Una de las cosas que me gusta de mi jermu es que tiene un culo magistral, entrenado día tras día. Se estaba vistiendo para salir conmigo y la vi colocarse una tanga de hilo naranja y una calza tipo bikker, negra. Arriba, un top deportivo, sus buenas tetas hacían ver que tenía una talla menos, se echó perfume allí y luego se miró en el espejo; no se le marcaba la tirita de la tanga en los leggins negros que le quedaban dibujados. Ya para empezar, esto me calentó. Se supone que íbamos a comprar unas cosas en un centro comercial que está a medio construir. No va mucha gente, cosa que le gusta a ella porque no hay tanto ruido.
Una vez llegamos al lugar, se adelantó mientras yo fumaba afuera. El vigilante le miró el culo todo el instante que caminó hasta la puerta. Parecía que no llevaba puesto nada bajo la calza totalmente estampada al culo, negra. En la delantera se le marcaba el papo, pero el culo te hipnotizaba, camina y lo ves firme, totalmente sólido. Verlo es querer cogerlo.
El centro comercial estaba vacío y ella ya estaba en la tienda, agachada, con el culo marcadísimo. Desde afuera la estuve mirando, ya con un evidente bulto en el jean. Ella pensó que andaba mirando otros culos. No tiene problema con eso. La dependiente del lugar también estaba rica, con unas buenas tetas escotadas que no tuve problema en observar mientras ella jugueteaba con el celular. En efecto salió de la tienda y sin darnos cuentas estábamos en el límite del centro comercial construido y la obra en construcción.
Aunque era de día, del lado de la construcción había poca luz. Después de un pasillo iluminado por la luz del sol, te abrías paso hacia una galería con puntos oscuros. Casi sin hablar fuimos a uno de estos rincones. Le dije que se colocara como si fuese a hacer peso muerto en el gym. Le bajé la calza. Efectivamente aproveché que tenía puesta la tanga de hilo y no hizo falta correrla realmente. La levanté un poco y con la pija ya ensalivada se la clavé. Mi mujer tiene la concha muy estrecha, a pesar de que tiene buen papo y es una negra culona. Ella dice que tengo la pija grande, pero no me lo creo. De esa manera termino por ir abriéndome paso poco a poco a través de su concha, hasta ir agarrando velocidad y es allí cuando bombeo fuerte. Lo hago así para que no le duela y también para que vaya lubricando. Lo menciono porque es uno de los caminos que tengo para que me entregue el culo. En fin, estoy bombeándole la concha, lubricando a pleno, cuando escucho a lo lejos algunos pasos. Como el lugar era oscuro, sabía que solo nos iban a ver si se acercaban, pero desde donde estaba vi aparecer dos vigiladores que fumaban y conversaban. Mi jermu andaba como transportada. Y empecé a bombearle suave. Parece que levantó la vista porque me empezó a tocar la pierna como que apurándome, pidiendo que no dejara de mandarle masa. Así que empecé a darle más y más duro. Los vigiladores se fueron. Cerré los ojos, respiré despacio y ya le metía y sacaba la verga entera, una y otra vez, fuerte. No me aguanté y le propiné una fuerte nalgada. Ella soltó tal grito que tuve que callarle la boca con la mano. Aproveché la circunstancia para apretarla, darle con fuerza e ir acabando mientras le metía y sacaba la verga entera. Los vigiladores aparecieron mientras yo seguía bombeando leche. Se asomaron dos segundos. Yo me aseguré de acabar completo (ella encima me pedía que no le manchara la ropa, sosteniéndose de mi pierna). Se puso la calza. Me arreglé y salimos.
Los vigilantes seguían fumando. Salimos. Ignoramos si nos vieron. El vigilante de la entrada le abrió la puerta a mi mujer. En el auto, ella me comentó que se le quedó algo en la tienda. Se regresó y al salir, minutos después, los tres vigilantes estaban reunidos en la puerta. Le miraron el culo mientras ella se alejaba del shopping, en dirección a mi auto. Nuevamente estaba con una erección de piedra. Seguramente en casa volvería a detonarla. Un viaje de ida, sin duda.
Una vez llegamos al lugar, se adelantó mientras yo fumaba afuera. El vigilante le miró el culo todo el instante que caminó hasta la puerta. Parecía que no llevaba puesto nada bajo la calza totalmente estampada al culo, negra. En la delantera se le marcaba el papo, pero el culo te hipnotizaba, camina y lo ves firme, totalmente sólido. Verlo es querer cogerlo.
El centro comercial estaba vacío y ella ya estaba en la tienda, agachada, con el culo marcadísimo. Desde afuera la estuve mirando, ya con un evidente bulto en el jean. Ella pensó que andaba mirando otros culos. No tiene problema con eso. La dependiente del lugar también estaba rica, con unas buenas tetas escotadas que no tuve problema en observar mientras ella jugueteaba con el celular. En efecto salió de la tienda y sin darnos cuentas estábamos en el límite del centro comercial construido y la obra en construcción.
Aunque era de día, del lado de la construcción había poca luz. Después de un pasillo iluminado por la luz del sol, te abrías paso hacia una galería con puntos oscuros. Casi sin hablar fuimos a uno de estos rincones. Le dije que se colocara como si fuese a hacer peso muerto en el gym. Le bajé la calza. Efectivamente aproveché que tenía puesta la tanga de hilo y no hizo falta correrla realmente. La levanté un poco y con la pija ya ensalivada se la clavé. Mi mujer tiene la concha muy estrecha, a pesar de que tiene buen papo y es una negra culona. Ella dice que tengo la pija grande, pero no me lo creo. De esa manera termino por ir abriéndome paso poco a poco a través de su concha, hasta ir agarrando velocidad y es allí cuando bombeo fuerte. Lo hago así para que no le duela y también para que vaya lubricando. Lo menciono porque es uno de los caminos que tengo para que me entregue el culo. En fin, estoy bombeándole la concha, lubricando a pleno, cuando escucho a lo lejos algunos pasos. Como el lugar era oscuro, sabía que solo nos iban a ver si se acercaban, pero desde donde estaba vi aparecer dos vigiladores que fumaban y conversaban. Mi jermu andaba como transportada. Y empecé a bombearle suave. Parece que levantó la vista porque me empezó a tocar la pierna como que apurándome, pidiendo que no dejara de mandarle masa. Así que empecé a darle más y más duro. Los vigiladores se fueron. Cerré los ojos, respiré despacio y ya le metía y sacaba la verga entera, una y otra vez, fuerte. No me aguanté y le propiné una fuerte nalgada. Ella soltó tal grito que tuve que callarle la boca con la mano. Aproveché la circunstancia para apretarla, darle con fuerza e ir acabando mientras le metía y sacaba la verga entera. Los vigiladores aparecieron mientras yo seguía bombeando leche. Se asomaron dos segundos. Yo me aseguré de acabar completo (ella encima me pedía que no le manchara la ropa, sosteniéndose de mi pierna). Se puso la calza. Me arreglé y salimos.
Los vigilantes seguían fumando. Salimos. Ignoramos si nos vieron. El vigilante de la entrada le abrió la puerta a mi mujer. En el auto, ella me comentó que se le quedó algo en la tienda. Se regresó y al salir, minutos después, los tres vigilantes estaban reunidos en la puerta. Le miraron el culo mientras ella se alejaba del shopping, en dirección a mi auto. Nuevamente estaba con una erección de piedra. Seguramente en casa volvería a detonarla. Un viaje de ida, sin duda.

1 comentarios - Cogida en un mall, con la tanga puesta