You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

El secreto de las tardes entre mi mamá y mi amigo 💋🔥

Elena siempre había llevado su vida con disciplina: madre soltera, exitosa, respetada y sobre todo muy hermosa, como siempre se mantuvo haciendo ejercicio su cuerpo no perdió gran forma, desde muy joven tuvo un cuerpo muy hermoso pechos si no bien grandes pero si hechos a la media al igual que su trasero,piernas largas con grandes muslos,labios sensuales,una mirada fría pero a la vez sensual una diosa en toda la palabra.
El secreto de las tardes entre mi mamá y mi amigo 💋🔥
puta
Había criado a Diego prácticamente sola, y verlo a punto de graduarse de la universidad era su mayor orgullo.
Pero nunca imaginó que, a sus 41 años, su mundo ordenado se tambalearía por alguien… como Andrés.
Andrés era el amigo de su hijo de toda la vida: atento, educado, divertido, con un cuerpo muy atlético. Pero ahora, a sus 23 años, se había transformado en algo más. Ya no era un niño. Su mirada se había vuelto distinta… y también la de ella.
Todo comenzó una tarde inocente. Diego había salido apurado a un trabajo de grupo, y Andrés se quedó ayudándola a cargar unas cajas pesadas del garaje. Al final, terminaron riéndose, sudados, más cerca de lo que debían.
Elena le limpió una mancha de tierra en la mejilla, sus dedos temblando. Cuando Andrés atrapó su muñeca con suavidad y la miró de esa manera… supo que algo cambiaría para siempre.
Desde entonces, cada excusa fue válida para verse a solas:
—Ayúdame con la computadora, Andrés.
—¿Puedes pasar por casa a dejarle esto a Diego?
Las tardes se convirtieron en su santuario secreto. Cada roce, cada caricia robada, tenía el sabor del riesgo. Se conocieron sin palabras, en habitaciones donde el eco de su pasión debía ser contenido tras puertas cerradas.
A veces, bastaba un roce fugaz en el pasillo mientras Diego estudiaba en su cuarto. A veces, un mensaje de texto en la madrugada hacía que el corazón de Elena latiera como el de una adolescente.
Sabían que no era correcto. Sabían que el día que Diego lo descubriera, nada volvería a ser igual. Pero en ese pequeño universo clandestino, se permitían ser todo lo que el mundo les negaría: deseo, ternura, necesidad.
Era un amor prohibido.
Era un amor real.
Y por el momento, eso era suficiente.
Desde aquella tarde en su habitación, algo había cambiado entre ellos. Ya no era solo deseo contenido: era una necesidad que ardía bajo la piel, un juego peligroso que ambos disfrutaban más de lo que deberían.

Esa noche, Elena había planeado cada detalle.
El vestido de tela fina acariciaba su piel desnuda debajo, un secreto que solo ella y Andrés conocerían. El cabello suelto, los labios apenas pintados, y una fragancia ligera que parecía adherirse al aire como una invitación silenciosa.
esposa

Cuando Andrés cruzó la puerta, sus miradas se encontraron y hablaron más que cualquier palabra.
Él cerró la puerta tras de sí, y durante unos segundos, se limitó a observarla. La tensión se cargó entre ellos como una corriente eléctrica.
Andrés se acercó despacio, hasta rozarla apenas con el cuerpo.
—Eres hermosa —susurró, su voz ronca, como si le costara mantener el control.
Elena sintió sus dedos recorrer la curva de su espalda a través de la tela, una caricia lenta,
medida, como quien prueba la textura de algo precioso. Andrés la sujetó suavemente de la cintura, acercándola más hasta que no quedó espacio entre ellos.

El primer beso fue hambriento, necesitado. Sus labios exploraron los de ella con urgencia, mientras sus manos subían por sus muslos, encontrando piel descubierta bajo el vestido.
mama

Elena soltó un leve suspiro al sentirlo, sus propias manos viajando a través de la camisa de Andrés, desabotonándola con dedos temblorosos, sintiendo el calor de su piel desnuda contra sus palmas.

Él deslizó lentamente los tirantes del vestido por sus hombros, dejando al descubierto su piel. El vestido cayó en silencio, como un susurro, a sus pies. Dejandola desnuda
mejor amigo

Andrés la miró durante un instante eterno, como si quisiera memorizarla, y luego la cargó con facilidad entre sus brazos, llevándola a la habitación.

La dejó sobre la cama con una delicadeza que contrastaba con el deseo urgente que se veía en su mirada.
Elena, completamente vulnerable ante él, no apartó la vista.
Andrés se deshizo del resto de su ropa ante ella, y cuando se unieron, fue como una explosión contenida.
Sus cuerpos se entrelazaron en una sinfonía de suspiros, caricias y gemidos ahogados. Cada movimiento era una búsqueda, una promesa de placer que se renovaba en cada toque.

Elena sentía el roce de su piel contra la suya, el peso de su cuerpo cubriéndola, los labios de Andrés recorriendo sus clavículas, sus senos, su vientre, como si quisiera rendirle culto.
muy caliente


Se amaron lentamente, sin prisa, enredados en las sábanas y en sus propios límites rotos. Cada gemido, cada caricia, era un eco prohibido que resonaba en el silencio de la casa vacía.
El secreto de las tardes entre mi mamá y mi amigo 💋🔥


Y cuando alcanzaron juntos ese clímax tan esperado, sus nombres se escaparon de sus labios entre jadeos temblorosos, como un secreto compartido bajo el abrigo de la oscuridad.

Después, Andrés la abrazó contra su pecho, sus dedos dibujando círculos suaves en su espalda.
—No quiero que seas solo un recuerdo, —le susurró—. Quiero ser tu presente... y tu futuro.

Elena cerró los ojos, dejando que su respiraciónse acompasara con la de él.
Sabía que lo que tenían era peligroso, quizá imposible, pero esa noche… no había espacio para el miedo.
Solo para el deseo.
Las sábanas aún conservaban el calor de sus cuerpos cuando un sonido lejano los hizo congelarse: el portón eléctrico de la casa empezaba a abrirse.

—¡Es Diego! —susurró Elena, el pánico encendiéndose en su pecho.

Hasta aquí la prime parte gracias por leer si quieres una segunda parte deja tus puntos

0 comentarios - El secreto de las tardes entre mi mamá y mi amigo 💋🔥