Capítulo 13: Noche de Pasión Prohibida
Erica, tan sensual en el comedor, no dijo nada sobre estar en ropa interior frente a su hijo. Era como si nada estuviera pasando. En cambio, Miguel no sabía qué hacer ni qué pensar. Veía los senos de su madre y sus pezones de frente, y solo escuchaba hablar a su madre sin ponerle cuidado a lo que ella decía. Solo la miraba, sorprendido de lo que estaba viendo. Así pasó el desayuno, y cuando Erica se acercó a recoger los platos, le dijo: "Hijo, vete a bañar, y ya nos vemos." Se acercó a su cara y le dio un beso en la boca. Miguel, sin saber qué hacer, solo se levantó, pensando: "¿Qué está pasando?" Se fue a su habitación, incapaz de procesar lo que había sucedido. Una erección apareció de pensar en ver a su madre en ropa interior y del beso en la boca que había recibido. Se masturbó, imaginando a su madre, y no salió de su habitación hasta la noche, cuando escuchó la voz de su madre: "Hijo, ven, te quiero mostrar algo."
Salió y vio que su madre estaba solo en hilo, con sus pechos totalmente desnudos. Estaba hermosa y sexy, y tenía una copa de vino en su mano. Miguel no sabía qué decir. "Hijo, ven. Es una película de amor entre una madre y un hijo, mamá, de verdad," dijo Erica, con una sonrisa pícara. "Es lo que tú quieres, y yo te lo voy a dar. Lo que mi hijo me pida," añadió, ya perdida por las sensaciones que le producía su hijo.
Le entregó la copa de vino y le dio un beso muy apasionado en la boca. Miguel, sin saber cómo reaccionar, solo se dejó llevar. Se sentaron uno al lado del otro, e inició una película muy erótica de los años 60, historias de un hijo enamorado de su madre. "Parece algo que conozco," dijo Erica, con una sonrisa, y le dio otro beso. Miguel, con más confianza, le siguió el beso y acarició a su madre, primero su cara y luego sus brazos, sin pasar más allá, hasta que ella le puso las manos en sus pechos. "Es lo que quieres, hijo. Así," dijo, y se dejó llevar. Los tocó suavemente y los besó con deseo. Ella gimió de excitación, dejándose llevar sin pensar que estaba haciendo algo prohibido para una madre y un hijo. "Solo será esta noche y nunca más. Házme lo que quieras. Me dejaré, pero nunca más. Esto no está bien," dijo, mirándolo a los ojos.
Miguel, con una mezcla de deseo y determinación, le bajó el hilo y le hizo sexo oral. Erica, perdida en el placer, se dejó llevar. Se puso el pene en la boca de su hijo, y lo mamó con delicadeza, explorando cada centímetro de su miembro. Cambiaron de posición, y Miguel la penetró, primero lentamente, luego con más fuerza, mientras ella gemía y se movía al ritmo de sus embestidas. Hicieron de todo, probando diferentes poses, cada una más erótica que la anterior. Ella sentía orgasmos, uno tras otro, y él, finalmente, se vino dentro de su madre, llenándola por completo.
Así acabó la noche entre madre e hijo, una noche de pasión prohibida y deseo incontrolable. Erica se paró, lo besó en la mejilla, lo miró a los ojos, y se fue a su habitación, dejando a Miguel con una mezcla de satisfacción y confusión, preguntándose si esa había sido la única vez o si habría más.
Erica, tan sensual en el comedor, no dijo nada sobre estar en ropa interior frente a su hijo. Era como si nada estuviera pasando. En cambio, Miguel no sabía qué hacer ni qué pensar. Veía los senos de su madre y sus pezones de frente, y solo escuchaba hablar a su madre sin ponerle cuidado a lo que ella decía. Solo la miraba, sorprendido de lo que estaba viendo. Así pasó el desayuno, y cuando Erica se acercó a recoger los platos, le dijo: "Hijo, vete a bañar, y ya nos vemos." Se acercó a su cara y le dio un beso en la boca. Miguel, sin saber qué hacer, solo se levantó, pensando: "¿Qué está pasando?" Se fue a su habitación, incapaz de procesar lo que había sucedido. Una erección apareció de pensar en ver a su madre en ropa interior y del beso en la boca que había recibido. Se masturbó, imaginando a su madre, y no salió de su habitación hasta la noche, cuando escuchó la voz de su madre: "Hijo, ven, te quiero mostrar algo."
Salió y vio que su madre estaba solo en hilo, con sus pechos totalmente desnudos. Estaba hermosa y sexy, y tenía una copa de vino en su mano. Miguel no sabía qué decir. "Hijo, ven. Es una película de amor entre una madre y un hijo, mamá, de verdad," dijo Erica, con una sonrisa pícara. "Es lo que tú quieres, y yo te lo voy a dar. Lo que mi hijo me pida," añadió, ya perdida por las sensaciones que le producía su hijo.
Le entregó la copa de vino y le dio un beso muy apasionado en la boca. Miguel, sin saber cómo reaccionar, solo se dejó llevar. Se sentaron uno al lado del otro, e inició una película muy erótica de los años 60, historias de un hijo enamorado de su madre. "Parece algo que conozco," dijo Erica, con una sonrisa, y le dio otro beso. Miguel, con más confianza, le siguió el beso y acarició a su madre, primero su cara y luego sus brazos, sin pasar más allá, hasta que ella le puso las manos en sus pechos. "Es lo que quieres, hijo. Así," dijo, y se dejó llevar. Los tocó suavemente y los besó con deseo. Ella gimió de excitación, dejándose llevar sin pensar que estaba haciendo algo prohibido para una madre y un hijo. "Solo será esta noche y nunca más. Házme lo que quieras. Me dejaré, pero nunca más. Esto no está bien," dijo, mirándolo a los ojos.
Miguel, con una mezcla de deseo y determinación, le bajó el hilo y le hizo sexo oral. Erica, perdida en el placer, se dejó llevar. Se puso el pene en la boca de su hijo, y lo mamó con delicadeza, explorando cada centímetro de su miembro. Cambiaron de posición, y Miguel la penetró, primero lentamente, luego con más fuerza, mientras ella gemía y se movía al ritmo de sus embestidas. Hicieron de todo, probando diferentes poses, cada una más erótica que la anterior. Ella sentía orgasmos, uno tras otro, y él, finalmente, se vino dentro de su madre, llenándola por completo.
Así acabó la noche entre madre e hijo, una noche de pasión prohibida y deseo incontrolable. Erica se paró, lo besó en la mejilla, lo miró a los ojos, y se fue a su habitación, dejando a Miguel con una mezcla de satisfacción y confusión, preguntándose si esa había sido la única vez o si habría más.
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