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La puta profesora (relato cedido)

La profesora puta nos cuenta sus aventuras con unos alumnos que si son discretos:

He llevado 18 años en la educación y durante ese tiempo he desarrollado un método para recompensar a mis alumnos. Después de perder a mi pareja, me encontré sola y sin alguien con quién follar. Así que decidí que los estudiantes serían mis nuevos compañeros de juego.

En primer lugar, busco a alguien que pueda mantener el secretos. Así impedimos que luego me denuncien. Luego, cuando ya ha pasado el filtro, comienzo a hablarles sobre temas eróticos o si aún es virgen, cosas como esas. Les envío fotos en ropa interior, jugando con mis juguetes sexuales o desnuda directamente.

Y finalmente, les invito a quedarse después de clases para follarlos. He logrado quitarle la virginidad a varios y conocer todo tamaño de pollas imaginables, aunque no soy quisquillosa con el tamaño o grosor. Ya he encontrado un nuevo fetiche: me gusta enseñarles cómo follar a una dama.

He entrenado sexualmente a muchos estudiantes y les he enseñado cómo hacerlo correctamente. Les muestro las técnicas correctas para dar placer a una mujer y les hago practicar conmigo en el aula de clase después de la hora.

A los que viven más cerca mío, también les doy clases especiales los fines de semana. Me gusta enseñarles cómo hacerlo mejor.

Finalmente, llegó uno de ellos a mi casa para una sesión especial. Era un hombre guapo y se veía nervioso, se notaba que no tenia experiencia con las mujeres. Sin embargo, me gustaba su inocencia y su pasión por follar.

Me acerqué a él y le dije: "Vamos querido empecemos nuestra sesión"

Él se inclinó hacia adelante y comenzó a besar mi cuello. Me sentí tan excitada por su pasión que inconscientemente le agarre la polla, la tenia dura como piedra.

Después de unos minutos, él me llevó hasta el sillón del living y comenzó a desnudarme lentamente. Me encantaba ver cómo lo hacía con tanto cuidado.

Finalmente, él me abrió de piernas y comenzó a follarme mientras yo me afirmaba de mis pies. Me sentí como si estuviera en el cielo, me daba como un animal salvaje, mi pobre coñito succionaba su polla en cada embiste. "si así se hace querido", le decía.

Después de unos minutos, él me comento que se iba a correr y yo le dije: "solo a la mujer que querrás como mujer debes echárselo dentro. A mi dámelo en la cara" el se salió de mi y se escurrió en toda mi cara y tetas. Me miró con los ojos brillantes y sonriendo de satisfacción. 

Y así he vivido los últimos 18 años sin pasar hambre de buenas vergas. He disfrutado de mi libertad, de mi poder sobre mis estudiantes y de mis propias necesidades sexuales.

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