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estuvo bueno el recital

Salíamos con Micaela de un recital en el estadio de Huracán. Decidimos volvernos caminando porque no encontrábamos un solo taxi. Le pegamos derecho por Jujuy para el lado del centro. En todas las esquinas ella me rozaba el antebrazo, y a mitad de cuadra me tocaba el hombro y me apoyaba delicadamente sus tetas, haciéndose la distraída. Cada roce era una chispa, y yo ya estaba al palo, tratando de no mirarla demasiado para no quedar como un baboso.
La noche estaba fresca, pero el calor entre nosotros iba subiendo. En una esquina oscura, cerca de una obra en construcción, Micaela se frenó de golpe. “Pará un segundo”, me dijo, con esa voz medio ronca que me ponía loco. Se acercó más, su boca a centímetros de la mía, y me clavó los ojos. “¿Qué te pasa, boludo? ¿vas a seguir haciendote el gil?”, dijo, y sin esperar respuesta me empujó contra la pared de un edificio abandonado.
Me comió la boca con una desesperación que me dejó sin aire. Sus manos volaron a mi cinturón, desabrochándolo con una velocidad que ni Usain Bolt. “Mica, ¿acá?”, le dije, mirando para los costados, pero la verdad es que ya no me importaba una mierda si pasaba alguien.
Ella se rió, con esa risa de mina que sabe que te tiene en la palma de la mano. “Callate que nos van a escuchar, pelotudo”, me contestó, mientras me bajaba los pantalones hasta los tobillos.
Se arrodilló en el asfalto, y antes de que pudiera procesar nada, ya tenía su boca alrededor de mi pija, chupando con una intensidad que me hizo ver estrellas. Yo le agarré el pelo, tirando fuerte para enterrarle mas la verga, y ella gemía bajito, como si eso la encendiera más. Pero Micaela no era de quedarse quieta. Mientras me la chupaba, una de sus manos se coló por atrás, y de repente sentí un dedo rozándome el culo. Con una mezcla de saliva y descaro, primero me tocó por fuera y luego metió el dedo despacito, y juro que el mundo se me dio vuelta. Era una mezcla de shock y placer que no esperaba, pero que me tenía temblando contra la pared.
“Te gusta, ¿no?”, me dijo, levantando la mirada sin sacar el dedo, mientras con la otra mano me apretaba la pija. Su cara de chica inocente se habia transformado al de una terrible puta degenerada. gozaba metiendome el dedo en el culo y pajeandome a la vez. Yo no podía ni hablar, solo asentí como un idiota. Se puso de pie, se levantó la pollera y se sacó la tanga en dos segundos. “me vas a cojer boludo?, no tengo todo el día”, me ordenó, dándose vuelta y apoyando las manos contra la pared. No hizo falta que me lo dijera dos veces. La agarré de las caderas y la penetré de una, sintiendo cómo ella se apretaba contra mí, gimiendo como si no le importara despertar a todo el barrio.
El dedo de Micaela seguía ahí, moviéndose con un ritmo que me volvía loco, mientras yo la embestía cada vez más fuerte. La calle estaba vacía, pero el riesgo de que alguien nos viera solo hacía todo más intenso. “Más rápido, dale, no seas cagón”, me decía entre gemidos, y yo le daba con todo, sintiendo que en cualquier momento iba a explotar. Ella se retorcía, apretándome con su cuerpo, y cuando sentí que no podía más, ella se giró un segundo, me miró con cara de diabla y me dijo: “Acabáme adentro, dame toda la leche en la concha". Eso fue todo. Me fui en un estallido, y ella tembló conmigo, clavándome las uñas en los brazos.
Nos quedamos un segundo apoyados contra la pared, jadeando, con los pantalones por el suelo y la adrenalina a mil. “Sos un enfermo, pero me encanta”, me dijo Micaela, riéndose mientras se subía la tanga y le chorreaba la leche por la pierna. Yo no podía ni hablar, todavía procesando lo que acababa de pasar. Seguimos caminando por Jujuy, como si nada, pero cada dos pasos ella me miraba y se reía, y yo sabía que esa noche no iba a terminar ahí.

2 comentarios - estuvo bueno el recital

nukissy3335
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Chirolita69
Que linda amiga,me falta una asía mi.
Te felicito mica sos una genio