Aclaro soy de zona sur Lanús, solo CONOZCO a los suscriptores de mi grupo VIP de telegram (después tengo uno gratis)
Mi user: ROMALA89
y si acepto propuesta indecentes ahjaja
Fuimos al Plaza Oeste a buscar unas bucaneras divinas, bien ajustadas. Eran tipo las 20 hs. Dimos una vuelta por el shopping, probando cosas, y para cuando salimos ya eran como las 21:30.
En el viaje de regreso, por Ruta 4, a la altura de San Justo, Martín me tira medio serio, medio en chiste:
—¿Y si te hago unas fotos acá?
Cada tanto, en las esquinas, se veían chicas trabajando.
Yo siempre tengo mi bolsito con “la ropa de emergencia” en la camioneta, por si pinta algo. Así que, sin pensarlo, me cambié ahí mismo. Me bajé, posamos para unas fotos, y Martín me dice:
—Doy una vuelta a la manzana y te filmo.
—Dale —le respondí, sonriendo.
Mientras él se alejaba, un camión se detuvo y el conductor me hizo señas. Yo no entendía bien, me hice la distraída y le mandé un mensaje a Martín. Él me contesta:
—Justo estoy atrás… acercate y descartalo.
Me acerqué, le dije al camionero que estaba esperando un remis que acababa de llegar, y él me responde con un “qué lástima” y una mirada intensa. Me pregunta cuánto, y yo, improvisando, le tiro un número rápido. Me dice que sí sin dudar.
Salgo apurada hacia la camioneta y le cuento a Martín, que se mata de risa y me dice:
—¡Haceme una videollamada!
Respiro hondo, vuelvo sobre mis pasos y me subo al camión. La cabina estaba en penumbras, el olor a gasoil mezclado con un perfume fuerte. El conductor me mira fijo, con una sonrisa que dice más que mil palabras. Afuera, las luces de la ruta seguían pasando, pero ahí adentro el tiempo parecía haberse detenido.
Su voz sonaba grave cuando me hablaba. Yo podía sentir cómo me recorría con la mirada. No hizo falta decir mucho; el ambiente ya estaba cargado. Mis manos jugaban con el borde de las bucaneras, y él se acercaba lentamente, como si cada movimiento estuviera calculado.
No voy a dar todos los detalles… pero digamos que cuando bajé del camión, Martín ya me estaba esperando con esa sonrisa cómplice que tenemos desde siempre. Y en la memoria —y en su teléfono— quedó registrado algo que esa noche ninguno de los dos va a olvidar.
Mi user: ROMALA89
y si acepto propuesta indecentes ahjaja
Fuimos al Plaza Oeste a buscar unas bucaneras divinas, bien ajustadas. Eran tipo las 20 hs. Dimos una vuelta por el shopping, probando cosas, y para cuando salimos ya eran como las 21:30.
En el viaje de regreso, por Ruta 4, a la altura de San Justo, Martín me tira medio serio, medio en chiste:
—¿Y si te hago unas fotos acá?
Cada tanto, en las esquinas, se veían chicas trabajando.
Yo siempre tengo mi bolsito con “la ropa de emergencia” en la camioneta, por si pinta algo. Así que, sin pensarlo, me cambié ahí mismo. Me bajé, posamos para unas fotos, y Martín me dice:
—Doy una vuelta a la manzana y te filmo.
—Dale —le respondí, sonriendo.
Mientras él se alejaba, un camión se detuvo y el conductor me hizo señas. Yo no entendía bien, me hice la distraída y le mandé un mensaje a Martín. Él me contesta:
—Justo estoy atrás… acercate y descartalo.
Me acerqué, le dije al camionero que estaba esperando un remis que acababa de llegar, y él me responde con un “qué lástima” y una mirada intensa. Me pregunta cuánto, y yo, improvisando, le tiro un número rápido. Me dice que sí sin dudar.
Salgo apurada hacia la camioneta y le cuento a Martín, que se mata de risa y me dice:
—¡Haceme una videollamada!
Respiro hondo, vuelvo sobre mis pasos y me subo al camión. La cabina estaba en penumbras, el olor a gasoil mezclado con un perfume fuerte. El conductor me mira fijo, con una sonrisa que dice más que mil palabras. Afuera, las luces de la ruta seguían pasando, pero ahí adentro el tiempo parecía haberse detenido.
Su voz sonaba grave cuando me hablaba. Yo podía sentir cómo me recorría con la mirada. No hizo falta decir mucho; el ambiente ya estaba cargado. Mis manos jugaban con el borde de las bucaneras, y él se acercaba lentamente, como si cada movimiento estuviera calculado.
No voy a dar todos los detalles… pero digamos que cuando bajé del camión, Martín ya me estaba esperando con esa sonrisa cómplice que tenemos desde siempre. Y en la memoria —y en su teléfono— quedó registrado algo que esa noche ninguno de los dos va a olvidar.
0 comentarios - Prostituta por primera vez