Mi cocina aún guarda tu fuego.
El aire huele a ti, a piel tibia y madrugada.
Las sombras recuerdan tus manos deslizándose por el mármol,
tu voz ardiendo entre risas y vino.
Cada rincón respira deseo,
y cuando el calor sube,
es tu cuerpo el que vuelve, invisible, a encenderme.


















El aire huele a ti, a piel tibia y madrugada.
Las sombras recuerdan tus manos deslizándose por el mármol,
tu voz ardiendo entre risas y vino.
Cada rincón respira deseo,
y cuando el calor sube,
es tu cuerpo el que vuelve, invisible, a encenderme.



















0 comentarios - Mi cocina no es solo un lugar.... Lujuria en pausa