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Era un viernes a la noche, y el calor en Zona Norte estaba más pesado que una discusión con mi viejo por el control remoto. Yo, un pibe de 25 años, 1,60 m, de San Fernando, estaba en casa, todavía con la cabeza en Tomi, el femboy que me hizo ver las estrellas en Vicente López. Ese putito, con su culo redondo, su tanguita violeta y su pijita patética goteando, me había mandado un mensaje que me puso la pija en alerta máxima: “Papi, quiero la revancha en San Fer, pero en un lugar zarpado. Elegí vos, que yo llevo la tanga ,¡La concha, este trola viene con todo!”, pensé, mientras me ponía un short deportivo negro que marcaba mi pija de 18 cm, cabezona, gorda y venosa, como si fuera un cartel luminoso. Con una remera ajustada que mostraba el gym, una gorra ladeada y mi carisma de barrio, quedé con Tomi en un telo cerca de la Panamericana, uno con luces de neón, jacuzzi, espejos en el techo y un cartel que decía “Éxtasis Total”. Mi sangre hervía, listo para reventar a esta sissy hasta que goce como puta anal, rogando mi leche mientras su hombría inútil se derrumba.

¿Qué onda, macho de San Fer? ¿Me trajiste a un telo pa’ hacerme la gran Moria Casán o qué?”, me tiró Tomi, con una voz suave pero cargada de lujuria, apoyándose contra la pared del telo y cruzando las piernas pa’ que el vestidito se le subiera un poco más. Sus ojitos de zorra me devoraban, y juro que sentí mi pija latir como un bombo. “Moria un carajo, pequeño. Vine a reventarte el culo con mi pija de 18 cm hasta que pidas un respirador”, le contesté, con una risa de boludo que sabe que la pegó. Tomi se mató de risa, tapándose la boca como una diva, y se acercó, rozándome con el hombro. “Sos un guarro, ¿eh? Pero no sé si un pibe de 1,60 puede con esta sissy en un telo VIP”, me desafió, girándose para que viera su culo redondo, apretado, como un imán de vicio. “¿Guarro? Mirá, trola, el único show acá es el que vas a dar cuando te coja hasta que el jacuzzi se seque. ¡Y yo soy el director, eh!”, le tiré, y me salió tan boludo que me reí solo. Tomi se rió, pero sus ojitos brillaban con una calentura que me prendió fuego.

Entramos al telo, pedimos una suite con cama redonda, espejos en todas las paredes, luces rojas tenues y un jacuzzi que parecía diseñado pa’l pecado. Antes de lanzarnos al morbo, nos tiramos en la cama con unas birras del servicio, charlando más tranqui pa’ conocernos de verdad. “Che, Tomi, contame, ¿cómo terminaste siendo la sissy más rompeortos de San Fer?”, le pregunté, medio en joda pero con ganas de saber, pasándole una lata. Él se rió, acomodándose el vestidito pa’ mostrar más de la tanguita negra. “Siempre fui medio distinto, loco. En el colegio me cargaban porque me gustaba pintarme las uñas o usar ropa ajustada. Pero un día dije ‘al carajo’, y empecé a vivir como quería: maquillaje, tangas, medias, todo el combo. Me siento una zorra libre, ¿viste? Y cuando te vi en Vicente López, con ese short marcando la pija, supe que un macho como vos me iba a hacer gozar hasta el cielo”, me dijo, con una sinceridad que me llegó, pero con un guiño que mantenía el fuego. “¡Ja! O sea, mi pija fue tu boleto al paraíso, pequeño. ¡San Fer te lo agradece!”, bromeé, y él se mató de risa, dándome un empujoncito juguetón. “Boludo, sos un idiota, pero un idiota que me pone a mil”, me contestó.

Entramos al telo, pedimos una suite con cama redonda, espejos en todas las paredes, luces rojas tenues y un jacuzzi que parecía diseñado pa’l pecado. Antes de lanzarnos al morbo, nos tiramos en la cama con unas birras del servicio, charlando más tranqui pa’ conocernos de verdad. “Che, Tomi, contame, ¿cómo terminaste siendo la sissy más rompeortos de San Fer?”, le pregunté, medio en joda pero con ganas de saber, pasándole una lata. Él se rió, acomodándose el vestidito pa’ mostrar más de la tanguita negra. “Siempre fui medio distinto, loco. En el colegio me cargaban porque me gustaba pintarme las uñas o usar ropa ajustada. Pero un día dije ‘al carajo’, y empecé a vivir como quería: maquillaje, tangas, medias, todo el combo. Me siento una zorra libre, ¿viste? Y cuando te vi en Vicente López, con ese short marcando la pija, supe que un macho como vos me iba a hacer gozar hasta el cielo”, me dijo, con una sinceridad que me llegó, pero con un guiño que mantenía el fuego. “¡Ja! O sea, mi pija fue tu boleto al paraíso, pequeño. ¡San Fer te lo agradece!”, bromeé, y él se mató de risa, dándome un empujoncito juguetón. “Boludo, sos un idiota, pero un idiota que me pone a mil”, me contestó.

La charla fluyó como si nos conociéramos de toda la vida. Me contó que labura en una peluquería en Virreyes, que le encanta chusmear con las clientas y soñar con montar un show de drag en Palermo. “Quiero ser como una diva, papi, pero mientras, me conformo con que me revientes vos”, me dijo, mordiéndose el labio. Yo le conté mis pavadas de San Fer: las noches de birra en la plaza, cuando me peleé con un gil por una milanesa quemada, y cómo una vez me perdí en un boliche y terminé cantando karaoke con unos desconocidos. “Sos un desastre, loco, pero un desastre que me encanta”, me dijo, y la onda era tan piola que casi me olvido del vicio… hasta que Tomi se acercó, rozándome la pierna con sus medias de red, y la calentura explotó.

Bueno, pequeño, basta de chamuyo. ¿Listo para que te reviente como en los videos sissy que te calientan?”, le dije, levantándome y acercándome con una sonrisa de lobo. Tomi se mordió el piercing del labio, dejó la birra en la mesa y se puso de pie, contoneándose hasta quedar a centímetros. “Listo, papi. Quiero que me hagas gozar como puta anal en todas las poses, hasta que no pueda ni caminar”, me susurró, y su voz era puro veneno. Mi pija estaba a punto de declarar la guerra total.

La cosa estalló en un torbellino de lujuria, puro estilo porno sissy. Tomi se subió a la cama, de rodillas, arqueando la espalda pa’ que su culo redondo, apenas cubierto por la tanguita negra, fuera el rey del universo. Sus dedos pintados bajaron el vestidito, dejando la tanguita expuesta, y su pijita patética goteaba contra las sábanas, temblando de deseo. ¿Y ahora qué, papi? ¿Me vas a destrozar en este telo o vas a seguir con chistes de mierda?”, susurró, mientras sus ojos de zorra me desafiaban. “Callate, trola, que mi pija de 18 cm, gorda y venosa, te va a hacer gozar hasta que los espejos se rompan”, le dije, con una voz grave que lo hizo gemir, quitándome el short pa’ que mi pija, libre, latiera como un volcán. El aire estaba cargado, con el olor a perfume dulzón de Tomi, las luces rojas, y el sudor de un morbo que nos quemaba vivos.
















Lo puse contra la pared, de pie, levantando su vestidito y bajando la tanguita negra pa’ exponer su culo redondo, apretado, temblando de ansiedad. Mi pija, cabezona y venosa, rozó su entrada, y Tomi gimió, arqueándose pa’ recibirme. “Papi, metémela, reventame”, suplicó, y yo, con una mano en su cintura, la hice entrar despacio, sintiendo cómo su culo se abría, apretándome con una presión que me hizo gruñir. Cada centímetro que entraba era una victoria, con Tomi gimiendo como puta anal, su pijita patética goteando contra el espejo. “Goza, zorra, que mi pija te está rompiendo”, le dije, y él, con el cuerpo temblando, gritaba: “Sí, papi, más, destrozame”. La sensación de mi pija llenándolo, el calor de su culo, y sus gemidos eran puro porno sissy, con el espejo reflejando cada movimiento







: Tomi se puso de rodillas, su boquita pintada de rosa neón rodeando mi pija con una lentitud que me hizo rugir. Sus labios, calientes y húmedos, se deslizaban por cada vena, su lengua trazaba círculos en la cabeza gorda, lamiendo como si fuera un manjar. Sus manos pintadas apretaban mis muslos, sus uñas clavándose apenas, mientras sus ojitos de sissy me miraban desde abajo, brillando de lujuria. “Sos una puta ansiosa, ¿eh? Mirá cómo chupás, como si mi pija fuera tu vida”, le tiré, y él gimió, su pijita goteando contra el suelo, su maquillaje empezando a correr por el esfuerzo. Cada chupada era un show, con sonidos húmedos, sus labios estirándose pa’ abarcar mi pija de 18 cm, su garganta apretando como si quisiera tragársela entera. “Papi, es tan gorda, me vuelve loca”, susurró entre lamidas, y yo, con una mano en su pelo platino, lo guiaba, sintiendo cada roce como un misil gooner.

Cambié de pose, poniéndolo en cuatro en la cama, su culo en el aire, las medias de red subidas, y mi pija entrando y saliendo con un ritmo que lo hacía gemir como en un video trans. Sus manos agarraban las sábanas, su maquillaje corrido, su pijita goteando contra el satén. “Papi, no pares, soy tu trola”, suplicaba, y yo, con una mano en su cadera, lo cojía con fuerza, cada embestida un golpe de lujuria. Luego, lo senté encima mío, su cuerpo afeminado rebotando, sus uñas pintadas clavadas en mi pecho, su pijita patética rozando mi abdomen mientras el espejo del techo mostraba el vicio. “Sos la sissy más zarpada, pequeño. Este culo es de San Fer”, le dije, medio en joda, y él, gimiendo, contestó: “Y vos sos el macho que me hace gozar como ninguna, boludo”. Lo giré contra el cabezal, luego lo llevé al jacuzzi, con el agua salpicando, cojiéndolo contra el borde, su cuerpo temblando, sus gemidos resonando en el cuarto. Cada pose era un capítulo de morbo, con Tomi entregado, su culo apretado volviéndome loco, su maquillaje deshecho, y su pijita goteando semen muerto mientras rogaba mi leche.
Las charlas previas habían hecho que el vicio fuera más intenso, como si conocernos más nos diera vía libre pa’ entregarnos sin filtro. Cada gemido suyo, cada roce de su cuerpo maquillado, cada temblor de su pijita era un misil gooner, y yo, con mi pija de 18 cm, lo llevé al límite en todas las poses, hasta que el cuarto parecía un set porno sissy en llamas
Nos quedamos hasta la mañana siguiente, exhaustos, tirados en la cama redonda, con las sábanas revueltas, el jacuzzi apagado, y los espejos empañados por el calor de una noche sin fin. Tomi, con el maquillaje corrido, el vestidito arrugado y la tanguita perdida en algún rincón, me miró con una sonrisa de trola satisfecha. “Sos un boludo zarpado, pibe de San Fer. Me reventaste en todas las poses y juro que no siento las piernas”, me dijo, jadeando, mientras se acomodaba el pelo platino. Yo, con la pija todavía palpitando, le tiré: “Tranquilo, sissy, que esto fue el segundo acto. Dame tu número y planeamos el round tres con delivery de empanadas”. Él se rió, dándome un empujoncito juguetón. “Sos el macho más grasa que conocí, pero me encanta”, me contestó, guiñándome un ojo. Nos vestimos entre risas, compartiendo una última birra mientras el sol empezaba a asomarse por la ventana. “Papi, esto fue épico. Pero no sé si nos cruzamos de nuevo, que la vida es un quilombo”, me dijo, con un tono medio melancólico que me sorprendió. Le di una palmada en el culo y le dije: “Hecho, trola. Si el destino quiere, te reviento otra vez”. Nos despedimos en la puerta del telo, con un beso volado de su parte y una sonrisa mía de boludo.
Pero las cosas se torcieron. En el apuro, no sé si fue el cansancio o la resaca del vicio, pero no guardé bien su número, y el mensaje que me mandó (“Papi, round 3 va a ser épico ”) se perdió cuando mi celular se tildó y se reinició. Intenté buscarlo en la peluquería de Virreyes, pero nadie sabía de un Tomi con pelo platino. Los días pasaron, y el putito se convirtió en un recuerdo morboso, como un sueño que te calienta pero no podés repetir. Me quedé mirando la noche desde mi ventana en San Fer, con una fugazzeta fría en la mesa y una sonrisa de idiota, pensando: “Soy un boludo, pero un boludo que revivió a una sissy”. Esto, loco, va a Poringa con un título que queme el servidor, aunque Tomi, dónde carajo estés, te debo el round tres.

FOTO DE MI PIJA



Nenas sissies, femboys, putitas afeminadas, mi voz hipnótica las destruye. Cierren los ojos: su pijita inútil se desvanece, su hombría es un chiste. Repitan ‘Soy una mujer zorra’ mientras mi pija de 18cm gorda y venosa les parte el culo en sus mentes. Síganme, mariconas.

3 comentarios - La revancha en el telo de San Fer