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El problema de los seis cuerpos (7)

Capítulo 1, Capítulo 2, Capítulo 3, Capítulo 4, Capítulo 5, Capítulo 6

Pasé una semana maravillosa. El lunes, Valentina me hizo más ameno el trabajo. Me regaló una mamada bajó la mesa durante una reunión y luego la puse contra la mesa del ordenador. Después del trabajo, tuvo un detalle curioso. Me acompañó a la compra, y al volver disfrutamos del resto de la tarde, hasta que se marchó después de cenar. El martes, Daniel vino a pasar el día conmigo. Tenía trabajo, como me había dicho, pero era más divertido trabajar con alguien al lado, sobre todo cuando os podéis hacer una paja mutuamente, o que de pronto tú amigo se te subiera encima y te montase durante un buen rato para quitarte el estrés.

Valentina volvió a asomar la cabeza el miércoles. Ahora que se encontraba mejor, se reservó un poco mostrarse tan vulnerable, pero aún así lo pasamos de miedo. La puse sobre la encimera de la cocina y contra la mampara de la ducha, y luego ella cabalgó sobre mi en la silla del ordenador y en el sofá. El jueves, Daniela vino a verme. Cómo había terminado sus quehaceres, se quedó en ropa interior para mí. Me hizo un masaje en los hombros mientras trabajaba, y luego se dispuso a complacerme cada momento que podía. Me despertaba incomodidad y ternura a partes iguales, pero las palabras “quiero hacerlo” susurradas en mi oreja me despejó lo incómodo.

Y de ese modo, llegó el viernes. Ni Valentina ni Dani vinieron a verme. Ambos se preparaban para la noche, como habíamos acordado. Cuando por fin terminé de trabajar, me vestí. Avisé a Dani de que iba a por él y pedí un taxi. Fui hacia su casa, donde él se montó y a continuación pedí al taxista seguir a casa de Valentina.

“Y luego nos lleva a otro sitio”, le indiqué. El taxista sonrió. Aquel trayecto le iba a llenar bastante el bolsillo.

Sobre todo cuando paramos en la calle de Valentina, que Dani y yo nos bajamos para hacer las presentaciones oportunas.

“Encantada”, dijo Valentina, y se saludaron con dos besos. Iba impresionante, con un vestido estilo mono de trabajo, que dejaba abierta toda la zona del escote (sin sujetador), y la parte del pantalón le hacía un culazo.

“I-Igualmente”, respondió Daniel, un poco cortado ante aquel bellezón. Con sinceridad, Daniela era atractiva, pero estaban en diferentes niveles.

Temí que al taxista se le descontrolase el coche de tanto que le vi por el retrovisor mirar a Valentina, que además había ocupado el asiento trasero de en medio, de modo que podía atendernos a Dani y a mi al mismo tiempo. Llegamos por fin al sitio donde íbamos a cenar. Era un poco caro para mi gusto pero la ocasión lo merecía.

Disfrutamos de una cena ligera y un ambiente bastante agradable. Valentina y Dani parecieron conectar rápido. Casualidades, habían estudiado en los mismos colegios e institutos, aunque se llevaban 3 años de diferencia, por lo que no habían coincidido. Pero sí pusieron a caldo a algunos profesores. Además, Valentina tuvo ocasión de presumir de su trabajo como fotógrafa, al que Dani le prestó mucho interés.

“¿Y cómo os conocisteis?”, preguntó Valentina. Dejé a Daniel hablar.

“Pues de casualidad, tomando una copa. Yo llevaba un tiempo jodidillo, y coincidimos en la barra. Y empezamos a hablar y desde entonces me ha ayudado un montón”, comentó. Creo que fue consciente del tono embelesado en que lo decía, pues le noté preocupado. Pero Valentina no se fijó, o no le importó.

“Por eso me gusta tenerle cerca”, reconoció Valentina para mi sorpresa. “Mira, se va a poner colorado”

“Eso es mentira”, repliqué mientras se me acumulaba la sangre en la cabeza.

“Bueno. ¿Puedo ser franca?”, preguntó. Dani y yo nos miramos y asentimos. “Los tres sabemos a qué hemos venido. Y, lo reconozco, me lo estoy pasando muy bien. No está bien que me escondas a estos amigos, JP”, me bromeó. “Y a Daniel le he visto mirarme varias veces, por lo que creo que le he gustado”, mi amigo bajó la cabeza, avergonzado. “Eh, tranquilo. Que también me has gustado tú. Pero ahora que estamos aquí los tres, y que ya vamos a pagar, quiero que me confirméis que entre vosotros no habrá problemas si nos acostamos”

“¿No íbamos a hacer un trío?”, murmuró Dani.

“Claro, pero incluso eso implica que habrá mucho contacto entre nosotros. No quiero hacer daño a JP si me ve disfrutar contigo, ni quiero que pienses que en algún momento te puedo dar de lado”

“No te preocupes por eso. Ya hablamos entre nosotros”, dije para tranquilizarla.

“Vale. Y… ¿los roces?”, preguntó. Daniel y yo nos miramos sin entender. “Que vais a estar en pelotas en la misma cama conmigo. Y es muy cortarrollos que dos tíos empiecen a chillar como nenas porque el pito de uno ha rozado el otro o porque han chocado sus culos”

Tuve que contenerme para no echarme a reír.

“Descuida. Estaremos bien”, aseguré. “¿Verdad, Dani?”, pregunté. Este asintió. “Así que, cuando queráis, mi piso nos espera”, les ofrecí.

“Creo que ya va siendo hora. ¡La cuenta, por favor!”, pidió Valentina a la camarera.

Ḿientras pagábamos, Dani fue pidiendo el taxi. No tuvimos que esperar mucho. Valentina empezó a desatarse en el coche. No era plan de besarse con los dos en el vehículo, pero sí nos puso la mano sobre el paquete a los dos, y nosotros le correspondimos acariciando sus piernas. Lástima que no llevase falda. Podríamos haberle sobado las tetas, pero no queríamos que nos pillase nuestra conductora de la noche.

Llegamos por fin a mí calle. Apenas nos quedamos solos, Valentina tiró de mí y me dió un buen morreo. Con el otro brazo, atrajo a Dani hacia ella, a quién besó a continuación. Él y yo habíamos acordado omitir nuestras señales de cariño ante ella, de modo que no nos tocamos. Entramos al portal y subimos a mí planta en el ascensor, donde los dos aprovechamos a tocarle, ahora sí, las tetas a mi amiga. Esta parecía sorprendida cuando, entre los dos, la acorralamos en una de las esquinas.

“¿Tantas ganas me tenéis?”, preguntó divertida. “No os cortéis, chicos… soy vuestra esta noche”

“Y nosotros, tuyos”, le recordé cuando llegamos a mí planta.

Nos apresuramos en entrar a mí piso y cerré la puerta. Valentina ya se estaba besando con Dani. Yo me acerqué por su espalda y empecé a besar su cuello. Empecé a tirar de las mangas de su traje-mono, dejándola en bragas. Cuando me incorporé, se dió la vuelta para atacar mi boca, mientras Daniel seguía tras ella, acariciando sus tetas. Yo le bajé las bragas, y luego los chicos nos dispusimos a desnudarnos para ella. Pero nos detuvo.

“Sí sois míos, de los pantalones me encargo yo”, dijo mientras nos llevaba a mi cama. Se sentó en el borde, y Daniela y yo empezamos a desnudarnos de cintura para arriba mientras Valentina nos abría las braguetas. Cuando nos hubo quitado los pantalones, empezó a tocarnos el paquete a la vez. “Me encanta lo que se esconde por aquí”, le dijo a Dani, “y ya echaba esto de menos”, añadió, dirigiéndose a mí.

“Valentina… ¿vas a empezar así?”, preguntó Dani cuando nos bajó los pantalones.

“Por supuesto. Y más ahora que he visto estas pollas preparadas para mí”, respondió ella. La vimos pasarse la lengua por los labios y empezó chupando mi picha a la vez que masturbaba a Daniel. Guau, le ponía ganas nada más empezar. Me la agitó un poco y la chupó de nuevo, antes de cambiar hacia la polla de Dani. Nos acercó un poco más. Cadera con cadera. Y por supuesto, no hicimos ningún gesto incómodo. Eso pareció gustar a Valentina, que se esmeró más en las mamadas que nos hacía por turnos.

Diosh, hashía musho gue no dishfrutaba de dosh poias para mi shola”, suspiró, mientras nos hacía la paja a la vez. “Me encantan…”

“¿Nos vas a tener aquí toda la noche?”, preguntó Dani. Valentina le miró sin encender.

“Tiene razón. Ponte en cuatro, nena”, le ordené.

Dani se sorprendió aún más cuando, al hacerme caso, Valentina se puso a lo perrito en la cama, pero solo con la intención de seguir disfrutando de su polla, mientras yo me ponía detrás de ella y empezaba a chupar su coñito. Miré a mi amigo desde mi posición, que estaba completamente colorado. Le sonreí y continué dedicándome al chocho de mi amiga, bien sujeto a su culo. Adoraba el salado sabor que tenía.

“Un momento, chicos”, dijo Valentina, con su mano ocupada en la picha de Dani. “Que JP también necesita un estímulo”

“Ver tu culo ya me pone a cien”, respondí

“Ya. Pero no. Ponte la gomita”, me ordenó, y yo hice caso.

Así, me tumbé en la cama bocarriba, con mi picha lista para mi amiga, quien se dejó caer sobre mi polla rígida. Desde mi posición podía ver a Dani, de rodillas a su lado, dándole acceso para que se la siguiera chupando. Era la primera vez que hacía un trío con mi amiga y me encantaba lo bien que se desenvolvía.

Me sujeté a sus caderas y empecé a follarla desde mi posición, mientras ella seguía rebotando sobre mi picha y metiéndose y sacándose la polla de Dani de la boca. Este le apartó el cabello, parecía embelesado por la técnica de Valentina.

“¿Lo pasáis bien?”, preguntó, sin detener sus caderas.

“Mucho. ¿Tú estás bien?”, respondí.

“En el cielo… me encantan vuestras pollas”; aseguró, y volvió a chupársela a nuestro amigo mientras su cuerpo parecía moverse solo. Me fascinaba ver cómo gozaba despreocupada. Sabía llevarnos y a la vez se ocupaba de nosotros. Probé a estrujar su culo, estirando sus nalgas suavemente. Valentina aumentó el ritmo por el cual me cabalgaba, y me fijé en Dani probando a meter y sacar su polla de la boca de nuestra amiga. Esta se llevó un dedito a su rajita, estimulándose al mismo tiempo que mi polla entraba y salía de ella. Y empecé a correrme, llenando el condón, mientras Valentina chorreba sobre mis piernas… y Dani se corría en su boca.

“¡Lo siento! ¡Lo siento, lo siento!”, exclamó, horrorizado. “¡Valentina, perdóname…!”

“¿Por qué? ¿Por gozarlo tanto con mi mamada?”, bromeó ella. “No pasa nada porque esto pase”

De modo que nos movimos, con Valentina tumbada ahora en la cama. Me hizo pasar una pierna por encima de su cabeza. Le acerqué mi polla a la boca para que me la chupase, a su ritmo, mientras Daniel tenía la cabeza entre sus piernas, para chupar su coño. Él aprovechaba para tocarle las tetas mientras disfrutaba de su sabor. Yo aparté un mechón que Valentina tenía sobre los ojos, y la miré con ternura. Ella me devolvió la mirada, con los ojos muy abiertos, y me dedicó una sonrisa en un momento en que mi polla se salía de su boca.

“¿Estás bien así?”, pregunté.

“Esto es un regalo, JP… acércamela, que no llego”, me pidió mientras intentaba estirar los labios. Volví a dirigir mi picha a su boquita, y me la volvió a chupar.

“¿Y tus manos?”, bromeé.

“Para pajearte mejor”, rió y empezó a hacerme una. “Sube un poco más…”

Obedecí y así me pudo chupar los huevos. Dios, qué bien se le daba. Luego volví hacia atrás para darle acceso a mi polla con normalidad. Daba un gusto especial cuando gemía, haciéndome vibrar la picha, a causa del placer que recibía de la lengua de Daniel, quien le daba buena caña al coñito de nuestra amiga.

Pero esta no estaba dispuesta a dejarse hacer sin más, y volvimos a movernos. Le puso el preservativo a Daniel, quien se sentó en la cama, y ella se subió a horcajadas sobre él. Yo me apliqué lubricante sobre mi picha, y me puse tras ella. Con cuidado, se la empecé a meter por el culo. Suavemente. Ella se movía sobre la picha de Dani, y luego se la metía un poco más, para adaptarse a la sensación. Por suerte, su ano y mi polla se conocían bien y no me costó mucho adaptarnos.

Y así nuestra amiga pudo disfrutar de sentirnos a los dos a la vez dentro de ella. Se movió lento al principio, pero su experiencia nos quedó clara cuando no tardó en empezar a cabalgar sobre nosotros a buen ritmo. Se besó con Dani mientras yo masajeaba sus tetas. Él y yo empezamos a besuquear su cuello. Y, en cierto momento, coincidimos en el mismo, y nos dimos un beso. Tragamos saliva y continuamos moviéndonos con ganas debajo de Valentina, quien echó la cabeza hacia atrás de placer.

Nos corrimos casi a la vez, siendo Dani el primero en correrse. Yo eyaculé con ganas dentro del culo de Valentina, mientras ella pringaba las piernas de Dani con su squirt. Me eché hacia atrás, con mi amiga desplomada de placer sobre mi pecho, y una sonrisa de zorrit. Dani jadeaba. Llevaba tiempo sin disfrutar de una mujer.

“Guau, Valentina… qué rico te mueves”, dijo mientras intentaba recuperar el aliento.

“A mi también me ha gustado cómo os movíais”, reconoció ella. Se había pasado mi brazo por encima del vientre, como si fuera una manta. “Aunque no me esperaba veros besaros. ¿Ha sido por el calentón el momento, o por costumbre?”

La pregunta nos pilló tan en jaque que tardamos demasiado en querer responder. Ella nos miró y sonrió.

“Oíd, que me lo estoy pasando teta con los dos. Si necesitáis meteros mano o algo más, a mi me parece bien, eh”, aclaró.

“No era esa la idea de…”, empecé a hablar, pero Dani me interrumpió.

“Pues menos mal, porque yo estaba deseando que JP me follase”, soltó. “Me estaba volviendo loco sentir sus pelotas contra las mías”

“Guau. Eso es un piropazo, JP”, dijo Valentina. “Entiendo que no es vuestra primera vez juntos, ¿verdad?”, preguntó mientras me miraba. Yo intenté no apartar la mirada. Si Dani había sido capaz de reconocerlo, yo debía hacerlo también. “Así que no has perdido el tiempo en mi ausencia. Vamos, ahora quiero verlo”

“¿En… En serio?”, me sorprendí.

“Bueno, puedo hacer algo por Dani mientras le follas”, insinuó, y le echó una mirada pervertida a nuestro amigo. “Estamos en la cama para disfrutar los tres, ¿verdad?”

Asentí. Se me hizo tan raro sentir la mano de Valentina lubricándome la polla… para otro. Pero nos salía tan natural con ella delante. Además Dani ya estaba tendido en la cama, por lo que tirar de sus caderas hacia mí y tenerle bocarriba no fue difícil. Me miró con deseo. Separé bien sus piernas con cuidado y probé a abrirme paso dentro de su ano, muy despacio.

Guau, sin la dilatación previa le notaba aún más apretado. Y me miraba con una carita derretida que me excitaba mucho. Suspiró mientras mi picha penetra su culo, cada vez más profundo. Su propia polla temblaba cada vez que me hundía dentro de él. Me agarré con ganas a sus caderas, ayudándome a entrar cada vez más en su anito. Y Valentina se había tendido a su lado, y le estimulaba la polla mientras se acostumbraba a tenerme dentro.

“¿Te gusta, Dani? ¿Te gusta sentir cómo te folla el culo?”, le preguntó. Él asintió lentamente, y empezó a gemir suavemente con cada embestida que le daba. Su culo me había aceptado por completo y ahora entraba y salía de él por completo con cada movimiento. “Disfrútalo. Yo me vo a ocupar de ti”, le dijo, y en ese momento gateó y se tendió al lado de su cintura, atrapando su picha con la boca, y empezando a mamársela mientras yo marcaba el ritmo.

“JP…”, murmuró Dani mientras se la metía. “Ah… ah.. si esto es aahh… un sueño, no aahh… no me despiertes… aahh…”, gimoteó.

“Esto es la realidad”, le sonreí. Le sujeté las piernas y pude metérsela con más ganas.

“Va-Vaaaaah… Valentina…”, gimió. “Súbete encima de mí…”

Nuestra amiga le hizo caso, y con su nueva posición podían hacer un 69 mientras yo disfrutaba del culo de Dani, adaptado a mi falo. Valentina me miró y me sonrió, mientras acariciaba el culo de Dani y le separaba bien las nalgas para mí. No sabría decir quién lo estaba gozando más esa noche. Empecé a mover mis caderas más deprisa, y pude ver que Dani se corría en la boquita de Valentina unos momentos antes de que yo empezase a correrme en el culo de mi amigo. Este seguía lamiendo el coñito de Valentina mientras esta empezaba a chorrearle sobre la cara.

“Y pensar que estuve a punto de cancelar esto…”, suspiró Valentina. Nos habíamos tumbado en la cama bocarriba, Dani y yo en el mismo sentido, y ella en el opuesto, y nos metíamos mano. Valentina nos masajeaba los penes, y nosotros acariciábamos su rajita.

“¿Por qué?”, preguntó Dani.

“Porque pensé que esto no debería ocurrir… empezaré a fiarme más de lo que propone JP y menos de lo que yo piense”, bromeó. “¿Estáis cansados? Solo es la una…”, dejó caer.

“Para alguno más tenemos energía, ¿verdad?”, le dije a Dani.

“Y si me tengo que morir, no se me ocurre una forma mejor”, respondió este

De modo que me quedé tumbado y Valentina me puso la gomita mientras Dani se lubricaba la picha. Ella se subió encima de mí y se dejó caer suavemente en mi polla. Nos besamos con mucha lengua mientras Dani se preparaba para metérsela por el culo. Yo separé las nalgas de Valentina para él. Gimió contra mi boca cuando Dani la penetró.

Él tenía razón, nuestras bolas rozándose cuando se la metíamos se sentía genial. No tardamos en encontrar el ritmo perfecto, cada vez que uno la sacaba, el otro la metía, de modo que Valentinra sentía constante en nuestras pollas invadiéndola. Le vi una expresión de tremendo placer, poco acostumbrada a algo como aquello. Con lo activa que solía ser, me sorprendió verla tan pasiva, limitándose a recibir nuestras embestidas mientras gemía de placer.

“Dios, qué culazo”, suspiró Dani cuando se hubo corrido dentro. “No… no te importa que te lo haya dejado así, ¿verdad?”

“Es lo que busco cuando me lo hacen por el culo”, respondió ella, que se había corrido sobre mi pelvis. Yo ya me había quitado la gomita. “Oíd… ¿lo que hay entre vosotros es recíproco?”, preguntó.

Daniel pareció no entender la pregunta, pero yo sí. Me acerqué a él, gateando por la cama, y se la chupé. Pensé en ponerle ganas, pero algo dentro de mi cuerpo me animaba a disfrutarlo. Se sentía tan caliente en mi boca… tan dura… sentí cómo se erguía en mi boca mientras Valentina parecía mirarme con interés. Sentí que me fallaba la voluntad en ese momento para seguir…

“Tranquilo, JP”, me susurró al oído y me dio un beso. “Está bien si te gusta, ¿vale? Sigues siendo mi macho”, aseguró.

Aquello me devolvió el ánimo para darle más placer a Dani con la boca. ¿Por qué me apetecía hacerme una paja? Qué importaba… me di placer mientras me sentía bien de chupársela, hasta que la dejé bien lubricada. Me coloqué delante suya, a lo perrito, listo para tomarle. Me la metió con suavidad. Mi culo se dejó hacer, notando cómo me penetraba…

“¡Aaaaah!”, solté mi gemido más vergonzoso cuando me alcanzó el punto G. Los labios de Valentina besándome calmaron los latidos de mi corazón, que parecía a punto de salírseme.

Ella se metió por debajo de mi cuerpo y se las apañó para empezar a chupármela. Joder, me sentía en una nube… ahora el que no quería despertar del sueño era yo. Ese doble placer que sentía en mi ano y en mi picha al mismo tiempo era insuperable. Dani había aprendido rápidamente cómo metérmela de modo que me gustase. Y Valentina era experta en chupármela, nunca había tenido problema con eso.

Ella se movió, y tras ponerme un dedo en la boca, se puso también en cuatro. Dani se detuvo, de modo que ella puso unirse a nosotros. La sentí dirigiendo mi polla hacia… un momento, ¿qué estaba haciendo? Se la metió por el coñito… sin protección. Dios, qué chocho más húmedo y calentito. Pero ¿por qué?

Qué más daba. La picha de Dani estimulaba mi culo con cada embestida y yo podía disfrutar del coñito de Valentina. Nos empezamos a mover los tres al mismo tiempo. Sentía los jadeos y los besos de Daniel en mis hombros y en mi espalda, y yo hacía lo propio con Valentina, quien gemía al aire, hasta arriba de placer. No tardé mucho en sentir algo viscoso y caliente resbalando en mi culo. Mi amigo se había corrido. Y yo debía detenerme o…

“¡Valentina!”, fue lo único que me dio tiempo a decir antes de empezar a correrme dentro de ella, sin poder detener mis caderas de lo bien que me sentía. Algo húmedo me cayó en las piernas, una mezcla entre mi lefa y sus chorros. Caímos los tres en la cama, derrotados.

“Madre mía, JP. Sí que te has puesto cachondo”, bromeó Valentina. Los tres nos quedamos mirando su coño manchado… y un poco más abajo, exhibía su anito, con el semen de Dani.

“Tía, yo… lo siento, no quería…”

“Tranqui. En realidad, querer sí querías. Sé que no te gusta follar con condón. Coño, ni a mi tampoco”, dijo. “Pero bueno. Tomo la píldora… y hoy me apetecía probar, con lo bien que me lo estaba pasando”, añadió, y me sonrió. “Solo espero que a Dani no le moleste que él no pueda hacerlo…”

“¿Estás de coña? Vosotros lleváis un año follando, yo solo soy un acoplado”, respondió él.

“No, si acoplármela, me la has acoplado de maravilla”, bromeó Valentina, y nos echamos a reír los tres.

“Entonces, ¿todo bien?”, pregunté.

“Claro que sí. En fin, yo voy a darme un agua, y estoy un poco cansada ya… deberíamos dormir. Que mañana no pienso dejaros salir de este colchón más que para comer”

Cuando salió, Dani se acercó a mi.

“Ha sido una noche incluso más increíble de lo que pensaba… gracias”, suspiró. “Y… perdona, sé que te ha sido incomodas cuando me la has…”

“Yo lo hice”, le recordé. “Y Valentina me ha ayudado a superar la vergüenza. Y mañana… sorpresa”

CONTINUARÁ

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