Mi nombre es Martina y soy un chico gay y trans de closet.
mi historia:
En la oficina, yo era simplemente "el amigo gay de Sandra;.
Sandra era mi amiga, mi confidente, la única que me abrazaba como si de verdad me entendiera.Yo divertido, entendía de moda y maquillaje, el que comentaba los zapatitos nuevos y de baile, hablabamos mucho de eso, sobre como le quedaba el pelo y sus divinos vestidos.

Ella siempre sospechó de mí. Nunca me lo preguntó directamente, pero era obvio. Me cuidaba, me abrazaba, me hacía sentir parte de algo que, hasta entonces, me había resultado imposible: ser una puta mas, y lo era en la intimidad entre vestidos, lenceria y maquillaje, eramos dos divininasss.

Y entonces aparecio él.
Julio.
Su marido...
Desde la primera vez que lo vi, algo dentro de mí exploto, queria entregarle mi culo...arrodillarme y chupar su verga...

Su cuerpo duro, su voz grave de macho alpha, su manera de ocupar el espacio como si todo el mundo fuera suyo, el era un macho con todas
las letra y yo, una putita de closet, pequeña, invisible, despreciada...
El Me veía como algo despreciable. Algo que ni siquiera merecía su atención.
Y sin embargo...
Yo no podía dejar de desearlo, de obedecerle y de pertenecerle...de rogarle...de pedirle por favor...


Mi cabeza empezó a construir un mundo paralelo.
Un mundo donde, para él, yo era ella.
Me imaginaba su fuerza dominándome, rompiendo cualquier resistencia, tratándome no como un igual, no como un amigo de su esposa...
sino como trola y como una puta tragaleche que le entregaria mi culo y que solo servia para su disfrute...


En mi mente, su violencia era pasión.
Su rechazo era deseo disfrazado.
Su odio era amor, deseaba sentir su rigor, necesitaba que me hiciera saber que era el macho y mandaba...

iba a someterme si era necesario...

Y cada vez que me cruzaba con él, y me miraba con esos ojos llenos de desprecio...
Yo me hacía más pequeña.
Más sumisa.
Más ella y mas puta.

Me aferraba a cualquier excusa para estar cerca de el: pasarle un vaso, rozarle el brazo al pasar, sonreírle como si eso pudiera suavizar algo que era de hierro.
A veces, sin pensar, buscaba su mirada más de la cuenta...
A veces, mi mano rozaba su verga o su brazo en gestos que pretendían ser inocentes.
Y Julio lo notaba.
Siempre lo notaba.
La primera vez que reaccionó con violencia fue en una fiesta de cumpleaños. La música alta, las risas, las copas vacías. Yo me acerqué más de la cuenta, buscando su atención. Y él, sin dudar, me apartó de un empujón. Fuerte. Frío. Como si tocara algo repugnante.
—No me toques, putito —me susurró al oído, con el veneno chorreándole en cada sílaba.
Me quedé paralizada. Nadie más lo oyó. Nadie más lo vio pero esa sensacion de haber sido
dominada me gusto...y mucho (aunque me hizo llorar como una mariquita)

Mi micropene, esa parte de mí que siempre había amado en silencio, se volvió un símbolo:
algo que en mi cabeza me hacía sentir aún más femenina, más frágil, más moldeable para él.
No era un defecto.
Era una marca de lo que yo soñaba ser:
la hembra sumisa que Julio pudiera querer y la amiguita que sandra necesitaba tener.
la primera vez que tuvimos algo con julio, fue en un pasillo vacío, me arrinconó contra la pared.
Me agarró del brazo con fuerza.
Sus ojos llenos de odio.
Su respiración pesada.
—¿Te pensás que sos una mina? —me escupió—. No sos nada me dijo.
Me empujó, me dejó temblando en ese rincón.
esa fue la primera vez que me agarro de los pelos, me llevo a un cuarto y me hizo suya...


A partir de ahí, la violencia empezó a crecer...
En cada encuentro real, Julio me trataba como la basura que soy y lo merecia.




escupirme se habia vuelto su obsesion, yo era una mierda y debia aceptar todo de mi macho...

Lamia su verga una y otra vez con desesperacion...


a veces me recompensaba dandome su leche que yo tanto deseaba...gracias juliiii!!
que ricooo!!


—Si volvés a mirarme así, te voy a hacer mierda —me dijo una vez, al encontrarme solo en el pasillo.
Y, aun así, yo seguía y seguia provocandolo.
Un día, entré por error a una habitacion en donde el estaba revisando papeles, me cerró contra la puerta. Me sujetó del cuello con los ojos llenos de rabia.
y me volvio a hacer saber quien mandaba...



Cada vez que me rechazaba, me sentia humillada, pero tenia una necesidad de que él, en su violencia, me reconociera, me hiciera sentir que existía para él.
Me imaginaba su fuerza dominándome, rompiendo cualquier resistencia, tratándome no como un igual, no como un amiguito de su esposa...
sino como su hembra la putita que yo deseaba ser para él.


mi historia:
En la oficina, yo era simplemente "el amigo gay de Sandra;.
Sandra era mi amiga, mi confidente, la única que me abrazaba como si de verdad me entendiera.Yo divertido, entendía de moda y maquillaje, el que comentaba los zapatitos nuevos y de baile, hablabamos mucho de eso, sobre como le quedaba el pelo y sus divinos vestidos.

Ella siempre sospechó de mí. Nunca me lo preguntó directamente, pero era obvio. Me cuidaba, me abrazaba, me hacía sentir parte de algo que, hasta entonces, me había resultado imposible: ser una puta mas, y lo era en la intimidad entre vestidos, lenceria y maquillaje, eramos dos divininasss.

Y entonces aparecio él.
Julio.
Su marido...
Desde la primera vez que lo vi, algo dentro de mí exploto, queria entregarle mi culo...arrodillarme y chupar su verga...

Su cuerpo duro, su voz grave de macho alpha, su manera de ocupar el espacio como si todo el mundo fuera suyo, el era un macho con todas
las letra y yo, una putita de closet, pequeña, invisible, despreciada...
El Me veía como algo despreciable. Algo que ni siquiera merecía su atención.
Y sin embargo...
Yo no podía dejar de desearlo, de obedecerle y de pertenecerle...de rogarle...de pedirle por favor...


Mi cabeza empezó a construir un mundo paralelo.
Un mundo donde, para él, yo era ella.
Me imaginaba su fuerza dominándome, rompiendo cualquier resistencia, tratándome no como un igual, no como un amigo de su esposa...
sino como trola y como una puta tragaleche que le entregaria mi culo y que solo servia para su disfrute...


En mi mente, su violencia era pasión.
Su rechazo era deseo disfrazado.
Su odio era amor, deseaba sentir su rigor, necesitaba que me hiciera saber que era el macho y mandaba...

iba a someterme si era necesario...

Y cada vez que me cruzaba con él, y me miraba con esos ojos llenos de desprecio...
Yo me hacía más pequeña.
Más sumisa.
Más ella y mas puta.

Me aferraba a cualquier excusa para estar cerca de el: pasarle un vaso, rozarle el brazo al pasar, sonreírle como si eso pudiera suavizar algo que era de hierro.
A veces, sin pensar, buscaba su mirada más de la cuenta...
A veces, mi mano rozaba su verga o su brazo en gestos que pretendían ser inocentes.
Y Julio lo notaba.
Siempre lo notaba.
La primera vez que reaccionó con violencia fue en una fiesta de cumpleaños. La música alta, las risas, las copas vacías. Yo me acerqué más de la cuenta, buscando su atención. Y él, sin dudar, me apartó de un empujón. Fuerte. Frío. Como si tocara algo repugnante.
—No me toques, putito —me susurró al oído, con el veneno chorreándole en cada sílaba.
Me quedé paralizada. Nadie más lo oyó. Nadie más lo vio pero esa sensacion de haber sido
dominada me gusto...y mucho (aunque me hizo llorar como una mariquita)

Mi micropene, esa parte de mí que siempre había amado en silencio, se volvió un símbolo:
algo que en mi cabeza me hacía sentir aún más femenina, más frágil, más moldeable para él.
No era un defecto.
Era una marca de lo que yo soñaba ser:
la hembra sumisa que Julio pudiera querer y la amiguita que sandra necesitaba tener.
la primera vez que tuvimos algo con julio, fue en un pasillo vacío, me arrinconó contra la pared.
Me agarró del brazo con fuerza.
Sus ojos llenos de odio.
Su respiración pesada.
—¿Te pensás que sos una mina? —me escupió—. No sos nada me dijo.
Me empujó, me dejó temblando en ese rincón.
esa fue la primera vez que me agarro de los pelos, me llevo a un cuarto y me hizo suya...


A partir de ahí, la violencia empezó a crecer...
En cada encuentro real, Julio me trataba como la basura que soy y lo merecia.




escupirme se habia vuelto su obsesion, yo era una mierda y debia aceptar todo de mi macho...

Lamia su verga una y otra vez con desesperacion...


a veces me recompensaba dandome su leche que yo tanto deseaba...gracias juliiii!!
que ricooo!!


—Si volvés a mirarme así, te voy a hacer mierda —me dijo una vez, al encontrarme solo en el pasillo.
Y, aun así, yo seguía y seguia provocandolo.
Un día, entré por error a una habitacion en donde el estaba revisando papeles, me cerró contra la puerta. Me sujetó del cuello con los ojos llenos de rabia.
y me volvio a hacer saber quien mandaba...



Cada vez que me rechazaba, me sentia humillada, pero tenia una necesidad de que él, en su violencia, me reconociera, me hiciera sentir que existía para él.
Me imaginaba su fuerza dominándome, rompiendo cualquier resistencia, tratándome no como un igual, no como un amiguito de su esposa...
sino como su hembra la putita que yo deseaba ser para él.



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