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somos dos madres calientes

Con mi amiga  desde hace tiempo no nos reuníamos, la vida cotidiana, el trabajo, la familia, todo era un impedimento para que nos sentemos a charlar. No nos conocíamos desde hacen mucho tiempo, pero logramos una conexión muy profunda y cercana. La amistad se fue consolidando con llamados telefónicos y WhatsApp, nos comenzamos a contar todo, absolutamente todo
 
Hablamos desde cuestiones laborales, familiares, cotidianas ,de nuestras parejas y mucho de sexo. Dos mujeres un poco mayores de 40 años ,que tenían un despertar sexual inaudito. Ella, separada hace poco más de dos años, después de 20 años que sobre el final fueron muy malos; yo separada y vuelta casar. Nuestras charlas sin quererlo fueron subiendo de temperatura, hablamos de nuestras aventuras sexuales, de cómo lo hacíamos, con quien y, yo debo admitirlo, mas de una vez terminé con la vagina empapada y me he masturbado pensando en como ella cogía. Creo que ella también, aunque nunca lo habíamos planteado.
 
Quizás nos acercó mi experiencia de divorciada, pero no creo que solo eso. Hubo conexión desde el primer momento en que hablamos
 
Habíamos quedado en juntarnos el sábado en su casa,
 
Momento seguido me dirigí a mi dormitorio, agarré una cartera grande y comencé a seleccionar ropa para llevar a lo de mi amiga. No íbamos a salir, así que nada especial: una calza clarita, una remera mangas largas y, no sé porque elegí una tanga muy cavada de encaje y un corpiño hermoso de tul del mismo color negro. 
 
El celular me marcó que el Uber estaba una cuadra. Le di un beso a mi hijo,, la llamé para que esté en la puerta, pues ya anochecía. Estacionó el Uber, pagué y bajé.
 
ella  estaba en la puerta de su casa detrás de las rejas, rápidamente las abrió y nos dimos un fuerte abrazo.
 
 Amiga te extrañaba muchísimo
: es una mujer hermosa, de rasgos finos, es alta de 1,70,tez blanca, cabello negro, pechos como dos gotas de agua, bella cintura y un culo que es envidia de muchas. Pero, eso no es lo más bello que tiene: es una gran mujer, una excelente madre, íntegra, luchadora y buena persona.            
  
Cerró su reja y subimos unos escalones para entrar, a sucasa. Sobre la mesa del comedor había una cerveza.
 
- Ya la abro para que brindemos -me dijo mi amiga y sirvió dos vasos.
- Brindemos porque estamos juntas. -dije yo y las dos hicimos fondo blanco.
 
Nos reímos como locas y nos servimos otro vaso más cada una. Yo le comenté mi día y le dije que había venido sin bañarme, ella me dijo que había estado en lo mismo y que se había bañado hace un ratito, es más su pelo aún estaba húmedo.
 
Dale andá a bañarte y seguimos- me dijo.
 

 
Ingresé al baño me desvestí y abrí la ducha. El agua tibia comenzó a caer sobre mi cuerpo, era gratificante después del día de trabajo doméstico, me relajó inmediatamente, más el vaso de cerveza, más mi amiga, estaba super feliz. Limpié mi cuerpo pasándome el jabón lentamente por debajo de las tetas, el abdomen, separé las piernas y me limpié mi depilada entrepierna, lo pasé hacia atrás y separé mis nalgas para limpiarme la cola. Mi piel reaccionaba, estaba hiper sensible, mis pezones se pusieron duros y cualquier roce se potenciaba. En eso estaba cuando escucho a mi amiga que desde su dormitorio preguntaba: “¿Tenes la toalla?”, le contesté que “no”, allí inmediatamente abrió la puerta para pasármela.



 
Quedé sorprendida. Avergonzada con una mano me tapé las tetas y con la otra la puse en la entrepierna. Ella me miró, sus ojos brillaron ante mi desnudez y me dijo “Sos hermosa amiga”, yo solo atiné a relajarme y lentamente me descubrí. La miré y le dije “pero mirá estos rollitos del costado” y me di vuelta y le mostré el culo, luego junté las tetas con los brazos y se las mostré, diciendo: “quisiera que estén más paradas”. Ahora que lo pienso no lo hice ingenuamente. 
 



Ella me miraba recostada contra el marco de la puerta, con la mano extendida con la toalla, sus labios finos marcaban una sonrisa de costado, sin darse cuenta se mordió el labio inferior y su cara expresó deseo. Nos miramos a los ojos profundamente, mi cuerpo reaccionó, la piel se me puso de gallina, los pezones se endurecieron más aún, un calor arrasó mi cuerpo, no pensé en nada solo sentí. Lo que estaba pasando me gustaba, seguí quitándome el jabón del cuerpo. La imagen era muy excitante: un baño lleno de vapor, una mujer desnuda tocándose el cuerpo, otra mirándola, todo muy caliente. Cerré la ducha y extendí mi brazo para tomar la toalla, hubo un leve roce de nuestras manos, la yema de mis dedos tocó el dorso de la suya, sentí que una energía subía por mi brazo y me penetraba, levanté la vista, nuestras miradas se cruzaron y le ofrecí una sonrisa ingenua y ruborizada. Imagenes de las dos juntas desnudas en el baño, tocándonos y besándonos, se cruzaron por mí mente  El instante fue eterno, ella decidió cortarlo, pero sin bajar la tensión: “secate hermosa, que tenemos que ir a comprar más cerveza que se acabó”.   
 



 
Mientras secaba mi cuerpo y el cabello allí estaba mi amiga sentada en su cama mirándome. “Que lindo que estemos juntas… hoy las mamis se divierten”, me dijo y rió; me ofreció lo último que quedaba de un vaso de cerveza. Al mismo tiempo se puso de pie y con el celular en mano comenzó asacar fotos de las dos juntas frente al espejo. Yo le advertí, “pará, que estoy desnuda”, ella me contestó “nos vivimos mandando fotos en bolas, pero no importa esperá” dijo y se quitó la poca ropa que tenía. Me sorprendió y me dio gracia a la vez: “que loca estas” le dije, “vos me enloquecés” respondió, sus palabras dichas al pasar retumbaron en mi mente. Ya desnuda las dos la tomé dela cintura -su piel era suave y estaba cálida- y comenzamos a sacarnos fotos y hacer poses. Éramos como dos adolescentes felices y desvergonzadas.   



 
Me coloqué la tanga, la calza clara y levanté la vista, ella  me miraba y dijo “esa calza deja ver todo guacha, mirá cómo se te marca la concha y el culo, de tan fina parece transparente…te queda hermosa”. Buscó en sus cajones y se colocó ella también una calza negra fina, se paró al lado mío y nos miramos las dos en el espejo. La imagen era excitante y provocativa. Dos hermosas hembras en sus 40 años, con calzas que le marcaban el cuerpo y los pechos al aire. De frente a ambas se nos marcaba el surco en la entre pierna, de manera sutil no grotesca; nos dimos vuelta, y nuestros culos quedaban perfectamente marcados, eran una fruta redonda y deseable, que marcaba la costura de la ropa interior y hacía volar la imaginación de quien los viera. “Que putonas estamos”, dije y ella rió, respondiendo: “así vamos a ir a comprar las cervezas” y volvió a tomarnos fotos.
 
Tomó la iniciativa, buscó una remera deportiva fina que resaltaba sus pezones -que por cierto estaba tan duros como los míos-, se la colocó y me pasó una prenda de hilo fino corta que insinuaba, marcaba los míos y no tapaba mi culo. La ausencia del corpiño, creí que sería un problema, pero mis pechos estaban duros, se habían parado ..  “Dale, vamos a comprar las cervezas” me dijo apurándome. Me excitó la idea que salgamos así vestidas a lacalle, me encantó la aventura, sería una travesura nada más, “dale vamos ”contesté desafiante.
 
Una vez vestida, me miré al espejo, me sentí linda. La llamé a mi amiga y le propuse ponernos algo de maquillaje. “A nooo, déjate de joder, vamos hasta el quiosco” me respondió. “Una cosita mínima” le dije y decidí delinearme levemente los ojos y ponerme un poco de color en los labios. Ella me miraba, ni bien terminé me di vuelta y la tomé del mentón y acerqué el delineador, ella no se resistió. Por la acción nuestros cuerpos se acercaron, sentía su calor, nuestros pechos se rozaban, nuestros rostros estaban muy cercanos. Era una acción cotidiana, pero inevitable sentir la tensión en el aire. Ojos y labios al igual que yo y se acabó el maquillaje. “Que lindas quedamos” me dijo ella.             
 
Una de calzas blancas, una prenda de hilo celeste y zapatillas, otra de calza negra, remera deportiva azul pegada al cuerpo y zapatillas, los leggins eran semitransparentes y ambas con el cabello húmedo. Dos mujeres hermosas, más atrevidas efecto de un poco de alcohol. Éramos dos hembras que destilabamos sensualidad, nos sentíamos así super excitadas. Reíamos por cualquier cosa y todo el tiempo nos tocábamos.  Salimos a la calle e inmediatamente un ambiente fresco nos golpeó; instantáneamente se nos pararon los pezones. “Vamos al supermercado que está frente a la plaza” dijo mi amiga dejando de lado la posibilidad del kiosco que estaba a media cuadra.Casi era de noche, caminamos por las estrechas veredas, pasamos junto a sus vecinos que tomaban mate en la puerta de su casa, una pareja gay que ella me había comentado. “Uhh…chicas como están las dos” fue el comentario, dirigido a nosotras, reímos, saludamos y seguimos. Unas casas más allá un vecino bajaba bolsas de supermercado del baúl de su auto, nos vio e hizo todo más lento, nos miró como nos acercábamos de frente y con amabilidad nos dejó pasar. Sentimos su mirada lasiva sobre nosotras, tratando de ser sutil observó todo lo que resaltaba de nuestros cuerpos: las tetas con los pezones duros, la concha con los labios separados por la calza y el culo con la calza metida. Caminamos unos metros, nos miramos con mi amiga y nos reímos como dos jovencitas que hacen sus primeras travesuras sexuales. Estábamos felices, todo era alegría para nosotras.



 
Llegamos a la esquina. Un fuerte viento corría por la calle. Enfrente una plaza un sábado al anochecer: repleta. Familias, grupos de amigos y amigas, jóvenes jugando al fútbol, parejas disfrutando un mate, madres con hijos en los juegos infantiles; debíamos atravesarla. Ni bien cruzamos la calle sentimos las miradas posadas en nosotras. Las primeras, un grupo de mujeres que conversaban mientras observaban cómo jugaban sus hijos, se dieron vuelta y nos miraron con cierto desprecio que, en realidad, denotaba una gran envidia. Luego un hombre con su mujer nos venía siguiendo con la mirada de lejos, cuando nos acercamos la esposa se dio vuelta nos vio y lo regañó. Para la mitad de la plaza mi concha comenzaba a  latir, mi amiga tenía una sonrisa entre excitada y nerviosa, nos sentíamos desnudas, apuramos el paso y llegamos a un grupo de jóvenes veinteañeros que escuchaban música mientras hablaban. A medida que nos acercábamos dejaban de conversar, con descaro se dieron vuelta a mirarnos, de arriba a abajo, de frente y de atrás, pero no dijeron nada, solo silencio.
 
Llegamos al final de la plaza y enfrente estaba el super, cruzamos, mientras nos acercábamos vi nuestra imagen reflejada en la vidriera: dos imponentes hembras mayores de 40 años en calzas semitransparentes y apretadas, en zapatillas, con el cabello mojado, con poco maquillaje, con la concha y las tetas bien marcadas, el viento movía nuestras largas cabelleras, parecía una publicidad. La imagen me excitó, allí me di cuenta, porque nos miraban tanto.
 
Entramos al super y comenzó otra historia. Ni bien pasamos la puerta atrajimos las miradas, tomamos un carrito y avanzamos. Fuimos al sector bebidas, tomamos un pack de cervezas y un champagne de la heladera, y fuimos por una pre pizza, fiambre, muzzarella y aceitunas. Durante todo el tiempo sentimos miradas posadas en nuestros cuerpos. Nos dirigimos a la fila, era larga y nos pusimos a charlar.



 
Yo: ¿Viste cómo nos miraron en la plaza? Me sentí inhibida.
V: ¿y acá en el super? Nos comieron con la mirada, -dijo y agregó-, pero calláte si te encanta calentonear. -dijo entre risas.
Yo: la verdad es que me pone el ego en las nubes, no estoy acostumbrada.
V: yo suelo salir en calzas a hacer compras por el barrio ,pero no tan así como salimos ahora.
Yo: Se nos nota toda la concha, el culo y los pezones, los tengo duros desde que salí de tu casa. – dije y crucé los brazos sobre los pechos para taparlos un poco.
V: déjate de joder Gri, yo tengo una remera recontra fina ,los míos se re notan; ya somos grandes. Además, estas lejos de casa nadie te conoce, esta es nuestra noche.
 
En eso estábamos cuando observo que el muchacho que estaba detrás nuestro, carrito de por medio, hacía que miraba el celular con la cabeza gacha, pero en realidad tenía los ojos en el culo de mi amiga. Se lo hice notar con un gesto, ella observó de reojo y como al pasar se dio vuelta y le mostró la entrepierna que marcaba su raja como un surco en un campo fértil. Las pupilas del joven se dilataron, relojeó que no lo miráramos y siguió deleitándose.



 
Mi amiga se acercó a mi oído y me dijo “dejá de preocuparte tanto por mí y fijáte cómo te está comiendo el culo con la mirada ese repositor que está ahí abajo”. No me había dado cuenta y ofrecía una visión plena de mi trasero al hombre que como invisible reponía las mercaderías agachado. Siguiendo el juego hice un pequeño bamboleo de cadera y entreabrí las piernas para que viera bien mi culo entangado y la concha marcada. Volvimos a sonreír en voz baja como adolescentes traviesas. Avanzó la fila, pero quedamos recalientes las dos. Llegamos a la caja pagamos y salimos a la calle, enfrente nuevamente la plaza y las miradas penetrantes.
 
Nos miramos, preguntándonos que hacemos:
 
V: ¿Volvemos por la plaza? -preguntó mi amiga.
Yo: ¡Claro que sí! – respondí, quería hacerlo estaba alzada.
 
Antes de cruzar me acomodé la calza: me la subí bien para que quede bien marcada la concha y el culo, mi amiga me miró e hizo lo mismo. Con una actitud distinta: sacando pecho, levantando el culo y moviendo levemente las caderas, nos dispusimos a atravesar esa vidriera de miradas, envidias y deseos; que me generaba mucho morbo. Así una al lado de la otra caminamos con actitud insolente y arrogante, no íbamos a permitir que las miradas de otros nos intimiden.
 
Ni bien llegamos a la vereda los veinteañeros que habían bajado el volumen de la música ya nos comían con la mirada, descaradamente apuntaban su vista hacia nuestras conchas y tetas, eso me subió la temperatura y en ese instante comencé a mojarme. Pasamos y salió una propuesta/piropo: “necesitan ayuda con las bolsas” fue la primera, “nos invitan a tomar cerveza…”fue la segunda; y cuando ya habíamos pasado y nuestros culos estaban a merced de su vista “ ¡ porrr Dios, quiero que me adoptes mami!!”. Nosotras seguimos hablando como si no escucháramos nada. Más adelante el hombre que había recibido el reto estaba solo, su mujer estaba con un niño en los juegos, se podría decir que nos desnudó con la mirada, en la cara se le notaba que nos quería coger allí en el medio de la plaza, cuando pasamos junto a él, hizo un suspiro profundo y lanzó un tímido: “poooor  favorrrr…” y se dio vuelta para mirarnos descaradamente el culo. A esa altura sentía mi concha palpitar al ritmo de mi corazón excitado por la situación, miré a mi amiga y sus pezones eran dos botones inmensos que sobresalían de su pecho y resaltaban de su remera ajustada. Antes de abandonar la plaza pasamos por el grupo de madres, ahora de frente, eran vecinas la saludaron a mi amiga nos miraron con cierto desdén y pasamos escuchando cierto cuchicheo inentendible.
 
Llegamos al final de la plaza, cruzamos la calle y nos detuvimos un minuto en un lugar en donde no había gente. Agitadas, no por haber caminado rápido, sino por la adrenalina que teníamos encima y la energía que habíamos percibido de las personas mirándonos. Fuimos la atracción por varios minutos tanto de ida como de vuelta. Con voz entrecortada le pregunté a mi amiga:
 
Yo: ¿cómo estás?
 V: Recaliente, tengo la concha empapada. – dijo, mientras abría levemente las piernas y se miraba la entrepierna – me mojé toda mirá el manchón que tengo.
 
La miré y se notaba que tenía la calza negra mojada. Inmediatamente se dirigió a mí y me preguntó  
 
V: ¿y vos como estas?
Yo: Yo bien -dije con aire de superada, mientras abría las piernas y me pasaba la mano por la concha para verificarlo.
V: que te hacés, mira como estas más mojada que yo – dijo y se largó una carcajada
  
Yo quedé sorprendida porque estaba toda mojada mi calza y se notaba, con cierta vergüenza cerré las piernas y puse la bolsa del supermercado enfrente, y me largué a reír a la par de ella.
 
“Vamos yegua, vamos a casa -me dijo-. La noche recién empieza y nosotras ya tuvimos un orgasmo y sin darnos cuenta”.

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nukissy633
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