Sus besos eran duros, calientes y húmedos. Esas palabras yaeran fáciles de usar cuando se hablaba de Lali Esposito. Había tenido laoportunidad de hacer todo eso con ella durante un mes, pero no tan físicamentetodavía.
De alguna manera, parecía que ella estaba intentando cambiareso aquí y ahora. En una sala vacía de una fiesta de Ideas del Sur. Perogracias a esos besos húmedos y calientes -y al cuerpo caliente yesperanzadoramente húmedo embutido en un vestido negro que me la ponía dura- nome importó demasiado.

Después de que mi boca alcanzara a la de Lali, ella seapartó un poco bruscamente. Sin embargo, fue más delicada al ayudarme aquitarme el esmoquin y desabrocharme la camisa. Yo quería ayudarla a quitarseel vestido -aunque sus tetas serían más fáciles de liberar primero-, pero mequedé quieto y dejé que ella mantuviera el control.
«De acuerdo entonces», valoró Lali una vez que pudo verme elpecho. Antes de que volviera a mirar el suyo, su mano recorrió mis abdominalesy se dirigió a mi cinturón. «Te voy a dar a elegir».
Mi pensamiento crítico no estaba en su mejor momento. Todomi pensamiento se dirigía a la misma zona que la mano de Lali acababa dealcanzar. «Ya he sentido esto más que suficiente. Sólo que no con mi mano»,señaló Lali, antes de agarrar finalmente la parte del cuerpo que ya habíatorturado bastante.
«Oh....¿la elección?» Le pregunté antes de que empezara abombear.
«Podemos hacerlo aquí y ahora», me ofreció Lali. «O puedoacabarte así. Acabamos con la primera y luego hacemos el resto en el hotel. Y vostambién lo hacés por mí».
Con la mano libre, Lali cogió la mía y se la puso en elvientre. Luego levantó el centro de su vestido, dándome tiempo para captar sumovimiento. Una vez hundida, metí la mano bajo su vestido y ella lo dejó caerantes de que yo alcanzara su tanga.
«Vos me metés el dedo, yo te meto el dedo. Pero ambossalimos de aquí sin una sola mancha de semen», dijo Lali despreocupadamente.«Luego volvemos y echamos el resto en otro sitio. ¿O sólo quieres coger yacabar de una vez?».
Esta era la única forma posible en la que podía haber dichoque no a esa pregunta. Pero primero tuve que preguntar, «Pero.... ¿aún asíacabaríamos en el hotel? ¿Si dijera que no?»
«No tendremos que apresurarle. Y puedo ir avanzando poco apoco durante más tiempo», insinuó. Llevaba un mes esperándolo, pero el acto ensí seguro que no duraría tanto la primera vez. Si podía acabar con el vergonzosofinal prematuro ahora, y conseguir un espectáculo más tarde.... y darle másrazones para que me diera ese espectáculo....
Empecé a hacerlo pasando el dedo por su tanga. Cuando apartéla parte delantera y rocé su coño desnudo, la mano de Lali apretó con fuerzamis genitales desnudos. En ese momento, reanudamos los besos mientras nosacariciábamos.
Cuando el pulgar de Lali rozó mi punta y mi índice sedeslizó dentro de ella, me separé de su boca y besé su cuello. Mi destino eraobvio, así que le metí más dedo para prepararla. Ella sólo gemía y me bombeabamás rápido mientras mi cara llegaba a su épico escote.
No sabía por dónde empezar, pero tal y como iba la mano de Lali,tenía que actuar rápido. Me decidí por besar la piel expuesta de su pechoizquierdo, luego el derecho, y después besé también las partes vestidas. Mislabios y mi lengua subieron por el valle expuesto de sus pechos, aunque sabíaque esto era un poco lento. Así que introduje el resto del dedo en su interiory la penetré con más fuerza para compensar.
Lali gimió y echó la cabeza hacia atrás, masturbándome másfuerte y poniendo su mano libre en mi pecho, frotando y palmeando mispectorales y pezones. Entendí el mensaje y me preparé para devolverle el favor.
«¡Oh, mierda!»
No era la voz de Lali. Era distintivamente una atractiva vozfemenina, pero no era la suya. Era más fuerte y un poco menos sensual que la deLali, y su dueña estaba justo detrás de nosotros.
Estábamos tan metidos que no nos dimos cuenta de que laChina Suárez había entrado y, obviamente, no se lo esperaba. Nosotros tampoco.
La China no era una persona desconocida para nosotros, nimucho menos. Por supuesto, era la mejor amiga de Lali, y había sido mi propianovia (o más bien, noviecita) hace muchos años, cuando eramos unos niñosinexpertos. Y aprendimos muchas cosas juntos… Pero la verdad habíamos perdidocontacto con los años. Ahora en teoría estaba mucho más calmada, de novia conel hombre que se había cogido separándolo de otra supermodelo. Viéndola con eserevelador vestido que tenía esta noche, entendía a su actual pareja. ¿Quién nodejaría todo con tal de cogerse a semejante bombón?

«Oh, lo siento, estoy ....» Euge se interrumpió, y luego murmuró algo angustiada antes de salir de la habitación. Ni siquiera seacordó de cerrar la puerta, así que Lali tuvo que dejarme a mí -y a mi pija-para que lo hiciera.
Ella también maldijo un poco, y yo también solté unosinsultos en voz baja. Tenía miedo de preguntar en voz alta si podíamos seguir,ya que el ambiente estaba claramente arruinado. Resultaba irónico que loestropeara otra actriz joven, una de las pocas cuyas curvas y busto no tenían nadaque envidiar a los de Lali.
Probablemente no era prudente pensar en eso ahora. En cuantoa decir, seguía sin encontrar palabras. Pero Lali no, suspiró y dijo:«Tendremos que hacerlo todo en nuestra habitación, entonces».
Sin mediar palabra, seguí a Lali fuera de la habitacióndespués de abrocharme los botones. Nos fuimos en silencio, sin molestarnos endespedirnos de los demás huéspedes -- y apenas les miré por si Euge estabacerca. Llegamos a nuestra limusina y nos llevaron de vuelta al hotel ensilencio.
Cuando llegamos a la habitación, estaba claro que elsilencio tendría que romperse de alguna manera. Así que Lali volvió a tomar lasriendas. «Así que ha sido un asco», afirmó, y yo seguí callada, sin querer irmás allá con esa última palabra.
«Mira, sé que estás hirviendo. Yo también », dijo Lali, loque tomé como un cumplido. «Pensé que corrernos uno para el otro allí seríaextra caliente. Aunque fue un poco diferente tener un público real». Asentí conla cabeza, ignorando la idea de tener un público así.
«Bueno, ¿qué son unos minutos más, no?» Me atreví a hablar yesperar. «En todo caso....now no me preocupa terminar tan pronto. El silencioincómodo y perder la erección pueden funcionar después de todo», me pasé unpoco. Pero Lali sonrió.
«Eso lo dices ahora», bromeó, casi tan mona como sexy. Sinduda empezó a solucionar mi problema de erección. Antes de que se resolvierademasiado, me di la vuelta y fui a cerrar la puerta principal.
«Ahora no debería entrar nadie más para demostrar que meequivoco», predije. Animado, me di la vuelta y le pregunté a Lali: «De todasformas, dijiste que aquí dentro se podía construir más. ¿También estabaequivocada?».
Lali se volvió hacia mí, sonrió y contestó: «Sólo hay unapersona aquí que puede responder a eso. Si está dispuesto».
Estuve a punto de poner los ojos en blanco, pero los mantuvequietos mientras Lali se acercaba a mí. Miré hacia abajo cuando vi el deliciosocontoneo de sus deliciosas caderas, y bajé aún más para darme cuenta de queseguía llevando tacones. Hizo una pausa para bajarse de ellos a mitad decamino, aunque no por ello sus piernas eran menos llamativas.
Mi espalda estaba pegada a la puerta, así que pensé quedebía moverme. Después de todo, sería más probable que nos volvieran a oíraquí. Pero tal vez Lali todavía estaba en eso, a pesar de cómo fracasó antes.Por otra parte, cerré la puerta con llave y podía impedir que alguien entrara.
Con eso, empecé a desabrocharme la camisa de nuevo mientras Lalime alcanzaba. «Pensé que debía ocuparme de eso esta vez», le dije.
«Bueno, si estás demasiado ocupada, entonces», comentó,antes de volver a coger la cremallera de su vestido. Lo bajó todo lo que pudo,lo que hizo que me quitara la camisa y el esmoquin más deprisa. Porsolidaridad.
«Ahora tengo tiempo libre», le aseguré. Lali asintió y meempujó contra la puerta.
Mis brazos la rodearon hasta su espalda descubierta,palpando su suave y preciosa piel bronceada sin bajar el vestido. No comprobési se deslizaba, pues me quedé clavada en sus seductores ojos almendrados y suslabios carnosos, mientras el persistente aroma de su melena morena llenaba elresto de mis sentidos.
El sentido del gusto mejoró cuando sus labios se unieron alos míos. Incluso se deslizaron sobre los míos lenta y sensualmente paraayudarme a saborearlo. Entonces bajé yo mismo el vestido de Lali, dejándoloenredado alrededor de sus caderas. Sin embargo, abrí los ojos para verlaquitárselo mientras me besaba.
Una vez lo hizo, sus manos me rodearon el cuello mientras sucuerpo desnudo se apretaba contra el mío semidesnudo. La sensación de sus tetas sobre mí era abrumadora.
Sin embargo, en lugar de ir a por más, los besos lentos yhúmedos de Lali me mantuvieron congelado en el sitio. Me contenté condevolverle el beso y sentir el resto de su increíble cuerpo. Mis manosrecorrieron sus curvas de reloj de arena y se posaron en sus caderas biendefinidas, lo que la hizo gemir suavemente en mi boca.
Lali finalmente se separó de mi boca para bajar hasta micuello, como hice con ella en la fiesta. Y al igual que yo, bajó por mi pecho yse inclinó para besar mis pechos, mucho más pequeños. Sus manos bajaron paratrazar mis abdominales mientras su lengua recorría mis pectorales, luego ladeslizó por mi propio pecho y me miró con pura lujuria.
Su lengua salió de mi pecho y se metió en mi boca, mientrassus manos volvían a mis pantalones. En lugar de limitarse a entrar, su manobuscó mi pija y tiró de ella hasta dejarla a la vista, justo cuando abandonabami boca. Tras unos cuantos besos más, Lali se arrodilló.
Sin darme más aviso, Lali tomó inmediatamente mi pija entresus labios. Los frotó arriba y abajo por mi tronco sin chupar, y también lohizo bastante bien. Mis manos se agitaron, sin saber qué hacer, pero al finalme agaché e intenté agarrarle el pecho. Sin embargo, no llegué muy lejos.
Lali se separó y se inclinó hacia arriba, ofreciéndome porprimera vez una visión clara de sus pechos. Pensé que pondría mi pijaentre ellos, pero en lugar de eso, la puso contra mi estómago. En ese momento,ella lamió y se burló de la parte inferior y me dejó en el borde - pero me diouna oportunidad más clara para agarrar sus tetas.

Apreté las tetas que llevaban más de una década deseandotocar, mientras ella lamía la parte inferior que sólo otras seis personashabían tocado en 10 años, y sólo tres habían chupado. Con sus labios y sulengua bajo mi cabeza y mis manos palpando tan amplia carne, tuve el temor realde correrme en mi propia cara.
«Levántate», dije con mi miedo ilógico. Tenía que inventaralgo bueno para que fuera lógico. Después de que los labios de Lali abandonaranmi pene, empecé a conseguir algo.
Quité mis manos de sus tetas, jurando no dejarlas solas pormucho tiempo. Una vez que Lali se puso en pie, apoyé la parte delantera de sucuerpo contra la puerta. Me coloqué detrás de ella y deslicé las manos por suvoluptuosa figura hasta ponerme de rodillas.
Mis manos llegaron hasta sus pechos, que ahora estabanpresionados contra la puerta. Mi cara estaba justo al lado de su culo en formade corazón, lo suficientemente cerca como para darle un buen mordisco. Encambio, me limité a besar su mejilla izquierda y luego pasé los labios y lalengua por la parte posterior de su pierna.
«¿Es ahí a donde vas?» Oí preguntar a Lali. Respondíllegando a mi verdadero destino final.
Mi cabeza pasó por debajo de su culo, pero mi lengua fuedirecta a su coño. Lo rodeé antes de entrar, y luego me incliné más para meterlos labios y los dientes en la mezcla. Lali gimió y empujó su culo contra micara. Eso ayudó a que pareciera aún más que me la estaba follando con lalengua.
Impulsado por eso, me aparté de su coño y casi me sentítentado a lamer justo entre sus mejillas. Pero tuve una idea mejor y quizá másaceptable para ellas.
Preferí besar la mejilla derecha de Lali, deslizando mi bocahasta la parte baja de su espalda. Empecé a levantarme de mis rodillas, besandosu espalda y sujetando sus tetas mientras tanto. Una vez de pie, Lali giró lacabeza hacia mí y empujó su culo contra mi entrepierna.
Me pareció una oportunidad tan buena como cualquier otra,así que puse mi pene entre los suyos. Con mi erección presionada entre susmejillas, empujé el resto de mi cuerpo contra la espalda de Lali y apoyé lasmanos en sus caderas. Una vez que me clavó otra mirada erótica, empecé aintentar cogerle la raja del culo.
«Oooh....no está mal», alabó Lali. Intenté mejorar besandosu nuca, antes de bajar a su hombro. No tardé en pasar a la mejilla de su cara,y volví a sus labios poco después.
«Mmm....» Lali gimió mientras yo iba más rápido. «¿Qué, tevas a correr en mi espalda? ¿Para que me corra en tus pelotas?»
«No me tientes, no te voy a tentar», de alguna manera uséinglés real. «Aunque sería irónico acabar en una cama normal», jadeé.
Lali empujó su culo hacia atrás de nuevo, y luego admitió:«De acuerdo, bien. Sigue con lo probado y verdadero».
Aprobé lo suficiente como para retroceder y dejar que Lalisaliera por la puerta. Pasó junto a mí en un camino despejado hacia eldormitorio, y yo la seguí detrás... justo detrás. Verla caminar desnuda es algoque necesitaba tener a la vista.
Cuando llegamos a la cama, ella se dio la vuelta y me diouna vista frontal completa de su desnudez. En poco tiempo, ella retrocedió ymostró esa vista mientras estaba acostada de espaldas en la cama. En menostiempo, me subí a la cama y la cubrí yo mismo.
En lugar de empotrarla allí mismo, volví a besarla y aestrechar su cuerpo. Nos revolcamos un poco mientras me frotaba contra sufigura de bomba. Cuando la puse de espaldas, volvió a ponerse lenta y sensual,y yo la seguí acercando lentamente mis dedos a su coño.
Dos de ellos entraron lentamente mientras yo volvía a besarel cuello de Lali, con la intención de posar por fin mis labios en su pecho.Pero antes de que llegara demasiado abajo, Lali gimió y dijo: «No. No hasta queme cojas de verdad».
«¿Esto no cuenta?» Pregunté mientras mis dedos entrabanhasta el fondo.
«Oh.....oh, eso está muy cerca. Pero imagínate cómo sesentiría tu pija. Dura, caliente, y se pondría taaaan húmeda», ronroneó Lali.Eso fue suficiente para mí.
Retiré los dedos y coloqué mi pija en su sitio, listo paraentrar en ella y explotar de verdad. Golpeó justo contra ella... y luego se oyóotro golpe en la puerta.
Ambos nos detuvimos por un momento, sin embargo, tratamos deencogernos de hombros. Pero no pudimos cuando una segunda y tercera serie degolpes cayeron. Se hizo imposible cuando una voz añadió: «¿Hola?».
Era una voz demasiado familiar, una que habíamos oído antesde llegar aquí. «¿Qué quiere....» Me quejé de que la China Suárez estuvieraesta vez en nuestra puerta.
«Ya se irá», gruñó Lali, tratando de recuperar el humor.Pero Euge seguía llamando y preguntando por Lali mientras yo intentaba metermecon ella. Me cansé y estaba a punto de coger de todos modos, aunque ellaestuviera fuera de la habitación. Y aunque pudiera oírnos.
Ella quería tanto estar cerca de nosotros durante el sexo,que también podría. Podría darle algunas ideas. Podría hacerla desear ser Lali...si no lo quisiera ya. Podría hacerla desear....
«¡Oh, mierda!» Lali interrumpió. Desafortunadamente, no usóesa frase de manera sexy.
Me sacó de encima y rodó fuera de la cama, luego marchó a suarmario en busca de una bata. Cuando lamentablemente consiguió una ylamentablemente se la ató, lamentablemente salió de la habitación. Supuse quequería que me quedara aquí y no la viera, aunque no había cerrado la puerta dela habitación.
Yo mismo me levanté de la cama y me acerqué a la puerta,justo a tiempo para ver a Lali abriendo la de enfrente. Después de echar unvistazo para ver que era Euge, tuve que cerrar. Por supuesto, aún podía oírlashablar a las dos.
Parecía que Euge intentaba disculparse por lo de antes, perono explicaba por qué no podía llamar mañana. Lali intentaba sacarla sinexplicar por qué.
Finalmente, oí palabras de resignación de lo que podríahaber sido la voz de Lali. Después oí pasos, pero obviamente no sabía de quién.Sin embargo, cuando la puerta se abrió de repente y Lali volvió a entrar, tuveuna idea mejor.
«¡Voy a acabar con esto de alguna manera, no importa quiénesté ahí!» informó Lali. Sin más explicaciones, se quitó la bata y volvió ameterse en la cama.
Seguía sin dar explicaciones cuando se dio la vuelta y pusosu culo sobre mi cara, con su rostro dirigiéndose hacia mi pija. Estuve a puntode pedirle respuestas... hasta que su boca se acercó a mí, claro. Incluso conel vago recuerdo de que Euge podría estar mirando ahora mismo, no tardé endejar de preocuparme. Después de todo, Lali seguro que lo hizo.
De hecho, cuanto más rápido bajaba por mi pija, másincompetente me veía por no corresponderle. No tuve más remedio que chuparla,mordisquearla y comérmela tan rápido como ella me comía a mí, aunque no me loestaba poniendo fácil. Por instinto, levanté las caderas y eso sólo hizo queapretara más su culo contra mí.
Entendiendo la idea, la engullí y le agarré el culo todo loque pude. Pronto estábamos follando y chupándonos el uno al otro con toda lafuerza posible. Ni siquiera pude separarme para ver si Euge ya estaba allí.
Si así fuera, habría visto a Lali salir de mí, hacerme unagarganta profunda y dejarme la pija completamente empapada; al menos una denosotras lo hizo. Me conformé con solo sentirlo, comérmela con más fuerza yprepararme para correrme encima. Una vez que la boca de Lali se desprendió denuevo, hice precisamente eso.
Gemí directamente en su coño y lo lamí de principio a fin,luego le añadí los dientes cuando me sentí lo suficientemente seguro. Lali metragó y gimió con más fuerza, antes de que volviera a meter los dedos paracerrar el trato. Después de que terminó de beberme, tardé unos 20 segundos enpoder empezar a beberla.
Los fuertes y lujuriosos gemidos de Lali me inundaron losoídos mientras sus fluidos me inundaban la boca. Cuando mi boca terminó,finalmente volví a recostar la cabeza sobre las sábanas. Todavía no me atrevíaa mirar si teníamos público, pero entonces, al oír "Dios...", larespuesta fue mía.
"¿Contenta ya?", oí que Lali preguntaba acontinuación.
"Te lo dije, no vine por eso. ¡No sabía que estaríascogiendo cuando lo hice!", oí responder a Euge. "¿Cómo iba a saberque era tu primera vez con él?"
"Bueno, ahora lo sabes. Y sabes que no ha terminado. Nisiquiera me lo he cogido todavía, ¡y míralo!", argumentó Lali, como si yano estuviera encima de mí.
"¡Podrías haberlo cogido entonces!", señaló Euge.
"¡Me pusiste demasiado nerviosa!", argumentó Lali."Ahora quién sabe cuánto tardará en levantársele de nuevo."
"¿Puedo opinar?" Por fin participé. En esemomento, Lali se apartó de mí y le mostró el resto de mi desnudez a nuestro"invitado".
Por fin pude ver también a Euge, que estaba de pie en lapuerta, todavía con su ajustado vestido verde. Me observó un momento, luegopareció quitarse de encima y dijo: "Debería dejarte con tu rutina".
"¿Por qué? Seguro que te masturbas con eso cuando tevayas", acusó Lali. "¡Probablemente te habrías corrido después de lafiesta si hubieras podido! ¿Por eso bajaste en lugar de llamar? Bueno, tefuncionó a la perfección".
"¡No quería trabajar así, te lo dije!", suplicó Euge,y Lali se volvió hacia mí.
"Bueno, quién sabe si solo fuiste tú", empezó Lali."Nos habrías robado a mí y a ella si no hubiera terminado el trabajo,¿verdad? Pensar en ella mirando y participando... ¿te ayudó a sobrevivir a lalimusina de vuelta a casa?"
“¡Qué demonios, no!” —respondí—. “¡Ni hablar de hacer eso, despuésde lo que hicimos!” —continué, aunque me di cuenta de que no era una negacióntan contundente.
—¿Lo que hicimos te va a hacer que se te pare de nuevo? ¿Lomás rápido posible? —quiso saber Lali.
—Bueno... probablemente sea rápido. Discutir no servirá denada —me atreví a señalar.
Lali se tranquilizó un poco y admitió: —Puede ser. Pero yame tenías. Me tenías después de pensar en mí todo este tiempo. Ahora podríasubir más rápido con algo que no tenías.
Había tantas maneras de interpretar eso. Miré a Euge y vique ella también lo estaba deduciendo. Justo antes de que pudiera hacerlo, mevolví hacia Lali y exclamé: —¡Estás bromeando!
—No hay tiempo para bromas. Ella quería esto de algunamanera, apuesto a que tú también —siguió pensando Lali. "Así te levantarámás rápido y luego te devolverá a mí."
"¡Anda ya, no tiene por qué hacer eso!", protesté."¡Me levantas siempre, pase lo que pase! ¡Ni hablar de que no losepas!"
"Si alguien más puede, es ella. ¡Ni hablar de que no losepa!", respondió Lali, frustrada pero resignada.
La lógica me atormentó por un segundo, luego me obligué avolverme hacia Euge y preguntarle: "No te lo crees, ¿verdad?"
Me costó un poco recordar que seguía desnudo frente a ella.Antes de que se me ocurriera taparme, vi a Euge observándome. Analizándome. Yyo hice lo mismo con su cuerpo.
Sin duda, era de las pocas que podía presumir más de supecho. Era ridículo, la verdad. La forma en que se movían y estaban mediocubiertos por ese vestido... Esos pechos llenos, redondos e increíblementecarnosos estaban ahí, a la vista…

Y entonces sentí que le estaba dando la razón a Lali. «Hijode puta», murmuré para mí. Ya ni siquiera podía mirar a Lali, pero mirar a Eugequizá tampoco me hubiera ayudado.
«Como te dije, caliéntalo y devuélvemelo», oí que ordenaba Lali.«Tú eres quien lo toca». Ahora prácticamente tenía que mirar a Euge, pero nosabía cómo.
"Esto sigue siendo cosa tuya, ¿sabes?", intentétranquilizarla. "No lo haré si tú no lo haces", le aseguré, aún conel autocontrol para prometerlo.
"Acabas de tenerla, y aún así lo tienes para mí",comentó Euge. Sonaba bastante sórdido en ciertos tonos, pero no en ese. Estesonaba más... orgulloso de lo que esperaba. Quizás para alguien a la sombra de Lali,podría serlo.
Mis fuerzas se transformaron claramente cuando empezó abajar los tirantes de su vestido. Para cuando terminó, solté otro "Oh,mierda", con resignación y deseo. Cuando Euge lo vio, se bajó el vestido yfue a besarme antes de que pudiera verla bien.
Mi pecho sintió una buena sensación, por supuesto. Y milengua y mis labios también. Euge terminó de quitarse el vestido y se tumbóencima de mí, poniendo sus pechos sobre mi pecho y su tanga mojada sobre mi pija.
Después de que rompió el beso, bajé la vista y vi susenormes pechos apretados contra mí. Extendí la mano para presionarme un poco,pero Lali me interrumpió. "Dije que ella es la que me toca", nosrecordó a ambos.
Casi hice un puchero, olvidando que ya había jugado con losenormes pechos de Lali. Pero... pero estos eran de los pocos que podíanigualar...
Volví a mirar a Euge, quien notó que no había disimuladobien mi puchero. Impertérrita, se incorporó para que pudiera ver su pechocompletamente desnudo. Segundos después, volvió a tumbarse encima de mí,besándome el cuello y el pecho, y se aseguró de frotarme el suyo por todo elcuerpo.
Euge frotó sus pechos de arriba abajo y de lado a ladocontra mi piel. Sus besos y miradas en mi pecho también ayudaron, pues parecíaque me estaba preparando para el orgasmo. Bajó aún más para comprobarlo,mientras su piel generosa se deslizaba por mi vientre y su piel tersa debajorozaba mi pene.
Finalmente, colocó su cara sobre mi pija, que se veíabastante dura y lista. Euge, por su parte, dijo: «Ay, qué rico... podría estarmejor. Debería empezar a correrse».
Para lograrlo, Euge tuvo que tomarme en su boca. Me metió lamitad y chupó mientras su lengua se deslizaba por mi verga y mi glande. No oí aLali protestar, pero no la miré; en parte por miedo a la culpa y en parte porel espectáculo de Euge.
Me lamió como si fuera un chupetín, luego me volvió a metery tarareó suavemente. Sus labios se deslizaron lentamente hacia abajo mientrassu lengua lamía rápidamente mi raja, pero se apartó y pronto la besó. Ojalápudiera sujetar las tetas de Euge como hice durante la tirada de goma de Lali,pero incluso estando en posición, probablemente no estaba permitido.
Sin embargo, Euge encontró la manera de evitarlo: tomó suteta izquierda y la presionó contra mis huevos. Frotó su pezón contra mi saco,luego hizo lo mismo con el derecho. Finalmente, deslizó toda su teta izquierdaen mi pija, luego la derecha, y luego volvió a bajar para hacerme una gargantaprofunda. Se corrió deslizando lentamente sus labios hacia arriba, con sulengua deslizándose por mi verga y sus ojos marrones clavados en los míos.
"Oh, eso es...", gemí de puro placer.
"Yo también lo creía", oí que Lali asintió. Cuandome aclaré, vi que Euge se había apartado y Lali volvía. Ahora que Euge me teníalisto, era hora de penetrar a Lali por fin; lo que siempre había deseado. Sinembargo, no pensé que la situación fuera a terminar así; ni siquiera unos pocosminutos atrás.
Sin embargo, al principio, Lali estaba a punto de montarse ahorcajadas sobre mí. Me quedé boca arriba mientras ella se agachaba, sintiendolo mojada que estaba. Al menos eso no se había resentido con este intercambio.Aun así, seguía mirando su coño y sus pechos, ya que no me sentía losuficientemente cómodo como para verle la cara.
Esas imágenes ayudaron a calmar mi ansiedad, al igual quelos gemidos de Lali. Pronto, estuve listo para levantar la vista y verlasumirse en el éxtasis. «Oh, mierda, eso es todo...», gritó mientras me mecíamás rápido, haciéndome subir el ritmo también.
«Sí...», oí desde otro lugar, justo cuando me perdía denuevo en Lali. Solo tuve que mirar hacia arriba y ver a Euge junto a la cama,de pie, jugueteando consigo misma sobre nosotros. Ahora estaba completamentedesnuda, con todas sus curvas irreales al descubierto y su pecho irrealelevándose con su respiración agitada. Sus gemidos bajos también me distraían.
No sabía si Lali me estaba prestando atención, pero sabíaque no era prudente que lo viera. No había razón para no prestarle toda laatención a Lali Esposito, salvo que una de las pocas estaba en la habitación.Simplemente tenía que ignorarla, eso era todo.
Así que agarré a Lali y me puse encima de ella, dejándolacompletamente a la vista. Empujé con más fuerza y le puse las manos en lacara, besándola con mis trucos restantes. Ella respondió con algunos trucospropios, mientras sus manos bajaban hasta mi trasero y sus dientes seguíanjugando con mis labios.
"Sí, así está mejor", dije con más de unaintención. Sin Euge en mente, los gemidos sensuales de Lali, su piel impecabley su pecho vibrante volvieron a ser el centro de atención. Sobre todo cuando megiré boca arriba y la incorporé lo suficiente como para poder acariciar suspechos con la boca.
Ambas manos se posaron en su pecho izquierdo mientras losuccionaba, y luego repetí el movimiento con el derecho. Después, simplementedisfruté de sus movimientos sobre mi cara mientras mis manos descendían por sucuerpo. Aterrizaron en su trasero y empezaron a menearlo, mientras que misembestidas ya lo hacían menear bastante.
Le lamí los pezones periódicamente y le apreté el traserocon más fuerza, ayudándolo a moverse más rápido. Lali no necesitó mucha ayudapara eso, pero yo estaba feliz de intentarlo.
Sabiendo lo que tenía que hacer, le di una última chupada asus pechos antes de decirle: «Arrodíllate». Me costó toda mi fuerza de voluntadapartarme y alejarme, aunque valdría la pena, en algunos sentidos, si no enotros.
Me levanté de la cama mientras Lali se quedaba, poniéndose acuatro patas. Aunque ya no podía verle las tetas, su culo sobresalía para mí,orgulloso y radiante. Me paré delante de la cama y detrás de ella, recorriendosu culo con las manos antes de que mi pija volviera a entrar en su coño.
«¿Te gusta? No es la primera opción de todo el mundo», merecordó Lali.
«Pero será la última», bromeé. Ya lo entendería cuandoterminara. Mientras la agarraba por las caderas y veía cómo su culo se abríapaso hacia mí, pensé que ya no tardaría mucho.
Mis caderas no tardaron en girar contra el trasero de Lalimientras mis manos lo frotaban. No dejé ni un centímetro de ese culo flexiblesin tocar, lo que pensé que me diferenciaría. Pero al final, tuve que dejar su culo para volver a agarrar sus tetasondulantes.
Esto puso mis caderas y mi pija a toda marcha, embistiendosu culo con un puñado de sus pechos para sujetarlos. Lali empezó a hablar aceleradamente y luego gritó: "¡Mierda, voy a terminar!". Para ayudarla, leapreté los pezones y empujé hasta el fondo contra su culo y su coño.
Unas cuantas embestidas más, fuertes y rápidas, la apretaronjusto a mi alrededor. Tan fuerte que tuve que retirarme rápidamente. Mientrassu orgasmo se apagaba, me retiré y vi que había suficiente lubricante de susfluidos para masturbarme.
Mi mano derecha bombeaba mi pija mientras la izquierdapermanecía sobre el coño de Lali, frotándolo hasta dejarlo limpio. Sin embargo,su culo no estaría tan limpio pronto; todavía no.
Al poco rato, empecé a correrme y dejé caer cada gota enalguna parte de su culo. Lali giró la cabeza para ver los resultados, todavíasonrojada por su propio semen. El mío rezumaba por sus perfectas nalgas, hastaque, de todos modos, puse ambas manos sobre ellas.
Froté mi propio semen en la carne de Lali, mientras meagachaba para lamer su coño hasta dejarlo completamente limpio. Para cuando susemen y fluidos se acabaron, el mío estaba empapado en su culo. Después de unascuantas frotaciones y sacudidas más, me desplomé en la cama, sin energías.
"Mierda...", oí murmurar a Lali, que tambiénparecía agotada. Parecía que ambos tendríamos que dormir, aunque olvidamosdejar salir a nuestro invitado primero. Olvidamos que teníamos uno; y uno que,además, tenía asuntos pendientes.
"¿Eso es todo?" Euge nos recordó su presencia. Meincorporé y la vi aún junto a la cama, con mucha más energía que nosotras."¡Todavía no he terminado! ¡Tienes que darme más!"
"Oh, lo siento. No tengo suficiente", admití."Con dos veces ya estoy exprimido".
"Vamos, ¿me has arrastrado hasta aquí y no puedocorrerme?", protestó Euge.
"¿Quién ha arrastrado a quién hasta aquí otravez?", se animó a recordarle Lali.
"¡Bueno, no me van a arrastrar hasta que me corra! ¡Yeso no fue suficiente! ¡Que alguien se lo haga!", insistió Euge. Puede quese hubiera equivocado de inglés, pero lo dudaba.
Me quedé quieta, sin dar ninguna solución; ninguna quepudiera decir en voz alta. Sin embargo, fue Lali quien dijo: "Dale. Acabá conella".
Cuando me di cuenta de que me estaba hablando, me quedéincrédula, o al menos fingí que sí. Me sentí obligado a recordarle a Lali:"Dijiste que no podía tocarla antes. ¿Cómo lo hago ahora?"
"Lo que se te ocurra. Tienes la pija seca, solo tienes opcioneslimitadas", dijo Lali. Ahí me tenía.
Volví a mirar a Euge, que intentaba juguetear consigo mismade nuevo, pero no tenía nada que la excitara. Si de verdad pudiera encargarmede eso... quizá habría tenido alguna forma.
Me arrastré hasta el borde de la cama y me tumbé boca abajojunto a ella. En lugar de obligarla a subirse a la cama, la mantuve de pie parapoder inclinarme y empezar a comerla. Sujeté las caderas de Euge y recorrí sujugosa figura un rato, mientras mi lengua volvía a trabajar.
"Oh.. mmm, así está mejor", dijo Euge, peroaun así se mantuvo un dedo encima para ayudarme. Ambas la ayudamos a acercarla,luego mi mano izquierda fue a su trasero y jugueteé con esa deliciosa masa unrato. Empujé su ingle contra mi cara mientras mi lengua se movía más rápido y Eugehablaba más alto.
"Oh, fóllame bien...", instó Euge. "Dios,ojalá tu pija funcionara...". Bueno, ese fue un cumplido ambiguo.
"Bueno, mi lengua te lo agradece", dije consarcasmo.
"Vamos, te vi bombeándola. Así se corre", dijo Euge.Bueno, ese fue un cumplido mejor, pero aun así.
"Aunque me lo permitieran, no se me va a levantar otravez. Me dejaron sin fuerzas", le dije. "Solo tengo lengua ymanos".
"Yo también las tengo", recordó Euge. "Puedohacer cosas con ellas. Apuesto a que podría".
Iba a estar de acuerdo antes de darle una buena lamida, perose alejó primero. Caminó hacia el frente de la cama y me giré boca arriba paraobservarla. Esto la puso en posición para agacharse, arrastrarse sobre la camay poner la cabeza entre mis piernas.
No oí a Lali protestar ni decir nada. Si lo hizo,probablemente no la oí porque Euge me estaba chupando los huevos. Aunque apenasestaban llenos y mi pija aún estaba flácida, seguía siendo una bomba sexychupándome los huevos. Debí sentirme abrumado.
"Ya está, ya ves", murmuró Euge sobre mis pelotas."Vas a levantarte y a sacarme la leche. Sé que lo harás". Dejó mispelotas y continuó: "Sé que quieres cogeresto". Después de deslizar sus labios por toda mi pija medio flácida,continuó: "Y esto".
Euge me cubrió completamente el miembro con sus tetas, peroapenas estaba lo suficientemente erecto como para cogerlas. Aun así, seconformó con sacudirlo y frotarlo contra sus montículos, lo que me provocó unpequeño cosquilleo. Aún me quedaba mucho camino por recorrer, incluso con estetratamiento.
"¡Oh, lo haré!" Lali volvió al momento. Apartó a Eugey se colocó entre mis piernas, diciendo: "Lo calentaste la última vez, asíque ahora tengo que hacerlo yo".
Y lo hizo, succionando mi cabeza y mis pelotas de un lado aotro. En cualquier otro momento, estaría excitado y a punto de explotar, peroya había pasado demasiado. Aun así, Lali añadió otro talento a la mezcla.
"¿De verdad quieres follármela?", preguntó Lali,intentando que sonara seductor. "¿Quieres cubrirla con tu semen?".
"No... no tanto como tú", tuve que decir. "Siella no estuviera aquí, solo...".
"Lo sé", aseguró Lali, y luego su lengua me rozóligeramente los testículos. "Pero ya entiendo por qué lo quiere. Esperé unmes... esperé a sentirlo en mis labios...". Lo demostró frotandolentamente sus labios carnosos contra mi cabeza. "Mi lengua...". Lodemostró deslizándola lentamente por mi miembro. "Mmm... migarganta...".
Como ya estaba medio erecto, a Lali le resultó más fáciltragarme y gemir con fuerza. Sentí que me ponía más duro en su boca por lasvibraciones, su lengua deslizándose sobre mí y sus labios subiendo hasta que secorrió.
"Y en otros lugares...", añadió. Dicho esto, Lalipuso mi pija sobre su pecho y la frotó contra sus pechos de lado a lado. Unavez que estuvo casi completamente erecta, se la metió entre los pechos y lafolló hasta que palpitó por completo.
"Ahora la tengo. También tengo un buen montón de semen.¿Quieres darme una más? ¿Por favor?" Ella casi pestañeó mientras suslabios y lengua acariciaban mi raja.
"Sí...", dije con voz áspera.
"Bueno, ella quiere uno primero", dijo Lali connormalidad, y luego se apartó. Antes de que pudiera responder, Euge volvió aaparecer, se sentó a horcajadas sobre mí y metió mi pija erecta en su interior.
No perdió tiempo en corcovear y cabalgarme, sus tetas ycurvas se mecían al ritmo. Aunque estaba erecto, aún no estaba ni cerca decorrerme, pero ella era otra historia. Por eso podía hacerlo con intensidad yyo no tenía que preocuparme mucho por correrme con ella.
"Oh, sí, oh, sí, esto está bueno", gimió Euge."Mucho mejor que las lenguas... oh, mucho mejor para correrseencima".
Euge puso su mano en mi pecho y se presionó más fuerte,claramente esperando demostrar su punto. No sabía qué hacer, ni siquiera sipodía hacer algo. Pero a pesar de lo que dijera Lali, puse una mano en el culode Euge y otra en su pecho para estimularla más profundamente.
Acaricié y reboté esas partes generosas de su cuerpo,mientras Euge no paraba de corcovear y gritar "Mierda" y"córrete" a cada instante. Finalmente, las combinó para decir: "Mierda,me corro...", y entonces lo hizo.
Euge se estremeció y se apoyó en mí, desplomándose encima demí. Su cabeza reposó sobre mi pecho mientras su coño pronto aflojaba su agarre.Estaba realmente mojado con su semen, pero si aún me quedaba una descarga másesta noche, aún no estaba cerca de escapar.
Sin embargo, Euge se obligó a levantar la cabeza, y yo laseguí, poniendo cuidadosamente mis manos en su espalda. "Gracias",dijo en un tono más tranquilo de lo habitual, con una sonrisa a la vez dichosay encantadora. Una sonrisa que pronto conectó con la mía.
Los labios de Euge dominaron los míos con suavidad ydulzura, así que le devolví el beso de la misma manera. Sentí que levantaba suentrepierna y acercaba su parte inferior al mío, pero mantuvo nuestras bocasconectadas. Cuando se separaron, seguí mirando los cautivadores ojos, rostro ycabello de Euge antes de que volviera a cerrar la brecha.
Mi mano se dirigió a su cabello mientras su lengua entrabaen mi boca, y entonces sentí otra lengua sobre mí.
Euge mantuvo su boca pegada a mí, así que no pude girarmepara ver a Lali chupándome la pija y chupando el semen de Euge. Me conformé consentirlo y gemir en la boca de Euge, hasta que se interrumpió de nuevo. Antesde que pudiera girarme, Euge me pidió suavemente: «Baja, cariño».
Aumentó su pecho, dándome la oportunidad de saborear sustetas por primera vez. Incluso con Lali chupándome la pija, tuve que aceptar laoferta. Y lo hice con vigor.

Aunque el pecho de Euge pudiera ofrecer un poco más que elde Lali, no había comparación. No con esos pezones tiesosy cubiertas de esa increíble piel. Era a la vez hermosa y espléndida, además deincreíblemente sexy.
Mi trance se rompió cuando una hermosa, espléndida y sexyboca se separó de mí. Lali había terminado de chuparme la pija palpitante, perono había terminado conmigo. Ella vino detrás de mí y me quitó de encima de Euge.Luego me giró de lado, se acostó a mi lado y me metió dentro de ella.
Empezamos a coger de lado, ya que yo estaba losuficientemente duro como para hacer mi parte. Mi mano derecha descansaba en lacadera de Lali mientras que la izquierda solo podía apoyarla junto a su cabeza.Intenté jugar con su pelo mientras le decía: "¿Entonces estás bien?".
"Si vas a correrte una vez más, tenemos que serdrásticos", razonó Lali.
"¿Y tú?", bromeé, poniendo mi mano bajo su traseroy buscando su coño.
"Oh... bueno, eso también ayuda", dijo Lalimientras yo añadía mis dedos.
A pesar de estar tan hipnotizada por Euge hacía un momento, Lalino tardó mucho en volver a capturarme. Su pecho se apretaba contra el mío, sutrasero y su coño descansaban entre mi mano y mi pija, y sus labios estaban portoda mi boca, barbilla y mandíbula.
Pero justo cuando me olvidé de Euge, regresó. Esta vez, seapoyó en mi espalda y presionó la parte delantera de su cuerpo contra ella. Subrazo izquierdo nos rodeó a Lali y a mí, dejándome en medio del sándwich másexcitante de la historia.
El coño húmedo de Euge se restregaba contra mi traseromientras me besaba la nuca. Sus tetas estaban sobre mi espalda mientras las de Lalichocaban contra mi pecho. Estaba encajado entre dos de las mujeres más sexysdel país, mientras una, mi novia, me cogía e intentaba darme un último orgasmo.Llegados a este punto, ya no parecía tan imposible.
"Vamos", me susurró Euge al oído. "Danos otrabuena corrida. Tengo muchísimas ganas de probarla...". Me probó la orejaun momento, mientras Lali hundía la cara en mi cuello para saborearla.
Y he aquí que me sentía al borde del abismo. Pero sabía queera el fin, y necesitaba hacer un par de cosas más primero. "Bájate, porfavor", dije de forma inesperada. "Tené paciencia conmigo...".
Lali se apartó y pareció confundida, pero Euge se apartó demi espalda de todos modos. Al final, Lali también se apartó, dejándome espaciopara salir de la cama y caminar hacia el lado izquierdo. "Ponete de pieconmigo, por favor", pedí a continuación.
Mi pija ya estaba erguida antes de que Lali y Euge sepusieran frente a mí. El problema era asegurarme de que no se quemara.
Debería haberme vuelto insensible a su piel desnuda a estasalturas. Pero ahora sus cuerpos estaban al descubierto. Cuatro piernas largas ycaderas curvas, dos culos apetitosos, dos coños empapados, dos cinturas dereloj de arena, cuatro pechos increíblemente hermosos, dos rostrosincreíblemente hermosos, cuatro labios suaves y cuatro ojos profundos, dososcuros como la noche y otros dos claros e hipnotizantes.
Individualmente, cada centímetro de ellas podía hacertemblar las rodillas a cualquiera, sobre todo desnudas. ¿Pero estar juntasdesnudas? Esperaba no desmayarme antes de terminar de acariciarme.
"La puta madre, qué preciosidad...", murmuré, paraal menos poder seguir hablando. Me masajeé con la mano derecha y alcancé lospechos de Euge con la izquierda. Sin embargo, no tenía suficiente espacio paratocar también los de Lali. Ver esos cuatro pechos tan juntos, y solo tocar unoa la vez...
Sin embargo, las chicas encontraron la manera de evitarlo.
Lali, de alguna manera, detuvo mi mano y la apartó de mi pija.Su mano izquierda tomó su lugar y empezó a masajearme, mientras la derecha de Eugeme ahuecaba los huevos. Con las dos manos libres, podía sujetar el pechoizquierdo de Euge y el derecho de Lali a la vez, y necesitaba algo a lo queagarrarme en ese momento.
Claro, sentir sus tetas no me calmó del todo. Las cariciasde la pija y el sacudir de los testículos también hicieron su parte. Y ahíestaba esa sensación familiar de nuevo.
"Mierda, está pasando...", siseé. "Si queresprobar, prepárate ahora...".
El pulgar de Lali pasó por encima de mi cabeza y me la apretó, justo cuando ella se arrodilló. Euge la siguió, dejándome intentandoagacharme y sujetar sus tetas antes de correrme. Mientras las agarraba, Laliusó su mano para meterme en su boca, y su lengua fue el último detonante quenecesitaba.

Corrí una vez más en la boca de Lali, pero Euge aúnnecesitaba una primera vez. Sacó mi pija explosiva de la boca de Lali, mientrasuna gota caía sobre su mejilla en el proceso. Euge lo ignoró y se tragó missiguientes chorros, sacándome antes de que terminara. Un par de chorros cayeronsobre la cara de Euge antes de que Lali me volviera a agarrar, pero mis últimasgotas solo llegaron a sus labios.
Cuando terminé de respirar con dificultad, noté los restosde semen en sus caras. Sin previo aviso, les puse los dedos en las mejillas ylos labios, intentando limpiar el líquido. Cuando tuve suficiente, me agaché ylimpié mi semen en el pezón izquierdo de Euge y el derecho de Lali.
Después de frotar sus pezones húmedos y las zonas que losrodeaban, quise bajar más y hacer que se corrieran una vez más. Sin embargo,correrme una última vez fue decisivo para mí. Sin nada más que dar, volví a lacama tambaleándome y me desplomé allí en cuanto las mujeres se alejaron.
Fue una forma débil de terminar la mejor noche de sexo queyo, o cualquier otra persona, haya tenido.
De alguna manera, parecía que ella estaba intentando cambiareso aquí y ahora. En una sala vacía de una fiesta de Ideas del Sur. Perogracias a esos besos húmedos y calientes -y al cuerpo caliente yesperanzadoramente húmedo embutido en un vestido negro que me la ponía dura- nome importó demasiado.

Después de que mi boca alcanzara a la de Lali, ella seapartó un poco bruscamente. Sin embargo, fue más delicada al ayudarme aquitarme el esmoquin y desabrocharme la camisa. Yo quería ayudarla a quitarseel vestido -aunque sus tetas serían más fáciles de liberar primero-, pero mequedé quieto y dejé que ella mantuviera el control.
«De acuerdo entonces», valoró Lali una vez que pudo verme elpecho. Antes de que volviera a mirar el suyo, su mano recorrió mis abdominalesy se dirigió a mi cinturón. «Te voy a dar a elegir».
Mi pensamiento crítico no estaba en su mejor momento. Todomi pensamiento se dirigía a la misma zona que la mano de Lali acababa dealcanzar. «Ya he sentido esto más que suficiente. Sólo que no con mi mano»,señaló Lali, antes de agarrar finalmente la parte del cuerpo que ya habíatorturado bastante.
«Oh....¿la elección?» Le pregunté antes de que empezara abombear.
«Podemos hacerlo aquí y ahora», me ofreció Lali. «O puedoacabarte así. Acabamos con la primera y luego hacemos el resto en el hotel. Y vostambién lo hacés por mí».
Con la mano libre, Lali cogió la mía y se la puso en elvientre. Luego levantó el centro de su vestido, dándome tiempo para captar sumovimiento. Una vez hundida, metí la mano bajo su vestido y ella lo dejó caerantes de que yo alcanzara su tanga.
«Vos me metés el dedo, yo te meto el dedo. Pero ambossalimos de aquí sin una sola mancha de semen», dijo Lali despreocupadamente.«Luego volvemos y echamos el resto en otro sitio. ¿O sólo quieres coger yacabar de una vez?».
Esta era la única forma posible en la que podía haber dichoque no a esa pregunta. Pero primero tuve que preguntar, «Pero.... ¿aún asíacabaríamos en el hotel? ¿Si dijera que no?»
«No tendremos que apresurarle. Y puedo ir avanzando poco apoco durante más tiempo», insinuó. Llevaba un mes esperándolo, pero el acto ensí seguro que no duraría tanto la primera vez. Si podía acabar con el vergonzosofinal prematuro ahora, y conseguir un espectáculo más tarde.... y darle másrazones para que me diera ese espectáculo....
Empecé a hacerlo pasando el dedo por su tanga. Cuando apartéla parte delantera y rocé su coño desnudo, la mano de Lali apretó con fuerzamis genitales desnudos. En ese momento, reanudamos los besos mientras nosacariciábamos.
Cuando el pulgar de Lali rozó mi punta y mi índice sedeslizó dentro de ella, me separé de su boca y besé su cuello. Mi destino eraobvio, así que le metí más dedo para prepararla. Ella sólo gemía y me bombeabamás rápido mientras mi cara llegaba a su épico escote.
No sabía por dónde empezar, pero tal y como iba la mano de Lali,tenía que actuar rápido. Me decidí por besar la piel expuesta de su pechoizquierdo, luego el derecho, y después besé también las partes vestidas. Mislabios y mi lengua subieron por el valle expuesto de sus pechos, aunque sabíaque esto era un poco lento. Así que introduje el resto del dedo en su interiory la penetré con más fuerza para compensar.
Lali gimió y echó la cabeza hacia atrás, masturbándome másfuerte y poniendo su mano libre en mi pecho, frotando y palmeando mispectorales y pezones. Entendí el mensaje y me preparé para devolverle el favor.
«¡Oh, mierda!»
No era la voz de Lali. Era distintivamente una atractiva vozfemenina, pero no era la suya. Era más fuerte y un poco menos sensual que la deLali, y su dueña estaba justo detrás de nosotros.
Estábamos tan metidos que no nos dimos cuenta de que laChina Suárez había entrado y, obviamente, no se lo esperaba. Nosotros tampoco.
La China no era una persona desconocida para nosotros, nimucho menos. Por supuesto, era la mejor amiga de Lali, y había sido mi propianovia (o más bien, noviecita) hace muchos años, cuando eramos unos niñosinexpertos. Y aprendimos muchas cosas juntos… Pero la verdad habíamos perdidocontacto con los años. Ahora en teoría estaba mucho más calmada, de novia conel hombre que se había cogido separándolo de otra supermodelo. Viéndola con eserevelador vestido que tenía esta noche, entendía a su actual pareja. ¿Quién nodejaría todo con tal de cogerse a semejante bombón?

«Oh, lo siento, estoy ....» Euge se interrumpió, y luego murmuró algo angustiada antes de salir de la habitación. Ni siquiera seacordó de cerrar la puerta, así que Lali tuvo que dejarme a mí -y a mi pija-para que lo hiciera.
Ella también maldijo un poco, y yo también solté unosinsultos en voz baja. Tenía miedo de preguntar en voz alta si podíamos seguir,ya que el ambiente estaba claramente arruinado. Resultaba irónico que loestropeara otra actriz joven, una de las pocas cuyas curvas y busto no tenían nadaque envidiar a los de Lali.
Probablemente no era prudente pensar en eso ahora. En cuantoa decir, seguía sin encontrar palabras. Pero Lali no, suspiró y dijo:«Tendremos que hacerlo todo en nuestra habitación, entonces».
Sin mediar palabra, seguí a Lali fuera de la habitacióndespués de abrocharme los botones. Nos fuimos en silencio, sin molestarnos endespedirnos de los demás huéspedes -- y apenas les miré por si Euge estabacerca. Llegamos a nuestra limusina y nos llevaron de vuelta al hotel ensilencio.
Cuando llegamos a la habitación, estaba claro que elsilencio tendría que romperse de alguna manera. Así que Lali volvió a tomar lasriendas. «Así que ha sido un asco», afirmó, y yo seguí callada, sin querer irmás allá con esa última palabra.
«Mira, sé que estás hirviendo. Yo también », dijo Lali, loque tomé como un cumplido. «Pensé que corrernos uno para el otro allí seríaextra caliente. Aunque fue un poco diferente tener un público real». Asentí conla cabeza, ignorando la idea de tener un público así.
«Bueno, ¿qué son unos minutos más, no?» Me atreví a hablar yesperar. «En todo caso....now no me preocupa terminar tan pronto. El silencioincómodo y perder la erección pueden funcionar después de todo», me pasé unpoco. Pero Lali sonrió.
«Eso lo dices ahora», bromeó, casi tan mona como sexy. Sinduda empezó a solucionar mi problema de erección. Antes de que se resolvierademasiado, me di la vuelta y fui a cerrar la puerta principal.
«Ahora no debería entrar nadie más para demostrar que meequivoco», predije. Animado, me di la vuelta y le pregunté a Lali: «De todasformas, dijiste que aquí dentro se podía construir más. ¿También estabaequivocada?».
Lali se volvió hacia mí, sonrió y contestó: «Sólo hay unapersona aquí que puede responder a eso. Si está dispuesto».
Estuve a punto de poner los ojos en blanco, pero los mantuvequietos mientras Lali se acercaba a mí. Miré hacia abajo cuando vi el deliciosocontoneo de sus deliciosas caderas, y bajé aún más para darme cuenta de queseguía llevando tacones. Hizo una pausa para bajarse de ellos a mitad decamino, aunque no por ello sus piernas eran menos llamativas.
Mi espalda estaba pegada a la puerta, así que pensé quedebía moverme. Después de todo, sería más probable que nos volvieran a oíraquí. Pero tal vez Lali todavía estaba en eso, a pesar de cómo fracasó antes.Por otra parte, cerré la puerta con llave y podía impedir que alguien entrara.
Con eso, empecé a desabrocharme la camisa de nuevo mientras Lalime alcanzaba. «Pensé que debía ocuparme de eso esta vez», le dije.
«Bueno, si estás demasiado ocupada, entonces», comentó,antes de volver a coger la cremallera de su vestido. Lo bajó todo lo que pudo,lo que hizo que me quitara la camisa y el esmoquin más deprisa. Porsolidaridad.
«Ahora tengo tiempo libre», le aseguré. Lali asintió y meempujó contra la puerta.
Mis brazos la rodearon hasta su espalda descubierta,palpando su suave y preciosa piel bronceada sin bajar el vestido. No comprobési se deslizaba, pues me quedé clavada en sus seductores ojos almendrados y suslabios carnosos, mientras el persistente aroma de su melena morena llenaba elresto de mis sentidos.
El sentido del gusto mejoró cuando sus labios se unieron alos míos. Incluso se deslizaron sobre los míos lenta y sensualmente paraayudarme a saborearlo. Entonces bajé yo mismo el vestido de Lali, dejándoloenredado alrededor de sus caderas. Sin embargo, abrí los ojos para verlaquitárselo mientras me besaba.
Una vez lo hizo, sus manos me rodearon el cuello mientras sucuerpo desnudo se apretaba contra el mío semidesnudo. La sensación de sus tetas sobre mí era abrumadora.
Sin embargo, en lugar de ir a por más, los besos lentos yhúmedos de Lali me mantuvieron congelado en el sitio. Me contenté condevolverle el beso y sentir el resto de su increíble cuerpo. Mis manosrecorrieron sus curvas de reloj de arena y se posaron en sus caderas biendefinidas, lo que la hizo gemir suavemente en mi boca.
Lali finalmente se separó de mi boca para bajar hasta micuello, como hice con ella en la fiesta. Y al igual que yo, bajó por mi pecho yse inclinó para besar mis pechos, mucho más pequeños. Sus manos bajaron paratrazar mis abdominales mientras su lengua recorría mis pectorales, luego ladeslizó por mi propio pecho y me miró con pura lujuria.
Su lengua salió de mi pecho y se metió en mi boca, mientrassus manos volvían a mis pantalones. En lugar de limitarse a entrar, su manobuscó mi pija y tiró de ella hasta dejarla a la vista, justo cuando abandonabami boca. Tras unos cuantos besos más, Lali se arrodilló.
Sin darme más aviso, Lali tomó inmediatamente mi pija entresus labios. Los frotó arriba y abajo por mi tronco sin chupar, y también lohizo bastante bien. Mis manos se agitaron, sin saber qué hacer, pero al finalme agaché e intenté agarrarle el pecho. Sin embargo, no llegué muy lejos.
Lali se separó y se inclinó hacia arriba, ofreciéndome porprimera vez una visión clara de sus pechos. Pensé que pondría mi pijaentre ellos, pero en lugar de eso, la puso contra mi estómago. En ese momento,ella lamió y se burló de la parte inferior y me dejó en el borde - pero me diouna oportunidad más clara para agarrar sus tetas.

Apreté las tetas que llevaban más de una década deseandotocar, mientras ella lamía la parte inferior que sólo otras seis personashabían tocado en 10 años, y sólo tres habían chupado. Con sus labios y sulengua bajo mi cabeza y mis manos palpando tan amplia carne, tuve el temor realde correrme en mi propia cara.
«Levántate», dije con mi miedo ilógico. Tenía que inventaralgo bueno para que fuera lógico. Después de que los labios de Lali abandonaranmi pene, empecé a conseguir algo.
Quité mis manos de sus tetas, jurando no dejarlas solas pormucho tiempo. Una vez que Lali se puso en pie, apoyé la parte delantera de sucuerpo contra la puerta. Me coloqué detrás de ella y deslicé las manos por suvoluptuosa figura hasta ponerme de rodillas.
Mis manos llegaron hasta sus pechos, que ahora estabanpresionados contra la puerta. Mi cara estaba justo al lado de su culo en formade corazón, lo suficientemente cerca como para darle un buen mordisco. Encambio, me limité a besar su mejilla izquierda y luego pasé los labios y lalengua por la parte posterior de su pierna.
«¿Es ahí a donde vas?» Oí preguntar a Lali. Respondíllegando a mi verdadero destino final.
Mi cabeza pasó por debajo de su culo, pero mi lengua fuedirecta a su coño. Lo rodeé antes de entrar, y luego me incliné más para meterlos labios y los dientes en la mezcla. Lali gimió y empujó su culo contra micara. Eso ayudó a que pareciera aún más que me la estaba follando con lalengua.
Impulsado por eso, me aparté de su coño y casi me sentítentado a lamer justo entre sus mejillas. Pero tuve una idea mejor y quizá másaceptable para ellas.
Preferí besar la mejilla derecha de Lali, deslizando mi bocahasta la parte baja de su espalda. Empecé a levantarme de mis rodillas, besandosu espalda y sujetando sus tetas mientras tanto. Una vez de pie, Lali giró lacabeza hacia mí y empujó su culo contra mi entrepierna.
Me pareció una oportunidad tan buena como cualquier otra,así que puse mi pene entre los suyos. Con mi erección presionada entre susmejillas, empujé el resto de mi cuerpo contra la espalda de Lali y apoyé lasmanos en sus caderas. Una vez que me clavó otra mirada erótica, empecé aintentar cogerle la raja del culo.
«Oooh....no está mal», alabó Lali. Intenté mejorar besandosu nuca, antes de bajar a su hombro. No tardé en pasar a la mejilla de su cara,y volví a sus labios poco después.
«Mmm....» Lali gimió mientras yo iba más rápido. «¿Qué, tevas a correr en mi espalda? ¿Para que me corra en tus pelotas?»
«No me tientes, no te voy a tentar», de alguna manera uséinglés real. «Aunque sería irónico acabar en una cama normal», jadeé.
Lali empujó su culo hacia atrás de nuevo, y luego admitió:«De acuerdo, bien. Sigue con lo probado y verdadero».
Aprobé lo suficiente como para retroceder y dejar que Lalisaliera por la puerta. Pasó junto a mí en un camino despejado hacia eldormitorio, y yo la seguí detrás... justo detrás. Verla caminar desnuda es algoque necesitaba tener a la vista.
Cuando llegamos a la cama, ella se dio la vuelta y me diouna vista frontal completa de su desnudez. En poco tiempo, ella retrocedió ymostró esa vista mientras estaba acostada de espaldas en la cama. En menostiempo, me subí a la cama y la cubrí yo mismo.
En lugar de empotrarla allí mismo, volví a besarla y aestrechar su cuerpo. Nos revolcamos un poco mientras me frotaba contra sufigura de bomba. Cuando la puse de espaldas, volvió a ponerse lenta y sensual,y yo la seguí acercando lentamente mis dedos a su coño.
Dos de ellos entraron lentamente mientras yo volvía a besarel cuello de Lali, con la intención de posar por fin mis labios en su pecho.Pero antes de que llegara demasiado abajo, Lali gimió y dijo: «No. No hasta queme cojas de verdad».
«¿Esto no cuenta?» Pregunté mientras mis dedos entrabanhasta el fondo.
«Oh.....oh, eso está muy cerca. Pero imagínate cómo sesentiría tu pija. Dura, caliente, y se pondría taaaan húmeda», ronroneó Lali.Eso fue suficiente para mí.
Retiré los dedos y coloqué mi pija en su sitio, listo paraentrar en ella y explotar de verdad. Golpeó justo contra ella... y luego se oyóotro golpe en la puerta.
Ambos nos detuvimos por un momento, sin embargo, tratamos deencogernos de hombros. Pero no pudimos cuando una segunda y tercera serie degolpes cayeron. Se hizo imposible cuando una voz añadió: «¿Hola?».
Era una voz demasiado familiar, una que habíamos oído antesde llegar aquí. «¿Qué quiere....» Me quejé de que la China Suárez estuvieraesta vez en nuestra puerta.
«Ya se irá», gruñó Lali, tratando de recuperar el humor.Pero Euge seguía llamando y preguntando por Lali mientras yo intentaba metermecon ella. Me cansé y estaba a punto de coger de todos modos, aunque ellaestuviera fuera de la habitación. Y aunque pudiera oírnos.
Ella quería tanto estar cerca de nosotros durante el sexo,que también podría. Podría darle algunas ideas. Podría hacerla desear ser Lali...si no lo quisiera ya. Podría hacerla desear....
«¡Oh, mierda!» Lali interrumpió. Desafortunadamente, no usóesa frase de manera sexy.
Me sacó de encima y rodó fuera de la cama, luego marchó a suarmario en busca de una bata. Cuando lamentablemente consiguió una ylamentablemente se la ató, lamentablemente salió de la habitación. Supuse quequería que me quedara aquí y no la viera, aunque no había cerrado la puerta dela habitación.
Yo mismo me levanté de la cama y me acerqué a la puerta,justo a tiempo para ver a Lali abriendo la de enfrente. Después de echar unvistazo para ver que era Euge, tuve que cerrar. Por supuesto, aún podía oírlashablar a las dos.
Parecía que Euge intentaba disculparse por lo de antes, perono explicaba por qué no podía llamar mañana. Lali intentaba sacarla sinexplicar por qué.
Finalmente, oí palabras de resignación de lo que podríahaber sido la voz de Lali. Después oí pasos, pero obviamente no sabía de quién.Sin embargo, cuando la puerta se abrió de repente y Lali volvió a entrar, tuveuna idea mejor.
«¡Voy a acabar con esto de alguna manera, no importa quiénesté ahí!» informó Lali. Sin más explicaciones, se quitó la bata y volvió ameterse en la cama.
Seguía sin dar explicaciones cuando se dio la vuelta y pusosu culo sobre mi cara, con su rostro dirigiéndose hacia mi pija. Estuve a puntode pedirle respuestas... hasta que su boca se acercó a mí, claro. Incluso conel vago recuerdo de que Euge podría estar mirando ahora mismo, no tardé endejar de preocuparme. Después de todo, Lali seguro que lo hizo.
De hecho, cuanto más rápido bajaba por mi pija, másincompetente me veía por no corresponderle. No tuve más remedio que chuparla,mordisquearla y comérmela tan rápido como ella me comía a mí, aunque no me loestaba poniendo fácil. Por instinto, levanté las caderas y eso sólo hizo queapretara más su culo contra mí.
Entendiendo la idea, la engullí y le agarré el culo todo loque pude. Pronto estábamos follando y chupándonos el uno al otro con toda lafuerza posible. Ni siquiera pude separarme para ver si Euge ya estaba allí.
Si así fuera, habría visto a Lali salir de mí, hacerme unagarganta profunda y dejarme la pija completamente empapada; al menos una denosotras lo hizo. Me conformé con solo sentirlo, comérmela con más fuerza yprepararme para correrme encima. Una vez que la boca de Lali se desprendió denuevo, hice precisamente eso.
Gemí directamente en su coño y lo lamí de principio a fin,luego le añadí los dientes cuando me sentí lo suficientemente seguro. Lali metragó y gimió con más fuerza, antes de que volviera a meter los dedos paracerrar el trato. Después de que terminó de beberme, tardé unos 20 segundos enpoder empezar a beberla.
Los fuertes y lujuriosos gemidos de Lali me inundaron losoídos mientras sus fluidos me inundaban la boca. Cuando mi boca terminó,finalmente volví a recostar la cabeza sobre las sábanas. Todavía no me atrevíaa mirar si teníamos público, pero entonces, al oír "Dios...", larespuesta fue mía.
"¿Contenta ya?", oí que Lali preguntaba acontinuación.
"Te lo dije, no vine por eso. ¡No sabía que estaríascogiendo cuando lo hice!", oí responder a Euge. "¿Cómo iba a saberque era tu primera vez con él?"
"Bueno, ahora lo sabes. Y sabes que no ha terminado. Nisiquiera me lo he cogido todavía, ¡y míralo!", argumentó Lali, como si yano estuviera encima de mí.
"¡Podrías haberlo cogido entonces!", señaló Euge.
"¡Me pusiste demasiado nerviosa!", argumentó Lali."Ahora quién sabe cuánto tardará en levantársele de nuevo."
"¿Puedo opinar?" Por fin participé. En esemomento, Lali se apartó de mí y le mostró el resto de mi desnudez a nuestro"invitado".
Por fin pude ver también a Euge, que estaba de pie en lapuerta, todavía con su ajustado vestido verde. Me observó un momento, luegopareció quitarse de encima y dijo: "Debería dejarte con tu rutina".
"¿Por qué? Seguro que te masturbas con eso cuando tevayas", acusó Lali. "¡Probablemente te habrías corrido después de lafiesta si hubieras podido! ¿Por eso bajaste en lugar de llamar? Bueno, tefuncionó a la perfección".
"¡No quería trabajar así, te lo dije!", suplicó Euge,y Lali se volvió hacia mí.
"Bueno, quién sabe si solo fuiste tú", empezó Lali."Nos habrías robado a mí y a ella si no hubiera terminado el trabajo,¿verdad? Pensar en ella mirando y participando... ¿te ayudó a sobrevivir a lalimusina de vuelta a casa?"
“¡Qué demonios, no!” —respondí—. “¡Ni hablar de hacer eso, despuésde lo que hicimos!” —continué, aunque me di cuenta de que no era una negacióntan contundente.
—¿Lo que hicimos te va a hacer que se te pare de nuevo? ¿Lomás rápido posible? —quiso saber Lali.
—Bueno... probablemente sea rápido. Discutir no servirá denada —me atreví a señalar.
Lali se tranquilizó un poco y admitió: —Puede ser. Pero yame tenías. Me tenías después de pensar en mí todo este tiempo. Ahora podríasubir más rápido con algo que no tenías.
Había tantas maneras de interpretar eso. Miré a Euge y vique ella también lo estaba deduciendo. Justo antes de que pudiera hacerlo, mevolví hacia Lali y exclamé: —¡Estás bromeando!
—No hay tiempo para bromas. Ella quería esto de algunamanera, apuesto a que tú también —siguió pensando Lali. "Así te levantarámás rápido y luego te devolverá a mí."
"¡Anda ya, no tiene por qué hacer eso!", protesté."¡Me levantas siempre, pase lo que pase! ¡Ni hablar de que no losepas!"
"Si alguien más puede, es ella. ¡Ni hablar de que no losepa!", respondió Lali, frustrada pero resignada.
La lógica me atormentó por un segundo, luego me obligué avolverme hacia Euge y preguntarle: "No te lo crees, ¿verdad?"
Me costó un poco recordar que seguía desnudo frente a ella.Antes de que se me ocurriera taparme, vi a Euge observándome. Analizándome. Yyo hice lo mismo con su cuerpo.
Sin duda, era de las pocas que podía presumir más de supecho. Era ridículo, la verdad. La forma en que se movían y estaban mediocubiertos por ese vestido... Esos pechos llenos, redondos e increíblementecarnosos estaban ahí, a la vista…

Y entonces sentí que le estaba dando la razón a Lali. «Hijode puta», murmuré para mí. Ya ni siquiera podía mirar a Lali, pero mirar a Eugequizá tampoco me hubiera ayudado.
«Como te dije, caliéntalo y devuélvemelo», oí que ordenaba Lali.«Tú eres quien lo toca». Ahora prácticamente tenía que mirar a Euge, pero nosabía cómo.
"Esto sigue siendo cosa tuya, ¿sabes?", intentétranquilizarla. "No lo haré si tú no lo haces", le aseguré, aún conel autocontrol para prometerlo.
"Acabas de tenerla, y aún así lo tienes para mí",comentó Euge. Sonaba bastante sórdido en ciertos tonos, pero no en ese. Estesonaba más... orgulloso de lo que esperaba. Quizás para alguien a la sombra de Lali,podría serlo.
Mis fuerzas se transformaron claramente cuando empezó abajar los tirantes de su vestido. Para cuando terminó, solté otro "Oh,mierda", con resignación y deseo. Cuando Euge lo vio, se bajó el vestido yfue a besarme antes de que pudiera verla bien.
Mi pecho sintió una buena sensación, por supuesto. Y milengua y mis labios también. Euge terminó de quitarse el vestido y se tumbóencima de mí, poniendo sus pechos sobre mi pecho y su tanga mojada sobre mi pija.
Después de que rompió el beso, bajé la vista y vi susenormes pechos apretados contra mí. Extendí la mano para presionarme un poco,pero Lali me interrumpió. "Dije que ella es la que me toca", nosrecordó a ambos.
Casi hice un puchero, olvidando que ya había jugado con losenormes pechos de Lali. Pero... pero estos eran de los pocos que podíanigualar...
Volví a mirar a Euge, quien notó que no había disimuladobien mi puchero. Impertérrita, se incorporó para que pudiera ver su pechocompletamente desnudo. Segundos después, volvió a tumbarse encima de mí,besándome el cuello y el pecho, y se aseguró de frotarme el suyo por todo elcuerpo.
Euge frotó sus pechos de arriba abajo y de lado a ladocontra mi piel. Sus besos y miradas en mi pecho también ayudaron, pues parecíaque me estaba preparando para el orgasmo. Bajó aún más para comprobarlo,mientras su piel generosa se deslizaba por mi vientre y su piel tersa debajorozaba mi pene.
Finalmente, colocó su cara sobre mi pija, que se veíabastante dura y lista. Euge, por su parte, dijo: «Ay, qué rico... podría estarmejor. Debería empezar a correrse».
Para lograrlo, Euge tuvo que tomarme en su boca. Me metió lamitad y chupó mientras su lengua se deslizaba por mi verga y mi glande. No oí aLali protestar, pero no la miré; en parte por miedo a la culpa y en parte porel espectáculo de Euge.
Me lamió como si fuera un chupetín, luego me volvió a metery tarareó suavemente. Sus labios se deslizaron lentamente hacia abajo mientrassu lengua lamía rápidamente mi raja, pero se apartó y pronto la besó. Ojalápudiera sujetar las tetas de Euge como hice durante la tirada de goma de Lali,pero incluso estando en posición, probablemente no estaba permitido.
Sin embargo, Euge encontró la manera de evitarlo: tomó suteta izquierda y la presionó contra mis huevos. Frotó su pezón contra mi saco,luego hizo lo mismo con el derecho. Finalmente, deslizó toda su teta izquierdaen mi pija, luego la derecha, y luego volvió a bajar para hacerme una gargantaprofunda. Se corrió deslizando lentamente sus labios hacia arriba, con sulengua deslizándose por mi verga y sus ojos marrones clavados en los míos.
"Oh, eso es...", gemí de puro placer.
"Yo también lo creía", oí que Lali asintió. Cuandome aclaré, vi que Euge se había apartado y Lali volvía. Ahora que Euge me teníalisto, era hora de penetrar a Lali por fin; lo que siempre había deseado. Sinembargo, no pensé que la situación fuera a terminar así; ni siquiera unos pocosminutos atrás.
Sin embargo, al principio, Lali estaba a punto de montarse ahorcajadas sobre mí. Me quedé boca arriba mientras ella se agachaba, sintiendolo mojada que estaba. Al menos eso no se había resentido con este intercambio.Aun así, seguía mirando su coño y sus pechos, ya que no me sentía losuficientemente cómodo como para verle la cara.
Esas imágenes ayudaron a calmar mi ansiedad, al igual quelos gemidos de Lali. Pronto, estuve listo para levantar la vista y verlasumirse en el éxtasis. «Oh, mierda, eso es todo...», gritó mientras me mecíamás rápido, haciéndome subir el ritmo también.
«Sí...», oí desde otro lugar, justo cuando me perdía denuevo en Lali. Solo tuve que mirar hacia arriba y ver a Euge junto a la cama,de pie, jugueteando consigo misma sobre nosotros. Ahora estaba completamentedesnuda, con todas sus curvas irreales al descubierto y su pecho irrealelevándose con su respiración agitada. Sus gemidos bajos también me distraían.
No sabía si Lali me estaba prestando atención, pero sabíaque no era prudente que lo viera. No había razón para no prestarle toda laatención a Lali Esposito, salvo que una de las pocas estaba en la habitación.Simplemente tenía que ignorarla, eso era todo.
Así que agarré a Lali y me puse encima de ella, dejándolacompletamente a la vista. Empujé con más fuerza y le puse las manos en lacara, besándola con mis trucos restantes. Ella respondió con algunos trucospropios, mientras sus manos bajaban hasta mi trasero y sus dientes seguíanjugando con mis labios.
"Sí, así está mejor", dije con más de unaintención. Sin Euge en mente, los gemidos sensuales de Lali, su piel impecabley su pecho vibrante volvieron a ser el centro de atención. Sobre todo cuando megiré boca arriba y la incorporé lo suficiente como para poder acariciar suspechos con la boca.
Ambas manos se posaron en su pecho izquierdo mientras losuccionaba, y luego repetí el movimiento con el derecho. Después, simplementedisfruté de sus movimientos sobre mi cara mientras mis manos descendían por sucuerpo. Aterrizaron en su trasero y empezaron a menearlo, mientras que misembestidas ya lo hacían menear bastante.
Le lamí los pezones periódicamente y le apreté el traserocon más fuerza, ayudándolo a moverse más rápido. Lali no necesitó mucha ayudapara eso, pero yo estaba feliz de intentarlo.
Sabiendo lo que tenía que hacer, le di una última chupada asus pechos antes de decirle: «Arrodíllate». Me costó toda mi fuerza de voluntadapartarme y alejarme, aunque valdría la pena, en algunos sentidos, si no enotros.
Me levanté de la cama mientras Lali se quedaba, poniéndose acuatro patas. Aunque ya no podía verle las tetas, su culo sobresalía para mí,orgulloso y radiante. Me paré delante de la cama y detrás de ella, recorriendosu culo con las manos antes de que mi pija volviera a entrar en su coño.
«¿Te gusta? No es la primera opción de todo el mundo», merecordó Lali.
«Pero será la última», bromeé. Ya lo entendería cuandoterminara. Mientras la agarraba por las caderas y veía cómo su culo se abríapaso hacia mí, pensé que ya no tardaría mucho.
Mis caderas no tardaron en girar contra el trasero de Lalimientras mis manos lo frotaban. No dejé ni un centímetro de ese culo flexiblesin tocar, lo que pensé que me diferenciaría. Pero al final, tuve que dejar su culo para volver a agarrar sus tetasondulantes.
Esto puso mis caderas y mi pija a toda marcha, embistiendosu culo con un puñado de sus pechos para sujetarlos. Lali empezó a hablar aceleradamente y luego gritó: "¡Mierda, voy a terminar!". Para ayudarla, leapreté los pezones y empujé hasta el fondo contra su culo y su coño.
Unas cuantas embestidas más, fuertes y rápidas, la apretaronjusto a mi alrededor. Tan fuerte que tuve que retirarme rápidamente. Mientrassu orgasmo se apagaba, me retiré y vi que había suficiente lubricante de susfluidos para masturbarme.
Mi mano derecha bombeaba mi pija mientras la izquierdapermanecía sobre el coño de Lali, frotándolo hasta dejarlo limpio. Sin embargo,su culo no estaría tan limpio pronto; todavía no.
Al poco rato, empecé a correrme y dejé caer cada gota enalguna parte de su culo. Lali giró la cabeza para ver los resultados, todavíasonrojada por su propio semen. El mío rezumaba por sus perfectas nalgas, hastaque, de todos modos, puse ambas manos sobre ellas.
Froté mi propio semen en la carne de Lali, mientras meagachaba para lamer su coño hasta dejarlo completamente limpio. Para cuando susemen y fluidos se acabaron, el mío estaba empapado en su culo. Después de unascuantas frotaciones y sacudidas más, me desplomé en la cama, sin energías.
"Mierda...", oí murmurar a Lali, que tambiénparecía agotada. Parecía que ambos tendríamos que dormir, aunque olvidamosdejar salir a nuestro invitado primero. Olvidamos que teníamos uno; y uno que,además, tenía asuntos pendientes.
"¿Eso es todo?" Euge nos recordó su presencia. Meincorporé y la vi aún junto a la cama, con mucha más energía que nosotras."¡Todavía no he terminado! ¡Tienes que darme más!"
"Oh, lo siento. No tengo suficiente", admití."Con dos veces ya estoy exprimido".
"Vamos, ¿me has arrastrado hasta aquí y no puedocorrerme?", protestó Euge.
"¿Quién ha arrastrado a quién hasta aquí otravez?", se animó a recordarle Lali.
"¡Bueno, no me van a arrastrar hasta que me corra! ¡Yeso no fue suficiente! ¡Que alguien se lo haga!", insistió Euge. Puede quese hubiera equivocado de inglés, pero lo dudaba.
Me quedé quieta, sin dar ninguna solución; ninguna quepudiera decir en voz alta. Sin embargo, fue Lali quien dijo: "Dale. Acabá conella".
Cuando me di cuenta de que me estaba hablando, me quedéincrédula, o al menos fingí que sí. Me sentí obligado a recordarle a Lali:"Dijiste que no podía tocarla antes. ¿Cómo lo hago ahora?"
"Lo que se te ocurra. Tienes la pija seca, solo tienes opcioneslimitadas", dijo Lali. Ahí me tenía.
Volví a mirar a Euge, que intentaba juguetear consigo mismade nuevo, pero no tenía nada que la excitara. Si de verdad pudiera encargarmede eso... quizá habría tenido alguna forma.
Me arrastré hasta el borde de la cama y me tumbé boca abajojunto a ella. En lugar de obligarla a subirse a la cama, la mantuve de pie parapoder inclinarme y empezar a comerla. Sujeté las caderas de Euge y recorrí sujugosa figura un rato, mientras mi lengua volvía a trabajar.
"Oh.. mmm, así está mejor", dijo Euge, peroaun así se mantuvo un dedo encima para ayudarme. Ambas la ayudamos a acercarla,luego mi mano izquierda fue a su trasero y jugueteé con esa deliciosa masa unrato. Empujé su ingle contra mi cara mientras mi lengua se movía más rápido y Eugehablaba más alto.
"Oh, fóllame bien...", instó Euge. "Dios,ojalá tu pija funcionara...". Bueno, ese fue un cumplido ambiguo.
"Bueno, mi lengua te lo agradece", dije consarcasmo.
"Vamos, te vi bombeándola. Así se corre", dijo Euge.Bueno, ese fue un cumplido mejor, pero aun así.
"Aunque me lo permitieran, no se me va a levantar otravez. Me dejaron sin fuerzas", le dije. "Solo tengo lengua ymanos".
"Yo también las tengo", recordó Euge. "Puedohacer cosas con ellas. Apuesto a que podría".
Iba a estar de acuerdo antes de darle una buena lamida, perose alejó primero. Caminó hacia el frente de la cama y me giré boca arriba paraobservarla. Esto la puso en posición para agacharse, arrastrarse sobre la camay poner la cabeza entre mis piernas.
No oí a Lali protestar ni decir nada. Si lo hizo,probablemente no la oí porque Euge me estaba chupando los huevos. Aunque apenasestaban llenos y mi pija aún estaba flácida, seguía siendo una bomba sexychupándome los huevos. Debí sentirme abrumado.
"Ya está, ya ves", murmuró Euge sobre mis pelotas."Vas a levantarte y a sacarme la leche. Sé que lo harás". Dejó mispelotas y continuó: "Sé que quieres cogeresto". Después de deslizar sus labios por toda mi pija medio flácida,continuó: "Y esto".
Euge me cubrió completamente el miembro con sus tetas, peroapenas estaba lo suficientemente erecto como para cogerlas. Aun así, seconformó con sacudirlo y frotarlo contra sus montículos, lo que me provocó unpequeño cosquilleo. Aún me quedaba mucho camino por recorrer, incluso con estetratamiento.
"¡Oh, lo haré!" Lali volvió al momento. Apartó a Eugey se colocó entre mis piernas, diciendo: "Lo calentaste la última vez, asíque ahora tengo que hacerlo yo".
Y lo hizo, succionando mi cabeza y mis pelotas de un lado aotro. En cualquier otro momento, estaría excitado y a punto de explotar, peroya había pasado demasiado. Aun así, Lali añadió otro talento a la mezcla.
"¿De verdad quieres follármela?", preguntó Lali,intentando que sonara seductor. "¿Quieres cubrirla con tu semen?".
"No... no tanto como tú", tuve que decir. "Siella no estuviera aquí, solo...".
"Lo sé", aseguró Lali, y luego su lengua me rozóligeramente los testículos. "Pero ya entiendo por qué lo quiere. Esperé unmes... esperé a sentirlo en mis labios...". Lo demostró frotandolentamente sus labios carnosos contra mi cabeza. "Mi lengua...". Lodemostró deslizándola lentamente por mi miembro. "Mmm... migarganta...".
Como ya estaba medio erecto, a Lali le resultó más fáciltragarme y gemir con fuerza. Sentí que me ponía más duro en su boca por lasvibraciones, su lengua deslizándose sobre mí y sus labios subiendo hasta que secorrió.
"Y en otros lugares...", añadió. Dicho esto, Lalipuso mi pija sobre su pecho y la frotó contra sus pechos de lado a lado. Unavez que estuvo casi completamente erecta, se la metió entre los pechos y lafolló hasta que palpitó por completo.
"Ahora la tengo. También tengo un buen montón de semen.¿Quieres darme una más? ¿Por favor?" Ella casi pestañeó mientras suslabios y lengua acariciaban mi raja.
"Sí...", dije con voz áspera.
"Bueno, ella quiere uno primero", dijo Lali connormalidad, y luego se apartó. Antes de que pudiera responder, Euge volvió aaparecer, se sentó a horcajadas sobre mí y metió mi pija erecta en su interior.
No perdió tiempo en corcovear y cabalgarme, sus tetas ycurvas se mecían al ritmo. Aunque estaba erecto, aún no estaba ni cerca decorrerme, pero ella era otra historia. Por eso podía hacerlo con intensidad yyo no tenía que preocuparme mucho por correrme con ella.
"Oh, sí, oh, sí, esto está bueno", gimió Euge."Mucho mejor que las lenguas... oh, mucho mejor para correrseencima".
Euge puso su mano en mi pecho y se presionó más fuerte,claramente esperando demostrar su punto. No sabía qué hacer, ni siquiera sipodía hacer algo. Pero a pesar de lo que dijera Lali, puse una mano en el culode Euge y otra en su pecho para estimularla más profundamente.
Acaricié y reboté esas partes generosas de su cuerpo,mientras Euge no paraba de corcovear y gritar "Mierda" y"córrete" a cada instante. Finalmente, las combinó para decir: "Mierda,me corro...", y entonces lo hizo.
Euge se estremeció y se apoyó en mí, desplomándose encima demí. Su cabeza reposó sobre mi pecho mientras su coño pronto aflojaba su agarre.Estaba realmente mojado con su semen, pero si aún me quedaba una descarga másesta noche, aún no estaba cerca de escapar.
Sin embargo, Euge se obligó a levantar la cabeza, y yo laseguí, poniendo cuidadosamente mis manos en su espalda. "Gracias",dijo en un tono más tranquilo de lo habitual, con una sonrisa a la vez dichosay encantadora. Una sonrisa que pronto conectó con la mía.
Los labios de Euge dominaron los míos con suavidad ydulzura, así que le devolví el beso de la misma manera. Sentí que levantaba suentrepierna y acercaba su parte inferior al mío, pero mantuvo nuestras bocasconectadas. Cuando se separaron, seguí mirando los cautivadores ojos, rostro ycabello de Euge antes de que volviera a cerrar la brecha.
Mi mano se dirigió a su cabello mientras su lengua entrabaen mi boca, y entonces sentí otra lengua sobre mí.
Euge mantuvo su boca pegada a mí, así que no pude girarmepara ver a Lali chupándome la pija y chupando el semen de Euge. Me conformé consentirlo y gemir en la boca de Euge, hasta que se interrumpió de nuevo. Antesde que pudiera girarme, Euge me pidió suavemente: «Baja, cariño».
Aumentó su pecho, dándome la oportunidad de saborear sustetas por primera vez. Incluso con Lali chupándome la pija, tuve que aceptar laoferta. Y lo hice con vigor.

Aunque el pecho de Euge pudiera ofrecer un poco más que elde Lali, no había comparación. No con esos pezones tiesosy cubiertas de esa increíble piel. Era a la vez hermosa y espléndida, además deincreíblemente sexy.
Mi trance se rompió cuando una hermosa, espléndida y sexyboca se separó de mí. Lali había terminado de chuparme la pija palpitante, perono había terminado conmigo. Ella vino detrás de mí y me quitó de encima de Euge.Luego me giró de lado, se acostó a mi lado y me metió dentro de ella.
Empezamos a coger de lado, ya que yo estaba losuficientemente duro como para hacer mi parte. Mi mano derecha descansaba en lacadera de Lali mientras que la izquierda solo podía apoyarla junto a su cabeza.Intenté jugar con su pelo mientras le decía: "¿Entonces estás bien?".
"Si vas a correrte una vez más, tenemos que serdrásticos", razonó Lali.
"¿Y tú?", bromeé, poniendo mi mano bajo su traseroy buscando su coño.
"Oh... bueno, eso también ayuda", dijo Lalimientras yo añadía mis dedos.
A pesar de estar tan hipnotizada por Euge hacía un momento, Lalino tardó mucho en volver a capturarme. Su pecho se apretaba contra el mío, sutrasero y su coño descansaban entre mi mano y mi pija, y sus labios estaban portoda mi boca, barbilla y mandíbula.
Pero justo cuando me olvidé de Euge, regresó. Esta vez, seapoyó en mi espalda y presionó la parte delantera de su cuerpo contra ella. Subrazo izquierdo nos rodeó a Lali y a mí, dejándome en medio del sándwich másexcitante de la historia.
El coño húmedo de Euge se restregaba contra mi traseromientras me besaba la nuca. Sus tetas estaban sobre mi espalda mientras las de Lalichocaban contra mi pecho. Estaba encajado entre dos de las mujeres más sexysdel país, mientras una, mi novia, me cogía e intentaba darme un último orgasmo.Llegados a este punto, ya no parecía tan imposible.
"Vamos", me susurró Euge al oído. "Danos otrabuena corrida. Tengo muchísimas ganas de probarla...". Me probó la orejaun momento, mientras Lali hundía la cara en mi cuello para saborearla.
Y he aquí que me sentía al borde del abismo. Pero sabía queera el fin, y necesitaba hacer un par de cosas más primero. "Bájate, porfavor", dije de forma inesperada. "Tené paciencia conmigo...".
Lali se apartó y pareció confundida, pero Euge se apartó demi espalda de todos modos. Al final, Lali también se apartó, dejándome espaciopara salir de la cama y caminar hacia el lado izquierdo. "Ponete de pieconmigo, por favor", pedí a continuación.
Mi pija ya estaba erguida antes de que Lali y Euge sepusieran frente a mí. El problema era asegurarme de que no se quemara.
Debería haberme vuelto insensible a su piel desnuda a estasalturas. Pero ahora sus cuerpos estaban al descubierto. Cuatro piernas largas ycaderas curvas, dos culos apetitosos, dos coños empapados, dos cinturas dereloj de arena, cuatro pechos increíblemente hermosos, dos rostrosincreíblemente hermosos, cuatro labios suaves y cuatro ojos profundos, dososcuros como la noche y otros dos claros e hipnotizantes.
Individualmente, cada centímetro de ellas podía hacertemblar las rodillas a cualquiera, sobre todo desnudas. ¿Pero estar juntasdesnudas? Esperaba no desmayarme antes de terminar de acariciarme.
"La puta madre, qué preciosidad...", murmuré, paraal menos poder seguir hablando. Me masajeé con la mano derecha y alcancé lospechos de Euge con la izquierda. Sin embargo, no tenía suficiente espacio paratocar también los de Lali. Ver esos cuatro pechos tan juntos, y solo tocar unoa la vez...
Sin embargo, las chicas encontraron la manera de evitarlo.
Lali, de alguna manera, detuvo mi mano y la apartó de mi pija.Su mano izquierda tomó su lugar y empezó a masajearme, mientras la derecha de Eugeme ahuecaba los huevos. Con las dos manos libres, podía sujetar el pechoizquierdo de Euge y el derecho de Lali a la vez, y necesitaba algo a lo queagarrarme en ese momento.
Claro, sentir sus tetas no me calmó del todo. Las cariciasde la pija y el sacudir de los testículos también hicieron su parte. Y ahíestaba esa sensación familiar de nuevo.
"Mierda, está pasando...", siseé. "Si queresprobar, prepárate ahora...".
El pulgar de Lali pasó por encima de mi cabeza y me la apretó, justo cuando ella se arrodilló. Euge la siguió, dejándome intentandoagacharme y sujetar sus tetas antes de correrme. Mientras las agarraba, Laliusó su mano para meterme en su boca, y su lengua fue el último detonante quenecesitaba.

Corrí una vez más en la boca de Lali, pero Euge aúnnecesitaba una primera vez. Sacó mi pija explosiva de la boca de Lali, mientrasuna gota caía sobre su mejilla en el proceso. Euge lo ignoró y se tragó missiguientes chorros, sacándome antes de que terminara. Un par de chorros cayeronsobre la cara de Euge antes de que Lali me volviera a agarrar, pero mis últimasgotas solo llegaron a sus labios.
Cuando terminé de respirar con dificultad, noté los restosde semen en sus caras. Sin previo aviso, les puse los dedos en las mejillas ylos labios, intentando limpiar el líquido. Cuando tuve suficiente, me agaché ylimpié mi semen en el pezón izquierdo de Euge y el derecho de Lali.
Después de frotar sus pezones húmedos y las zonas que losrodeaban, quise bajar más y hacer que se corrieran una vez más. Sin embargo,correrme una última vez fue decisivo para mí. Sin nada más que dar, volví a lacama tambaleándome y me desplomé allí en cuanto las mujeres se alejaron.
Fue una forma débil de terminar la mejor noche de sexo queyo, o cualquier otra persona, haya tenido.
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