—Chupa —ordenó, su voz autoritaria y llena de deseo.
Valeria obedeció sin dudarlo, su boca cálida y húmeda envolviendo su polla mientras comenzaba a mover la cabeza hacia arriba y hacia abajo. Emilio cerró los ojos, disfrutando de la sensación de su boca trabajándolo con habilidad.
Con una mano en su cabello la controlaba por completo, dictando el ritmo y la intensidad de su placer.
La folló por la boca, empujando con fuerza hasta que su polla golpeó el fondo de su garganta. Valeria gimió alrededor de él, su cuerpo temblando mientras intentaba respirar. A Emilio no le importó. Quería que se sintiera dominada, que supiera que él estaba al mando.
De repente, La arrojó a la cama se puso entré sus piernas y la penetro Valeria se tensó, sus paredes apretando su polla como si intentaran extraer cada gota de placer. Su cuerpo se retorció, sus ojos se cerraron y un gemido ahogado escapó de su garganta. Emilio sonrió, sintiendo su orgasmo acercándose. Sin dejarla reaccionar, puso sus piernas sobre los hombros y la embistió con intensidad.
—Aún no hemos terminado —murmuró, su voz ronca y llena de promesa.
Valeria lo miró con ojos brillantes, su cuerpo aún temblando su orgasmo apunto de llegar. Emilio no perdió tiempo. la puso en cuatro y empujó con fuerza, enterrándose en ella hasta el fondo. Valeria gimió, su cuerpo se estremecía mientras lo recibía por completo.
Él comenzó a moverse con intensidad, sus bolas chocando contra sus nalgas con fuerza. Con una mano el sujetaba su cabello y la otra en su cadera, la controlaba por completo, Valeria se retorcía sus gemidos llenando el aire mientras su cuerpo respondía a cada embestida.
Emilio sabía que estaba cerca. Su polla palpitaba dentro de ella, y su respiración se agitaba con cada movimiento. Valeria con ojos suplicantes, su cuerpo temblando mientras lo sentía acercarse al borde.
—Ven conmigo —murmuró el, su voz ronca y llena de deseo.
Valeria asintió, su cuerpo arqueándose mientras lo sentía llenarla por completo. Sus ojos se pusieron en blanco, su boca se abrió en un gemido ahogado y su cuerpo se tensó mientras alcanzaba su clímax. Emilio la
puso de rodillas y termino en su cara, su polla palpitando mientras vaciaba su semen en su cara y tetas.
Cuando terminó, se dejó caer sobre ella, su respiración agitada y su corazón latiendo con fuerza. Valeria lo abrazó, su cuerpo aún temblando mientras sonreía con satisfacción.
—¿Esto es solo el comienzo, verdad? —preguntó, su voz suave y llena de promesa.
Emilio sonrió, besando su frente mientras se acurrucaba a su lado.
—Esto es solo el comienzo —respondió, su voz ronca y llena de deseo.
Y mientras se quedaban allí, entrelazados y satisfechos, sabían que este era solo el primer capítulo de una historia que prometía ser intensa, apasionada y llena de placer.
pero le costaba creer que no hubiera sido solo un sueño. Con un suspiro, se levantó y miró hacia la cama. Allí estaba ella, tendida de lado, su piel clara brillando bajo la luz matutina. Su cabello negro caía sobre la almohada como una cascada de tinta,
y su cuerpo, desnudo y perfecto, lo dejó sin aliento. Su polla se endureció de inmediato, respondiendo a la visión como si tuviera vida propia.
Se acercó a la cama con pasos lentos, sintiendo el calor de su deseo crecer con cada movimiento. Valeria llacía inmóvil, su respiración suave y regular, ajena a la tormenta que se desataba en el interior de Emilio. Él se detuvo al borde de la cama, admirando las curvas de su cuerpo. Sus pechos pequeños pero firmes se elevaban y caían al ritmo de su respiración, y su cintura estrecha se ensanchaba en caderas que parecían hechas para ser agarradas. Su mirada bajó hasta su vagina, cubierta apenas por la sabana, y su polla palpitó en sus pantalones.
Sin poder contenerse más, Emilio se desabrochó el pantalón y sacó su polla, ya dura y palpitante. La agarró con firmeza, comenzando a masturbarse lentamente mientras observaba el cuerpo de Valeria. Su mente se llenó de imágenes de lo que había ocurrido la noche anterior, o al menos de lo que creía que había ocurrido. ¿Había sido real? ¿O solo un sueño inducido por el deseo? No importaba. En ese momento, lo único que importaba era ella, su cuerpo y la necesidad ardiente que lo consumía.
Se arrodilló junto a la cama, Con cuidado, abrió sus piernas, Su rica vagina estaba hinchada y rosada, los labios ligeramente separados como si lo invitara a entrar.
Emilio no se lo pensó dos veces. Acercó su rostro y comenzó a lamerla con lentitud, saboreando su humedad mientras su polla se tensaba en su mano. Su lengua trazó círculos alrededor de su clítoris, provocándole un gemido suave que lo enloqueció aún más.
Valeria se removió en la cama, su cuerpo arqueándose ligeramente mientras su respiración se aceleraba. Emilio sonrió contra su piel, saboreando su reacción. Con cada lamida, cada succión, ella se movía más, sus gemidos llenando el aire.
Él sabía que estaba cerca de despertarla por completo, y la idea lo excitaba aún más. Quería que abriera los ojos y lo viera, que supiera que él estaba allí, listo para dominarla y hacerla suya.
De repente, Valeria abrió los ojos de golpe, su mirada nublada por el sueño y el placer. Al ver a Emilio entre sus piernas, un gemido intenso escapó de su boca, su cuerpo retorciéndose bajo su toque. Él levantó la cabeza, mirándola con una sonrisa satisfecha.
—Buenos días —murmuró, su voz ronca y llena de deseo.
Valeria lo miró, su respiración entrecortada, y sonrió débilmente.
—¿Es esto un sueño? —preguntó, su voz temblorosa.
Emilio negó con la cabeza, su mano aún moviéndose sobre su polla.
—No, esto es muy real —respondió, acercándose más a ella—. Y apenas estamos comenzando.
Sin decir más, se puso de pie, agarrando a Valeria del cabello la puso boca abajo . Ella lo miró con ojos brillantes, su cuerpo temblando de anticipación. Emilio no perdió tiempo. Agarró su polla y la guió hacia la boca de Valeria,
empujando con firmeza hasta que sus labios rodearon la cabeza.
—Chupa —ordenó, su voz autoritaria y llena de deseo.
Valeria obedeció sin dudarlo, su boca cálida y húmeda envolviendo su polla mientras comenzaba a mover la cabeza hacia arriba y hacia abajo. Emilio cerró los ojos, disfrutando de la sensación de su boca trabajándolo con habilidad.
Con una mano en su cabello la controlaba por completo, dictando el ritmo y la intensidad de su placer.
La folló por la boca, empujando con fuerza hasta que su polla golpeó el fondo de su garganta. Valeria gimió alrededor de él, su cuerpo temblando mientras intentaba respirar. A Emilio no le importó. Quería que se sintiera dominada, que supiera que él estaba al mando.
De repente, La arrojó a la cama se puso entré sus piernas y la penetro Valeria se tensó, sus paredes apretando su polla como si intentaran extraer cada gota de placer. Su cuerpo se retorció, sus ojos se cerraron y un gemido ahogado escapó de su garganta. Emilio sonrió, sintiendo su orgasmo acercándose. Sin dejarla reaccionar, puso sus piernas sobre los hombros y la embistió con intensidad.
—Aún no hemos terminado —murmuró, su voz ronca y llena de promesa.
Valeria lo miró con ojos brillantes, su cuerpo aún temblando su orgasmo apunto de llegar. Emilio no perdió tiempo. la puso en cuatro y empujó con fuerza, enterrándose en ella hasta el fondo. Valeria gimió, su cuerpo se estremecía mientras lo recibía por completo.
Él comenzó a moverse con intensidad, sus bolas chocando contra sus nalgas con fuerza. Con una mano el sujetaba su cabello y la otra en su cadera, la controlaba por completo, Valeria se retorcía sus gemidos llenando el aire mientras su cuerpo respondía a cada embestida.
Emilio sabía que estaba cerca. Su polla palpitaba dentro de ella, y su respiración se agitaba con cada movimiento. Valeria con ojos suplicantes, su cuerpo temblando mientras lo sentía acercarse al borde.
—Ven conmigo —murmuró el, su voz ronca y llena de deseo.
Valeria asintió, su cuerpo arqueándose mientras lo sentía llenarla por completo. Sus ojos se pusieron en blanco, su boca se abrió en un gemido ahogado y su cuerpo se tensó mientras alcanzaba su clímax. Emilio la
puso de rodillas y termino en su cara, su polla palpitando mientras vaciaba su semen en su cara y tetas.
Cuando terminó, se dejó caer sobre ella, su respiración agitada y su corazón latiendo con fuerza. Valeria lo abrazó, su cuerpo aún temblando mientras sonreía con satisfacción.
—¿Esto es solo el comienzo, verdad? —preguntó, su voz suave y llena de promesa.
Emilio sonrió, besando su frente mientras se acurrucaba a su lado.
—Esto es solo el comienzo —respondió, su voz ronca y llena de deseo.
Y mientras se quedaban allí, entrelazados y satisfechos, sabían que este era solo el primer capítulo de una historia que prometía ser intensa, apasionada y llena de placer.
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